"FOTO DE FAMILIA. CAPÍTULO 9" por KAMATARUK

 

Foto de Familia

Kamataruk


Capítulo 9

- ¿Falta mucho? -  Dijo Sara por enésima vez.

- Eres una pesada, ¿te lo habían dicho antes?

- Es que llevamos en el coche un montón de rato.

No era cierto. Apenas había transcurrido media hora de viaje por tortuosas carreteras secundarias, pero a Sara se le había hecho eterno ya que tenía tendencia a marearse en el automóvil. Seguía tocándose el chochito, pero con menor intensidad que minutos antes, cuando se marcó una soberana paja en el asiento del copiloto del potente deportivo de Katrina. Seguía pensando en lo bien que lo estaría pasando en ese instante su hermana Laia y el Adonis rubio que atendía al nombre de Iván.

- Seguro que se lo estará tirando…

- ¿Otra vez con eso?

- Parece una mosquita muerta la muy zorra, pero sabe cómo engatusar a los hombres con su mirada lánguida y sus tetas redonditas. Estará follándoselo como una perra…

Katrina sonrió.

- … nunca mejor dicho…

- ¿Qué quieres decir?  - Apuntó Sara algo extrañada.

- No, nada. Pero repito, ¿a ti qué más te da? Si a alguien debiera importarle lo que hagan esos dos es a mí y no a ti. Iván y yo estamos casados, ¿recuerdas?

- Prrrrrfff. – Protestó la niña haciendo una pedorreta.

Los celos supuraban por cada poro de su piel.

- Y encima yo sólo me lo he montado con el pichacorta ese…

- Tranquila, el día apenas ha comenzado. Si quieres emociones fuertes te aseguro que las vas a tener.

- Eso espero – apuntó la niña mirando hacia el horizonte - por cierto, ¿A dónde cojones vamos?

- A casa de un amigo.

- ¿Por aquí?, ¿a qué se dedica? ¿Es pastor de cabras o algo así? Vive en el culo del mundo tu amigo de las narices. Espero que folle bien porque si no voy a marearme como un pato para nada…

Katrina rio la ocurrencia de la niña. La muy golfa vivía por y para el sexo. Hasta entonces sólo había experimentado la parte placentera del mismo pero la actriz porno estaba segura de que cuando estuviese en Japón y le arrancasen todas las piezas bucales a lo vivo para chupar mejor las pollas ya no le parecería tan divertido.

- ¡Me cago en la puta! – Dijo la preadolescente cuando vio la imponente verja maciza frente a la cual Katrina había detenido el automóvil - ¿A dónde me has traído, a una cárcel?

- Escúchame bien porque lo que voy a contarte es muy importante. Nadie y repito NA-DI-E puede saber lo que pasa detrás de esos muros. Ni siquiera Laia ni mucho menos tu papá, ¿comprendes?

- ¿De qué va esto? ¿Te estás quedando conmigo?

- Cierra la boca de una puta vez y atiende a lo que voy a decirte porque no voy a repetirlo - Katrina estaba un poco cansada de la actitud infantil de Sara y prosiguió evidentemente molesta - Este es un sitio muy especial y exclusivo. Acude gente de todos los rincones del mundo…

- ¿De todo el mundo? – Repitió Sara muy extrañada - ¿Para qué? el sitio se ve chulo, pero no le veo nada de raro.

No acababa de ver la razón por la que la ucrania le había llevado allí.

- ¿Es un hotel de vacaciones o algo así?

- Algo así – sonrió Katrina - ¿Has oído hablar del intercambio de parejas?

- Pues sí, pero…

- Aquí se hace algo parecido. Es un lugar de intercambios, aunque algo especial.

- ¿Y puedo entrar yo? - Preguntó acertadamente Sara.

Lo poco que sabía de esos locales era que no estaba permitida la entrada a menores.

- Si vas conmigo, sí.

Sara se quedó mirando bastante intrigada cómo la actriz porno abandonaba el vehículo y pulsaba un timbre. Tras intercambiar algunas palabras con un interlocutor anónimo la enorme cancela se abrió lentamente.

La niña permaneció con la boca abierta mientras el automóvil discurría a través de un camino engravado. Aquel sitio era enorme y lujoso. El jardín además de eterno estaba perfectamente cuidado. Cada recoveco era una obra de arte en sí misma, no había nada que enturbiase su extrema belleza. Tras un recodo del camino emergió frente a sus ojos una construcción enorme y de aspecto regio. Le pareció antigua pero perfectamente bien conservada. Incluso distinguió a lo lejos unos establos y gente montando a caballo. Le pareció que estaban desnudos, aunque no estaba del todo segura.

- Antiguamente esto era un orfanato de niñas. Mi amigo lo compró por casi nada cuando las monjas no pudieron mantenerlo hace ya bastantes años. Un auténtico chollo.

Katrina obvió que el dueño de todo aquel harén, el doctor Méndez, no sólo adquirió el inmueble sino también la veintena de niñas que lo habitaban, convirtiéndolo en un próspero prostíbulo infantil que, con los años, había derivado a aquel peculiar y lucrativo centro de ocio.

Cuando llegaron a la puerta principal una muchacha hermosa y risueña les recibió con una cálida sonrisa y, apenas abandonaron el deportivo, les saludó efusivamente:

-Señorita Katrina, ¡qué gusto verla a usted y a su bonita acompañante! ¿Llevan equipaje?

- No. Venimos con lo puesto.

-Perfecto. Pueden dejar el coche ahí. Uno de mis chicos lo llevará al garaje. El señor Méndez les espera en su sala privada. Síganme…

- No hace falta que nos acompañes, zorra. Sabemos el camino, hija de puta.

Sara se quedó estupefacta al oír esos improperios, pero la destinataria de tan soeces palabras siguió ofreciéndoles la más cálida de sus sonrisas.

- Como gusten, disfruten de la estancia.

La recepcionista a punto estaba de darse la vuelta cuando Katrina le agarró de la mano:

- Búscame esta noche, perra. Borraré de tu cara esa estúpida sonrisa a base de latigazos.

Sara se sorprendió tanto por la actitud dominadora y fuera de tono de su compañera como del mal disimulado fulgor en los ojos de la empleada.

- Como usted desee, señora. Así lo haré.

En cuanto se dio la vuelta sintió un fuerte cachete en el trasero y tuvo que morderse el labio para no gemir de gusto.

- ¡Katrina! – dijo Sara observando consternada a la modelo - ¡Estás loca!, ¿Qué narices haces?

- Tranquila. Esa y yo ya nos conocemos muy pero que muy bien. El uniforme no deja verlas, pero tiene el mejor par de tetas no operadas que he visto en mi vida y le va todo ese rollo del sado-maso… ¿Has azotado alguna vez a alguien, Sarita?

- N… no.

- ¿Ni tampoco te han marcado el culito con una fusta?

- No… - dijo la niña escandalizada.

 - Por lo menos tu papá te habrá dejado el trasero colorado más de una vez ¿Tal vez con la mano o con la zapatilla quizás...?

- No – siguió negando de forma contundente Sara - Jamás me ha puesto la mano encima, excepto para follarme, claro.

- Vaya, pensé que con lo animal que es montando le pondría cachondo esa clase de cosas.

A la niña le entró un cosquilleo por la vagina al recordar, gracias a las palabras de Katrina, la violencia con la que su papá se la tiraba.

- No sé.

- Entremos.

Si el exterior del edificio impresionaba el interior cortaba la respiración. Todo brillaba impoluto y se respiraba lujo por todos los rincones. Les recibió una especie de hall trufado de cómodos sofás y el típico mostrador de hotel tras el cual deambulaban ajetreadas varias jóvenes entre las cuales se encontraba la que les había recibido a ellas.  Hablaba cordialmente con una pareja de mediana edad de aspecto extranjero. A Sara le extrañó bastante la presencia de menores en aquel lugar, pero los acompañaban un niño con el cabello color zanahoria, de unos seis años y de una niña también pelirroja no mucho mayor que él. El chico no dejaba de revolotear junto a sus papás dando la lata, pero la chiquilla estaba petrificada con la vista fija en un punto. Al principio la pequeña de los Martínez creía que le estaba mirando a ella, pero en seguida se percató de que lo que atraía la atención de la pelirroja era algo que ocurría a sus espaldas. Ya estaba a punto de girarse cuando contempló cómo la cría comenzaba a palparse la entrepierna por el exterior de su pantaloncito corto tipo vaquero. Lo hacía sin recato alguno, sus papás podrían descubrirla en el instante en que dejaran de hablar con la recepcionista, pero no parecía en absoluto preocupada por eso.

Sara por fin se giró y comprendió el porqué de la calentura de la chiquilla. En una gigantesca pantalla de plasma podía contemplarse a un hombre copulando compulsivamente con una nínfula de similares características a las de la pelirroja.  Aquel tipo no se estaba yendo por las ramas, se la estaba trajinando a conciencia. Se trataba de una película pornográfica en toda regla, con cambios de plano y penetraciones tremendamente explicitas. En aquel instante se podía ver como una soberbia verga acuchillaba la pueril vulva de la niña y a esta atada de pies y manos, con los ojos en blanco y disfrutando de la follada.

Sara se azoró bastante y miró al resto de la concurrencia. Algunos charlaban animadamente y otros contemplaban la película porno con interés. La joven descubrió que no sólo había en el hall una pantalla sino varias en las que se reproducían escenas de similar contenido: Niños follando entre sí o con adultos; escenas lésbicas, gais o bisexuales con el mismo tipo de protagonistas; cámaras web con masturbaciones juveniles, etc.…, todo a la vista de todos y nadie se escandalizaba por ello. A la chica le llamó la atención que la mayoría de las miradas se fijaban en una pantalla en la que una cámara fija y cenital mostraba la sodomización de dos niños prácticamente idénticos. Un letrerito indicaba que se trataba de una emisión en directo y a su lado un número.

- Por si te lo preguntes ese es el número de la habitación. Lo que ves está ocurriendo en algún lugar de la casa ahora mismo – le susurró Katrina al oído - Todo lo que pasa en las habitaciones es público.

Sara no sabía qué decir. Le sacó del trance la algarabía del grupito próximo a la recepción. A la familia que allí permanecía se les había unido otra y charlaban de forma animada en un idioma extraño. Se trataba de una pareja algo más joven que la anterior. La mamá tenía en sus brazos a un bebé de unos meses y los acompañaba una niña no mucho mayor que todavía seguía con el chupete en los labios. A nadie salvo a ella parecía extrañarles que los cuatro estuviesen desnudos a excepción del pañal del bebé.

Tras los saludos de rigor se produjo el intercambio. El bebé pasó de una mujer a otra. La niña del chupete también fue entregada por su papá al otro señor que enseguida la cogió en brazos. Después de decirle algunas cosas en tono cariñoso le sacó la tetina de la boca y le dio un par de besitos en los labios. El tercero ya fue más largo y tras el cuarto el hombre dejó la lengua afuera y la niña comenzó a succionarla con dulzura todo lo adentro que le permitió su boca. Ese gesto produjo la algarabía general. Pasado unos segundos la hembra desnuda se aproximó al niño. Este se dejó hacer mientras la señora le metía la mano por dentro del pantalón en busca de su miembro viril, sin duda no era la primera vez que visitaba aquel sitio. En cuanto a los dos que faltaban el hombre no se anduvo por las ramas. Tras colocarse delante de la niña de rojos cabellos comenzó a masturbarse a escasos centímetros de su carita. Ella contempló con cierta desgana el frenético vaivén de la mano sobre la verga. En cuanto el falo alcanzó la dureza suficiente el exhibicionista se lo ofreció muy ufano. Lentamente la chiquilla se lo metió en la boca y comenzó a mamarlo todo lo profundo que le permitió su tierna anatomía. Su mirada se encontró con la de Sara y a esta no le pareció que la niña estuviera disfrutando pese a que no se le veía primeriza en esas lides. Es más, le pareció una mamadora tremendamente experta. Su papá dijo algo que le produjo risa y tuvo que sacarse el pito de la boca para contestarle. Tras limpiarse la cara con la mano volvió a la tarea esta vez con renovados bríos, cosa que agradeció el agraciado con una enorme sonrisa.

Sara comprendió entonces a lo que se refería Katrina con lo de un local de intercambios especial.

Allí no se intercambiaban parejas.

Allí se intercambiaban niños.

Corroboró su teoría el descubrir en un rincón a dos muchachos de cabellos dorados de aproximadamente su edad y la de Laia acompañados de una pareja adulta de color.  Los chicos se disputaban el honor de chupar una porción mayor del descomunal falo del semental mientras eran pajeados por la negra de manera frenética.

- ¡Sara! - gritó Katrina -. No te quedes ahí plantada. Sígueme, nos están esperando.

Tan embobada estaba en lo que le rodeaba que no se había apercibido que Katrina estaba a punto de subir en el ascensor. Mientras un sonriente hujier apretaba el último botón esta le preguntó:

- ¿Qué te parece el sitio? Bonito, ¿verdad?

- Es... es...

-  Una pasada, ¿a que sí?

- Sí, pero...

- Querías emociones fuertes, ¿no? Pues aquí las vas a tener.  Y recuerda todo lo que pase aquí es un secreto. No se lo cuentes a nadie o te partiré el cuello. Sabes que no bromeo.

La expresión de Katrina le indicó que esta hablaba completamente en serio

No se había repuesto la chica a semejante amenaza cuando, antes de llegar a su destino, el ascensor detuvo su marcha. Al abrirse las puertas apareció una niña de rasgos asiáticos totalmente desnuda que sonrió a la mujer adulta. A Sara le pareció que tendría unos once o doce años, aunque su pecho prácticamente plano le diese un aspecto menor. Llevaba colocada una especie de diadema con unas graciosas orejas de zorro.

- ¡Katrina!

- Hola Xue, ¿qué tal?

- Muy bien. Hemos venido con mis papás desde Galicia a pasar el fin de semana. No sabíamos que ibas a estar aquí. Ya verás cuando les diga que has venido, les va a encantar.

- Ha sido algo improvisado.

- ¿Quién es tu amiga?

- Se llama Sara. Sara, esta es Xue, la hija de unos buenos amigos. Se parece un poco a ti, le van las emociones fuertes.

- ¿En serio? - dijo la chica de ojos rasgados mirando a la otra adolescente con avidez -. ¿Qué te gusta? ¿El sado? ¿Zoo? A mí la asfixia me vuelve loca ¿Lo has probado? Follar cuando te falta el aire es lo más guay, ¿verdad Katrina?

- Sí está bien pero no seas tan loca. Vas a asustarla, es la primera vez que viene.

- Tranquila, sea lo que sea lo que te ponga cachonda aquí podrás hacerlo sin problemas.  Este sitio es una pasada.

Sara asintió, si algo le había quedado claro era lo verdaderamente excepcional de aquel lugar.

- ¿A dónde vais?

- Nos espera el doctor Méndez en el ático.

- ¿En el ático?, ¿en serio? - dijo Xue mirando a Sara realmente admirada - ¿Te va ese tipo de rollo? Guau, es algo con lo que yo no puedo. Y mira que papá insiste e insiste en que lo haga, pero no hay manera, me es imposible tragármela: siempre acabo vomitando...

Katrina intervino desviando el tema. No quería que la tal Xue le estropease los planes.

- ¿Y tú qué haces? ¿Jugando a lo de siempre?

La niña sonrió y mirando a la alucinada Sara se explicó:

- La llamamos "la zorrita escondida" Yo escapo y papá me encuentra. Ha organizado una batida de pervertidos y ahora mismo hay unos cuantos tíos tremendamente salidos buscándome por toda la casa con ganas de violarme. Creo que están en la última planta...

- ¡Pero ahora vamos allí! - Apuntó Sara recordando que ese era su destino.

- Lo sé ¿No es divertido? - Dijo la otra sonriendo justo antes de que sonara la campanilla previa a la apertura de las puertas.

Cuando la chica se giró sus interlocutoras pudieron observar que la lolita tenía incrustado en el ano un consolador del que prendía una especie de penacho en forma de cola. Sara seguía de sorpresa en sorpresa, pero Katrina conocía perfectamente aquel juego del gato y el ratón en el que los niños se escondían y los adultos se esmeraban en encontrarles. Cuando esto sucedía se ensañaban con ellos sexualmente hasta la extenuación.

Apenas se abrió la puerta una voz femenina gritó:

- ¡Ahí está, cogedla!

Ni siquiera esperaron a que la chinita saliera del ascensor. Un par de barrigudos entraron a por ella sin la menor delicadeza. En cuanto la sacaron le agarraron por los brazos mientras que un tercero le colocó una bolsa de plástico por la cabeza y comenzó a asfixiarla. Xue era una experta en el juego. Sabedora de que si se resistía le follarían más violentamente, hizo ademán de querer liberarse y huir.

Sara intentó ayudarla, pero Katrina se lo impidió:

- Quieta

- ¡Pero…!

- Déjales. Eso es lo que esa putilla quiere, le gusta que le traten así…

La chica contempló aterrada como otros adultos se dirigían hacia la zorrita amordazada. En menos que canta un gallo esta era brutalmente abierta de piernas y penetrada sobre una de las mesas que se encontraban en el pasillo mientras el plástico se pegaba a su rostro. Xue hacía esfuerzos por librarse al menos de la bolsa, pero un hombre se lo impedía mirándole a los ojos con fiereza. Parecía disfrutar mucho torturando de aquella forma a la niña.

- Es su papá adoptivo – murmuró Katrina - Le encanta hacerle esas cosas a Xue. La mujer que le retuerce el consolador de púas en el culo es su mamá. Esa todavía es más peligrosa, con esa obsesión que tiene de drogarla para que los papás de sus compañeras de cole la violen sin tapujos. Son una pareja de pervertidos. Cualquier día tendrán un disgusto.

Sara no dejó de observar la escena ni cuando su guía le cogió de la mano, arrastrándola hacia el fondo del pasillo. Se detuvieron frente a una puerta de color rojo. Un letrero indicaba que se trataba de una habitación húmeda. La chica iba a preguntar ya que desconocía a qué se refería aquellos términos, pero no se atrevió. Tenía un poco de .... si no miedo, sí respeto.

Katrina comenzó a desabrocharle el botón de la camisa.

- Será mejor que dejemos la ropa aquí.

Las mínimas prendas de la niña pronto cayeron a un lado, junto a las de Sveta que también se desnudó. La hembra adulta le observó con envidia sus manzanitas puntiagudas, se veía reflejada en la lolita no muchos años atrás.

- Eres realmente hermosa. Los hombres de aquí van a hacer cola para follarte toda la noche. Vas a ganar a tu hermana por goleada en esa curiosa competición vuestra. ¿Estás contenta?

- Sí, pero también un poco... asustada.

- ¿Asustada? ¿Por qué? ¿Por lo de Xue? No te preocupes más por ella. Ya te he dicho que es lo que le gusta.

Katrina obvió que la niña de origen asiático no había tenido opción de elegir ya que había sido adoptada única y exclusivamente para ser tratada de aquel modo cruel. Tampoco le dijo que había estado a punto de fallecer varias veces debido a los jueguecitos eróticos de sus papás ni que estos la habían puesto a la venta porque ya les parecía mayor y no se excitaban tanto al torturarla como antes.

- Respira hondo y adelante. Si eres buena chica tendrás un montón de pollas a las que follar...

" Y si no, también."  Pensó Katrina mientras abría la puerta.

La naturaleza curiosa de Sara le pudo al miedo y le siguió, dejando sus temores en el pasillo. 

La denominada habitación húmeda era una enorme sala decorada de forma austera. A excepción de las inevitables pantallas de plasma que prácticamente cubrían las zonas altas y las cámaras de vídeo en pleno funcionamiento todo era de plástico. Un par de sofás, unas piscinas hinchables y varias sillas. Hasta el suelo parecía forrado con algún tipo de material impermeable y varios sumideros estaban dispuestos estratégicamente para evacuar los líquidos que sobre él pudieran verterse.

La chica prácticamente pasó por alto casi todos esos detalles. Sólo tenía ojos para ver lo que sucedía en el medio de la estancia.  Un maduro gigantón desnudo de aspecto afable orinaba impunemente sobre la cabeza de una niña pequeña mientras esta permanecía sentada sobre el suelo jugando con una Barbie. Pese a su situación sólo tenía ojos para la muñeca y se le veía tremendamente feliz. No parecía afectarle en absoluto el chorrito que se movía de un lado para otro empapando su vestido blanco y su juguete. Ni siquiera cuando el hombre cambió de posición logrando con ello que el pipí le mojase toda la cara dejó de acariciarle el cabello. Se limitó a abrir la boquita y tragarse un buen sorbo de orina para continuar después con sus juegos. Cuando descubrió a Sara agarró fuerte la muñeca, como si pensara que la lolita quería arrebatarle su tesoro.

Era realmente bella. Pese a ser clara de piel su largo cabello ondulado era oscuro como el azabache y tenía los ojos más azules que Sara había visto en su vida. Ella sí que parecía un precioso juguete y en cierta forma lo era. Un juguete de tipo sexual.

Sara se inquietó al ver a la otra niña totalmente empapada. Desde que Iván y Sveta le mearon encima había descubierto lo mucho que le agradaba juguetear con la orina y verlo así, en directo, le parecía de lo más excitante. Prácticamente a diario se bebía un poco de su pipí a escondidas a la vez que se masturbaba. Le gustaba hacerlo por las mañanas ya que había aprendido que el sabor de la primera meada era más fuerte y ácido que la del resto del día. Era un hecho el que prefería chuparle la polla a su papá cuando este llegaba del trabajo en lugar de esperar a que se duchase tal y como hacía Laia y así podía paladear los restos de pipí de Diego. Se estaba volviendo cada vez más cochina.

- Te presento al doctor Méndez. Un buen amigo.

- ¡Katrina! ¡Al final habéis podido venir! - dijo el hombre acercándose a las dos invitadas - Tú eres Sara, ¿verdad?

El hombre besó ligeramente los labios de las dos recién llegadas. A Sara le gustó la mirada franca del hombre, sus enormes manos y el tono amable de sus palabras, pero sobre todo le atrajeron de él otras cosas: su tremendo falo, del cual seguían cayendo gotitas de orina y el sucio detalle que el hombre tuvo con ella utilizado descaradamente su costado para secarse la mano. Se sintió marcada igual que hacen los perros con las esquinas y eso le turbó.

- Eres muy bonita - Le dijo el hombre acariciándole la espalda con parsimonia.

- Gracias - Contestó la niña estirándose ligeramente para que su busto pareciese más grande.

- Me moría de ganas por conocerte. He visto un montón de fotos tuyas y de tu hermana - Prosiguió él sobándole las tetitas que tan gentilmente ella le ofrecía.

Aquella información alteró un poco a Sara e hizo que se pusiera a la defensiva.

- Creía que las fotos eran sólo para Japón... - Dijo mirando a Katrina con rostro preocupado.

Esta iba a responder con evasivas cuando el doctor se adelantó:

- Por supuesto princesa, no te alteres. Estás hablando con el representante en España de la revista japonesa que encargó el trabajo. Busco jóvenes talentos por todo el país con bonitos cuerpos como el tuyo o el de tu hermana. Colaboro tanto con Iván como con media docena de fotógrafos profesionales más. Él hace fotos, me las manda a mí y yo las remito para allá. Nadie más puede verlas en nuestro país, te lo aseguro.

- ¡Ah! - exclamó la niña algo más tranquila - Y las películas, ¿también las has visto?

- También. Son magníficas.

Sara se mordió el labio de forma inconsciente. En el fondo le gustaba que aquel hombretón supiese de lo que era capaz de hacer con una buena verga pese a ser poco más que una niña. Él encarnaba el estereotipo de lo que buscaba la lolita en un hombre. Un tipo grande con voz profunda, seguro de sí mismo, y con un buen cipote que hiciese estragos en su entrepierna.  Cualquiera que la hubiese visto se habría dado cuenta de lo que la niña deseaba, pero ella, pese a encontrarse desnuda frente a él no sabía cómo actuar exactamente para lograr seducirle. Le faltaba experiencia en aquel tipo de situaciones. Ya estaba decidida a arrodillarse y chuparle el pene sin más cuando Katrina dijo algo en ucraniano señalando a la otra chiquilla y la detuvo. Se sorprendió bastante cuando el anfitrión contestó en el mismo idioma:

- "¿Ese es tu nuevo juguete?"

- "Recién llegado del orfanato donde te criaste. La directora te manda recuerdos"

-" Ojalá le metan un hierro ardiendo por el culo a esa zorra malnacida."

La niña objeto de la conversación no les hizo ni caso y siguió jugando. Era la primera vez en su vida que tenía algo propio que no tener que compartir con las otras huérfanas. El pipí todavía le goteaba por la barbilla y su ropa se le adhería al cuerpo por efecto del mismo de forma que los pezones de su torso se transparentaban claramente, pero eso a ella no le importaba, sólo tenía ojos para su muñeca.

- "Tú opinarás lo que quieras, pero allá en tu país saben cómo adiestrar a las niñas. Esa preciosidad es una maquinita de follar, ¿te puedes creer que le he metido la polla entera por el culo y ni se ha quejado? Además, se come la mierda como si fuera chocolate. A ver si esa puta que me has traído aprende algo de ella."

- "Será cosa de ponernos al tema ¿no?, ¿qué has pensado hacer?"

- "Tú déjame a mí"

Y volviéndose de nuevo hacia Sara le preguntó:

- ¿Tienes sed?

- ¡Sí! - Contestó la chica con los ojos brillantes.

Se sintió algo decepcionada cuando, en lugar de ser utilizada como un urinario humano, el hombretón le alcanzó un bebedizo. Él también tomó un vaso, al igual que Katrina.

- Siéntate ahí.

- Sabe raro, ¿qué es?

- Bebe – ordenó Katrina - no seas impertinente.

Mientras bebía a Sara le hizo gracia que en las sillas de plástico hubiera una especie de agujero donde su trasero quedaba encajado al sentarse.

- ¿Para qué sirve esto?

- Abre las piernas y colócalas sobre los apoyabrazos, por favor - dijo el hombre sin contestar la pregunta.

Sara se sintió verdaderamente alagada. El hombre deseaba verle el sexo y eso le encantó. Rápidamente adoptó la postura convenida dejando expedito el camino entre su vulva y los ojos del doctor. Este, ni corto ni perezoso, se acercó a ella y alargando la mano abrió sus íntimos pliegues, examinándolos a conciencia.

- Tienes un coñito precioso - Dijo cuando su curiosidad quedó satisfecha.

- ¿Quieres follarme? – Preguntó ella yendo al grano, la calentura disipó su vergüenza.

- Nada me apetece más pero no hay prisa, tenemos todo el tiempo del mundo, ahora ábrete todo lo que puedas.

La posición hizo que el trasero de Sara se encajase aún más en el extraño agujero del asiento.  A ella no le importó, quería mostrarse lo más receptiva posible frente al macho. Como ya había dicho tenía unas ganas locas de que aquel cipote le taladrase el chochito y no lo disimulaba lo más mínimo.

- ¿Llegaste a ver las revistas? - Le preguntó él acariciándole el clítoris con suavidad.

- ¿Revistas? – Dijo ella a duras penas mientras sentía como la temperatura de sus partes íntimas subían por momentos.

- Sí. Toma.

El hombre desapareció un instante de la habitación para regresar enseguida con varias publicaciones de vivos colores.

- Échales un vistazo y dime qué te parecen – Apuntó el hombretón justo antes de reanudar sus trabajos manuales.

Sara se fijó que en la portada de la primera revista aparecía ella muy sonriente llevando un mínimo bikini que a todas luces le era escaso de talla. Recordó la sesión en el local de los mellizos como especialmente tórrida y divertida. Como en la mayoría de las veces terminó montando al bueno de Iván bajo una lluvia de flashes. Junto a las fotos había varias series de signos orientales que le sonaron a chino… nunca mejor dicho. Tuvo la tentación de preguntar su significado, pero uno de los dedos del doctor amenazaba con introducirse en su vulva y no se vio con fuerzas de emitir palabra alguna. Intentando abstraerse comenzó a ojear la revista. Tras pasar unas pocas páginas su bikini era historia y apareció ella desnuda en todo su esplendor. Encontró gracioso que tanto sus pezones como su clítoris apareciesen tapados por pequeñas estrellitas o corazoncitos. La censura era tan nimia que en muchas fotografías se distinguían claramente sus labios vaginales. Se detuvo un instante en una que mostraba el agujero de su ano completamente dilatado. Pensó que, por lo visto, mostrar la entrada trasera no estaba prohibido en el lejano país de oriente. Sonrió recordando aquella pose y cómo Iván le había arrancado de ahí adentro una brillante bolita roja justo unos segundos antes de que Sveta tomara la foto. Cuando su reportaje terminó le siguieron otros de sexo explícito, aunque con las protagonistas mayores de edad y censurados de forma parecida. Después pasó a la otra en la que su hermana mostraba sus encantos mientras jugueteaba con un objeto de aspecto fálico, pero no pudo terminar de ojearla. Tuvo que dejar la lectura, sus ojos se entornaron debido al placer que le producía el dedo del macho hurgando en su intestino.  De su boca se escapó un gemido.

- Hummm. – Dijo el doctor Méndez al comprobar el efecto de sus caricias en la niña y tras lamerse el dedo travieso prosiguió - Eres sencillamente deliciosa.

El doctor y Katrina tomaron asiento frente a ella en otras sillas idénticas a la suya. El hombre indicó algo a la morenita y esta dócilmente se acercó para que él la sentara sobre sus piernas. La colocó de forma que su cipote todavía semi erecto quedó atrapado entre los muslos de la niña formando un considerable bulto en la faldita. En cuanto estuvo a gusto le metió una mano por el escote y con la otra procedió a acariciarle la vulva lentamente, levantándole la falda de vez en cuando para que Sara fuese consciente de lo que estaba sucediendo.

Sara comenzó a no sentirse muy bien. Algo parecía removerse en su interior.

- ¿Qué te pasa?

- No sé. Me duele la barriga un montón. Creo que esa mierda que me diste no… no me ha sentado bien…

- Tranquila.

- Te… tengo que ir al baño.

- ¿Tan pronto? Pues sí que ha actuado rápido el purgante.

- ¿Pur… purgante? ¿Qué mierda es eso?

 - Yo tengo el cuerpo tan acostumbrado que tengo que beber varios vasos hasta que me hace efecto.

Sara no comprendía nada, sólo deseaba que le indicasen cómo encontrar el lavabo más próximo, pero en vez de eso el anfitrión susurró algo a la niña que tenía sobre sus piernas y esta asintió. Después, de un saltito puso los pies en el suelo y sin soltar la muñeca procedió a colocarse bajo el asiento de Sara.

- ¿Qué narices está haciendo?

- Mira esa pantalla de ahí.

Al girar la mirada hacia el lugar adecuado pudo ver la carita de la niña con la boca abierta en una especie de plano cenital. Se dio cuenta de que la silla en la que estaba sentada disponía de una cámara incorporada que mostraba lo que sucedía bajo ella con todo lujo de detalles, y no era la única ya que las dos pantallas colindantes mostraban el suelo de la habitación. Sara intuyó que serían las correspondientes a las sillas de los adultos, pero los retortijones de sus entrañas no le dejaban pensar con claridad.

- ¡Dónde está el váter, joder! – dijo Sara cada vez más nerviosa.

- Tranquila, no estás muy lejos – dijo Katrina con una sonrisa - Estás sentada encima de uno ahora mismo.

- Pero, ¿qué mierdas estás diciendo?

La chica hizo ademán de incorporarse, pero el doctor intervino justo a tiempo.

- No te muevas de ahí, jovencita. Si tienes ganas de hacer cacas ese es el lugar adecuado.

- Pero…

- Ella es el váter.

- ¡Cágale en la boca, joder! – gritó Katrina de forma enérgica.

- ¡No… no…! - La chica se retorcía de dolor haciendo verdaderos esfuerzos por contenerse y poco menos que implorándole a la chiquilla que tenía debajo le gritó- ¡Quítate de ahí abajo, gilipollas!

Pero la otra ni se inmutó y todavía abrió más la boca.

- No va a moverse y lo sabes. Suéltalo todo y no te resistas.

- No…

Pero por mucho que su cabeza intentase negar los hechos su intestino actuó de oficio. Tras un par de sonoras ventosidades evacuó todo su contenido sobre la cara de la niña. Sara se tapó la suya con las manos, estaba muerta de vergüenza y por nada del mundo quería ver lo que había hecho.

- ¡Ay, Dios! No puedo creer que lo haya hecho…

- Pues abre los ojos y mira.

- No…no.

- ¿Pero por qué? A ella le agrada la mierda.

Sara siguió negando con la cabeza.

- Si no me crees abre los ojos y compruébalo por ti misma. Confía en mí.

Lo que contempló sencillamente le cambió la vida. El purgante había hecho su efecto y las cacas de Sara habían salido expulsadas en grandes cantidades. Como su consistencia no era muy sólida se habían expandido tanto por la totalidad del rostro de la niña como por su cabello y parte superior del tronco dándole un aspecto marronáceo que contrastaba con la palidez natural de su preciosa carita. La fase más sólida de la mierda dibujaba una especie de gusano que, partiendo de uno de sus ojos cerrados cruzaba la nariz de un lado a otro para finalizar en su boca todavía abierta. Una buena porción de heces gelatinosas se alojaba en la cavidad bucal de la niña que permanecía inmóvil aguantando estoicamente la postura.

- ¡Joder! - exclamó Sara aterrada al contemplar su obra - ¿Pero por qué no se mueve?

- Ya te lo he dicho, le encanta la mierda.

Al relajar su atención sobre su ano este esputó de nuevo una nueva andanada, esta vez totalmente líquida y de olor todavía más nauseabundo. Esta vez la chica fue testigo directo del impacto del chorro fecal contra el rostro de la niña que solamente dio un ligero respingo al recibirla.

Sara permaneció muda, pero sin dejar de mirar la pantalla ni un instante. No quería hacerlo, pero estaba realmente hechizada por ver lo que chiquilla era capaz de hacer.

El doctor Méndez dijo una palabra. Sara no tenía ni idea del idioma en el que hablaba, pero no le hizo falta ya que enseguida averiguó de qué se trataba. Las mandíbulas de la niña comenzaron a actuar y la boquita comenzó a procesar lentamente la mierda. Una parte de la misma resbaló por ambas mejilla, pero la mayor parte atravesó lentamente su garganta en dirección a su estómago. La chiquilla sabía perfectamente lo que se hacía y tenía mucho cuidado de no deglutir una cantidad excesiva de heces ya que la postura en la que se encontraba era propicia a atragantamiento. En el orfanato la habían enseñado tanto esa como otras aberraciones sexuales a cuál más nauseabunda.

Sara no daba crédito a sus ojos. Contempló anonadada cómo el nivel fecal de la boca infantil iba descendiendo progresivamente. Le parecía increíble que una niña tan pequeña y de aspecto tan delicado y frágil fuese capaz de hacer algo semejante. Pero sobre todo lo que más le llamaba la atención era la actitud de la chiquilla que, lejos de protestar o intentar huir parecía estar disfrutando realmente de lo que hacía. Es más, incluso habría jurado que mientras tragaba la mierda sonreía a la cámara de forma clara.

Cuando la niña terminó la tarea, con sus dos dedos índices se limpió los restos que le cubrían los párpados con sumo cuidado.  Sara ya no tuvo dudas, en cuanto la niña abrió los ojos y limpió sus deditos con la boca comprobó que, efectivamente sonreía de forma casi obscena. Parecía igual de satisfecha que si hubiese echado el polvo de su vida. Emitió una serie de palabras que Katrina tradujo:

- Dice que tus cacas están muy buenas y que si tienes más...

A Sara sólo le hizo falta para vencer el último vestigio de su resistencia ver cómo la niña abría de nuevo su boca, tanto como le permitía su pequeño cuerpo.

- Venga, dáselo todo. No seas vergonzosa.

La chica contrajo el intestino y de su esfínter anal partió una última pelotita que cayó directamente entre los labios de su compañera de juegos. Esta vez esta no la tragó, sino que jugueteó con ella mirando a la cámara de forma traviesa. Entre sus dientes nacarados aparecían restos de mierda y su lengua sonrosada batía la sustancia grumosa como si de una hormigonera se tratase. No sin dificultad volvió a decir algo.

- ¿Qué... qué dice?

- Que quiere que la beses.

- ¿Besarle? ¿A ella? Ni loca, eso es... asqueroso.

Pero su tono de voz estaba muy lejos del rechazo absoluto a cometer tamaña locura.

El doctor se levantó de su asiento y ayudó a Sara a hacer lo mismo. La lolita tuvo mucho cuidado de no pisar a la otra niña. Cuando el hombre apartó la silla Sara pudo ver cómo la más joven abría los brazos indicándole el camino hacia su perdición. La jovencita se quedó petrificada, estaba muy indecisa. Cada vez le apetecía más hacerlo.

- Todos tenemos un lado oscuro.  Y cuando digo todos... es todos. Si no lo crees mira ahí.

El anfitrión señaló a otra pantalla y a Sara se le vino el mundo encima. En seguida reconoció al huésped de la habitación ciento treinta y uno a pesar de que un antifaz le cubría los ojos completamente. Los mismos labios que la besaban la frente cada noche desde que era niña se trabajaban un nada desdeñable cipote mientras otro aún mayor le llenaba el intestino de carne.

 - Observa ahí también.

El doctor tuvo que agarrarla ya que las fuerzas abandonaron a la joven cuando vio a una adolescente de largos cabellos que le era tremendamente familiar haciendo algo aberrante, algo que ni ella misma se le hubiese pasado por la cabeza siquiera imaginar. 

- ¿Lo ves? Hasta quien menos te lo esperas tiene secretos. Ahora es tu turno, los dos sabemos que te apetece probarlo. No lo pienses más, simplemente hazlo.

Bastó que el hombretón le agarrase de los hombros y de diera un ligero empujón hacia abajo para que Sara se hincase de rodillas junto a la niña. A partir de ahí actuó de motus propio, sin nadie más que la obligase. Todavía estaba en estado de shock por lo que había contemplado no pudo apartar la mirada de la bolita marrón que se alojaba en el interior de los labios infantiles y lentamente aproximó su rostro al de la otra ninfa. Olió el hedor fecal, pero ni siquiera esto la detuvo, estaba tan caliente y salida que le pareció inclusive agradable.

Ni la propia Sara podía dar una explicación sobre sus actos, parecía verse a sí misma desde fuera de su cuerpo y ser completamente incapaz de evitar actuar tal y como lo hizo. 

Cuando estuvo al alcance de los brazos de la morenita ya no hubo marcha atrás posible. Esta le agarró la cabeza y las dos chiquillas fundieron sus labios en uno solo, utilizando las heces como adhesivo. Fue la misma Sara la que hurgó con su lengua en el interior de la más pequeña en busca de su propia mierda. Cuando la encontró la tragó sin apenas masticarla y enseguida volvió a por más. La niña le fue dosificando la ración poco a poco, dándole sucesivas porciones lo suficientemente pequeñas para que Sara se fuese acostumbrando a tragarla, cosa que sucedió enseguida. El sabor le agradó incluso más que beber la orina.

- ¿Te gusta?

- ¡Sí!

- Pues no te reprimas, es tu mierda, cómetela.

Como un gatito lamió el rostro de la chiquilla liberándolo de excrementos. Incluso se jaló varios gramitos que habían caído sobre el suelo y sobre el cabello. Cuando utilizó su mano para recoger los restos de su propio culo para llevárselos a la boca los dos adultos cruzaron la mirada y asintieron. Se pusieron a hablar en ucraniano:

- "Esta ya ha caído. Le encanta la mierda, mírala cómo se está poniendo."

- "Será cuestión de cagarle la boca y darle lo que quiere. Habrá que darse prisa, estoy a punto de hacérmelo"

- "Deja que yo me encargue. Les vamos a dar un espectáculo a esos mirones del hall que no olvidarán"

El hombre cambió de idioma:

- Katrina, ponte a cuatro patas

La chica se colocó en posición.

- Tú... aquí.

El maestro de ceremonias colocó a la niña boca arriba, de forma que su cara quedó ligeramente detrás de la vertical del coño de la mujer.

- Sara, pega la boca al culo de Katrina y traga todo lo que puedas, ¿entendido?

- Sí - dijo la otra totalmente entregada a la causa.

- Por lo que caiga no te preocupes. Esa pequeña viciosa se encargará de ello.

- ¿Y tú qué vas a hacer? - dijo Sara cuando estuvo en posición y vio al hombre colocarse detrás suyo.

- Yo voy a partirte el trasero en dos, bonita - dijo él dándole un ligero cachete en dicha zona del cuerpo - Me muero por hacerlo desde el primer día que lo vi.

Sara tragó saliva, en el fondo de su ser temía esa respuesta. Se limitó a abrir aún más las piernas y pegar sus labios al agujero posterior de Katrina. Masticar mierda le hizo más llevadero el dolor que poco a poco iba in crescendo, conforme el pene del doctor Méndez se introducía centímetro a centímetro por su culo.

 **** ****

A la mañana siguiente Katrina y Sara abandonaron el lugar a primera hora de la mañana, la pequeña enseguida se durmió ya que no había pegado ojo en toda la noche.  La mujer se aseguró de que el papá de la niña siguiese encerrado en su habitación de tal forma que el encuentro casual entre los dos miembros de la familia Martínez fuese imposible. Le hubiera gustado rizar el rizo y hacer que la niña se follase a su padre sin que este fuese consciente de ello, pero el doctor Méndez se había negado en redondo. Se trataba de un riesgo innecesario.

Estaba orgullosa de la lolita. Había superado todas sus expectativas. Y no sólo comiéndose la mierda de todo aquel que quiso cagarle la boca, ni por follar de forma frenética a un macho tras otro, ni tan siquiera por la manera casi sádica con la que Sara había tratado a la otra niña, metiéndole la cabeza de la muñeca por el ano y obligándola después a limpiarla con la boca sino por la furia con la que había azotado a la tetuda empleada del establecimiento hasta hacerla desmayarse de dolor.

Lo iban a pasar muy bien con ella sus pervertidos y acaudalados propietarios.

Rápidamente condujo hasta el domicilio de las niñas donde Iván y Laia les esperaban.  Tenían el tiempo justo para montar una historia más o menos coherente sobre lo que las dos lolitas habían hecho el fin de semana.


Continuara ........ 


Comentarios

  1. Espectacular episodio. Puede que las escenas con scat no sean tus preferidas, pero aun asi demuestras tu maestria relatando con el nivel de vicio, excitación que genera esa parte. Simplemente magnifico.

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