Capítulo 6. La sombra del pecado (El diario de Maite)
***
Advertencia: El siguiente relato contiene escenas de abuso continuado entre sus
participantes y muchas escenas de sexo no consentido ***. Si no os sentís
cómodos obviad esta lectura.
25
de agosto.
Sola en esta misma habitación donde
duermo cada noche, donde mi amado me hizo suya con devoción, pienso en lo mucho
que lo echo de menos.
Debí suponer que en el momento en el
que mi padre descubriese la existencia de Mikel, todo saldría mal. Nos pudo el
deseo, el amor, la pasión y, por qué no decirlo, la inconsciencia. Nuestro plan
de escaparnos juntos se fue por un precipicio ante la promesa jurada de mi
progenitor de encarcelarle si volvía a acercarse a mí. Lo sabía, el hecho de
enamorarme era un privilegio que no podía permitirme.
Llevo muchos años cargando el peso de esta cruz y por fin he decidido desahogarme. Por dos principales motivos; dejar un testimonio de lo que Eneko Axpe hace a su hija y… porque tengo un retraso en el período.
28
de agosto.
Eneko me educó para ser la hija
perfecta y complaciente. Todo lo que me ha impuesto he acatado diligentemente,
no me sale de otra forma. Me crio para ser sumisa, accesible a él las
veinticuatro horas del día y, sobre todo, muda.
Los primeros roces tuvieron lugar
mucho antes de lo moralmente aceptado. Al principio eran relativamente castos;
tocamientos disfrazados de juegos cariñosos entre un padre y una hija como hace
todo el mundo. Con los años esos juegos perdieron su esencia bucólica,
ensuciándose cada vez más por su mente enfermiza y fueron a mayores.
El abanico de abusos era de lo más
variado. Desde inocentes roces públicos, a menudo enmascarados como distraídos
cachetes en el trasero que se detenían en los glúteos más de lo debido, pasando
por magreos en mis incipientes senos bajo la ropa cuando mamá no podía verle o
inclusive colarse en mi habitación en mitad de la noche y masturbarse hasta
eyacular sobre mi cuerpo desnudo o en mi boca entreabierta, dándome a beber su
esencia, obligándome a tragarla convirtiéndome así en cómplice de su
depravación. Ambos compartimos ese secreto maldito, ese lazo de esperma que
solo me hace odiarlo más.
Lo peor vino cuando comenzó a
obligarme a participar de forma activa. Claro que le he mentido a Mikel sobre
mi nula experiencia en el sexo; no puedo contarle que todas las noches masturbo
a mi padre y dejo que después me folle la boca hasta el final para calmarle.
Eso le rompería el corazón y lo peor, lo apartaría de mi lado. A saber, qué
pensaría de mí si adivinase que esos labios que con tanta pasión besa están a
diario manchados de la sucia esencia de mi propio padre.
Nunca he disfrutado del sexo oral
hasta conocer al amor de mi vida, por suerte al monstruo de mi padre nunca se
le ha ocurrido ir más allá. He podido enmascarar mi experiencia oral siendo
torpe adrede con Mikel. Él me mira con condescendencia y hace esfuerzos para no
inmutarse cuando mis dientes rozan peligrosamente su zona genital. Me gustaría
entregarle mi boca de forma completa, demostrarle todo lo aprendido durante los
abusos que comete mi padre, pero debo reprimirme, parecer inexperta y primeriza
o descubrirá mi secreto.
2
de septiembre.
Esto es un desastre. Escribo esto al
borde de las lágrimas, mis padres han descubierto mi embarazo. Con los
controladores que son no han tardado en darse cuenta de mi cara descompuesta y
mis constantes visitas al baño para vomitar en las mañanas.
Mi madre me llama puta pecadora e
insiste en “deshacerse del error” como ella llama a mi bebé. Por lo visto eso
de cumplir con los preceptos católicos empieza fuera de casa, de puertas
adentro se hace lo que haga falta para salvar las apariencias. No hay poder humano que me obligue a
deshacerme de esta criatura, es producto del amor entre Mikel y yo
Hay algo que no deja de atormentarme
¿Mikel se alegrará al saber que será padre? ¿Qué tipo de padre será? Mi corazón
me dice que nos defenderá con sus garras cuando estemos juntos, que nada
impedirá que estemos juntos y que querrá a esa criatura por encima de todo y de
todos.
9
de septiembre.
Nos hemos embarcado rumbo a Londres
antes de que mi vientre comience a crecer y los vecinos empiecen a hablar.
Solos padre y yo. Mamá se queda para guardar las apariencias e ir a misa todos
los días. No es que no me hable, es que ni siquiera me mira. Para ella soy el
mismo demonio.
Teóricamente asistiré durante este
curso a un colegio de aquí para perfeccionar mi inglés. Papá justifica su
ausencia anunciando que va a poner en marcha una sucursal de su gabinete en la
City.
En cuanto nos hemos metido en el
barco me ha hecho una propuesta para que pueda tener al bebé. Cuando la he
escuchado no daba crédito, no se puede ser más ruin. ¿Cómo se le ocurre
plantear eso a una hija? ¿Qué clase de monstruo es? No he tenido más remedio que aceptar. ¿Qué
otra cosa podía hacer? Que Dios perdone a
ese engendro del mal, yo jamás lo haré. Resistiré, resistiré por mi bebé y por
Mikel; sé que él vendrá por nosotros, solo debo sobrevivir hasta mi mayoría de
edad.
No tengo valor para transcribir lo
que me ha exigido ese mal nacido. Sinceramente no sé si podré tener toda la
fortaleza para aguantar este infierno, sólo el recuerdo de los besos de Mikel
me reconforta.
23
de septiembre.
Hoy por fin lo ha hecho… me siento
sucia. Lo odio y me odio, pero si quiero que este bebé nazca… es el precio que
debo pagar. Era eso o abortar, no había otra opción. Le pido al universo que
jamás permita que Mikel descubra esta abominación. Mi vida es una pesadilla,
comparto cama con mi propio padre.
Nos ha tomado unos días instalarnos
en este coqueto chalet, a unos treinta kilómetros de la ciudad, apartado de
todo y de todos, justo lo que mi padre deseaba para consumar su malévolo plan.
El acuerdo, extorsión más bien, es simple: si me dejo violar, me permite tener
al bebé. Si no, no. Así de sencillo… y así de cruel. No hay más.
Se ha establecido entre los dos un
acuerdo extrajudicial claro y sin letra pequeña, a diferencia de los que
acostumbra a firmar ese monstruo. El contrato se extiende más allá del
nacimiento del retoño. Tras el parto, una vez cumplida la cuarentena, volverá a
entrar en mí a su voluntad hasta mi mayoría de edad, momento en el cual, si es
mi deseo, nos dejará ir para no volver jamás o permaneceremos a su lado con las
mismas condiciones.
Me ha dejado claro que, si me voy,
será un viaje sin retorno: mi padre renegará de mí y me desheredará, como si me
importase algo su sucio dinero. Si me niego o muestro el más mínimo signo de
oposición me separará de mi hijo o hija para siempre. Conozco lo suficiente a
Eneko Aspe para saber que cumplirá su amenaza sin ni siquiera pestañear
buscando alguna argucia jurídica que me incapacite como madre. Aceptar su
propuesta es la única forma de que siga al lado de mi bebé cuando nazca.
Asco, asco y desprecio por mí misma
es lo que he sentido al entregarle mi cuerpo. Por si fuera poco, no le ha
bastado con haber logrado su objetivo, el muy cabrón me lo ha hecho delante de
una cámara. ¡Lo ha grabado todo! ¡La violación de su propia hija! Todavía creo
que todo esto es una pesadilla de la que me despertaré muy pronto.
Papá me ha obligado a grabar una
confesión por mi parte de que hago todo esto de forma voluntaria. Desconozco si
tiene validez legal ya que todavía no soy mayor de edad, pero lo he hecho. Haré lo
que tenga que hacer por mi bebé. Espero que Dios me perdone. Y Mikel también.
12
octubre.
Ha vuelto a hacerlo. Cada vez sus
exigencias son más locas. Está enfermo.
Tal como me ordenó lo he esperado
sobre su cama con solamente la camisa del colegio inglés al que se supone que
acudo entreabierta sobre mi cuerpo. Sentada sobre mis talones, con las rodillas
separadas y mostrándolo todo, me ha obligado a rogarle para que me follara
frente a la cámara. Ha hecho que me comportase como la más vulgar de las
prostitutas, gateando como una zorra en celo o estrujando con fuerza mis pechos
hinchados por el embarazo mientras hacía movimientos obscenos con mi lengua
simulando una mamada. Después me ha cubierto los pechos con sus babas y chupado
los pezones hasta hartarse, como si quisiera beber una leche que todavía no
tengo. Siento náuseas cada vez que
percibo su olor impregnando mi piel o el tacto de sus manazas sobre mi
cuerpo. Cuando se ha cansado de meterme
mano me ha colocado a cuatro patas y, con la cara pegada a la almohada y los
ojos bañados en lágrimas, me ha obligado a separar mis labios vaginales frente
al objetivo y suplicar por su polla.
-
Eres
una puta, Maite -me ha gritado antes de darme una contundente cachetada en el
culo de forma violenta, arrancándome un chillido de dolor.
Jamás hasta hoy me había pegado, ni
siquiera de niña tras alguna travesura. Nunca. Está claro que ni mamá ni él me
ven como a una hija, soy sólo un objeto más de la casa.
-
¡Puta, muy puta y sucia! - ha vociferado
mientras marcaba la silueta de la palma de su mano en mi glúteo una y otra
vez-. ¡Eres mía! ¿¡Lo entiendes, pedazo de zorra!? ¡MÍA! ¡Sólo yo puedo
tenerte! ¡Tu cuerpo es mío y de nadie más!
Después de vociferar, insultarme y
darme golpes ha comenzado el verdadero tormento. Colocándose tras de mí me ha
montado como si no fuese su hija, como si acabara de conocerme, como si fuese
una perra, no más que un pedazo de carne. Ni siquiera me queda el consuelo de
que haya sido amable por el simple hecho de estar embarazada; me ha penetrado
de una forma impersonal y violenta mientras lo grababa todo. Igual que a una
desconocida, igual que a una vulgar prostituta.
Me siento sucia. Su asquerosa polla,
minúscula en comparación a la de mi amado, no ha perdido el tiempo y ha
perforado mi coño sin estimularlo previamente. ¡Cómo ha dolido! En lo físico y
en lo afectivo. Mi vulva estaba seca, ha sido imposible que lubricase mientras
esa bestia me montaba. No concibo que mi propio padre pueda tratarme así.
Le odio, le odio con toda mi alma.
Juro que jamás le daré un orgasmo, este es mi castigo, pero el suyo también.
Puede tener mi cuerpo, pero mi mente o mi placer no.
No ha durado mucho, se ha corrido
por completo al poco de empezar la cópula. Su nauseabundo semen ha llenado mi
coño, aliviando un poco el ardor y aumentando mis ganas de vomitar.
Parece que a lo que tiene que venir
no le ha gustado mucho cómo le ha tratado su abuelo. Me da igual lo que me haga,
pero si daña al feto no se lo perdonaré nunca.
Algún día me vengaré de Eneko Axpe.
En esta vida o en la siguiente. Lo juro.
4
de diciembre.
Estoy esperando una niña. Por un lado,
me ilusiona porque es lo que yo deseaba, pero por otro me aterra. La mirada de
satisfacción en el rostro de Eneko al saberlo no me vaticina nada bueno. Cito
“con ella sí lo haré bien” y lo más inquietante es que lo ha dicho mientras
eyaculaba sobre mi vientre tras pegarme y follarme muy duro.
He aprendido a encarar sus
violaciones lo mejor posible. Mi mente sale de mi cuerpo mientras el monstruo
me usa y me convierto en un ser inerte, sin vida, sin alma al menos. Imagino que mi espíritu vuela junto a mi
amado y permanece con él hasta que todo termina, hasta que debo volver a tomar
posesión de mi maltrecho cuerpo para cuidar de mi pequeña. He leído algo de
eso, viaje astral lo llaman. Yo lo llamo instinto de supervivencia. Es
inasumible para mi mente lo que hace mi propio padre con mi cuerpo. No lo
asimila.
Evadiéndome de este modo trato de
convencerme de que no soy yo la que está abierta de piernas bajo ese monstruo
mientras bufa y jadea como un cerdo seboso. Que no es a mí a quien le susurra
palabras soeces al oído intentando inútilmente excitarme., Que no es en mi
vientre hinchado donde se corre sin el menor cuidado, como un puerco, a escasos
centímetros de su futura nieta.
Cuando termina conmigo anuncia a los
cuatro vientos lo que me va a hacerme durante los días sucesivos. Supongo que
piensa que su mediocre estrategia incrementará un hipotético placer que jamás
experimentaré cuando la realidad es que sus vaticinios son un tormento que me
hacen sentir insignificante y desamparada.
Lo odio. Odio a mi padre. Sé que no
es cristiano lo que deseo, pero ojalá se muera ahora o mejor cuando lo tengo
encima, dándolo todo. Sueño con que le
da un infarto mientras me folla y que lo descubren así los de la funeraria,
desnudo sobre mí, atada y vestida con mi uniforme de colegiala. A veces deseo que todo se sepa. Luego me
acuerdo de mi niña, separo mis piernas y aguanto.
Lloro mucho, aunque intento que no
sea en su presencia. Es alimentar el ego del monstruo y no pienso hacerlo.
13
de diciembre.
Odio mi cuerpo. A diferencia de mi
voluntad es débil. Papá ha aprendido a
estimularme con los dedos lo suficiente para que me humedezca y, aunque sigue
sin obtener mi orgasmo mental, el físico, muy a mi pesar, sí lo ha arrancado de
mi coño literalmente. Puede pasarse horas metiéndome los dedos hasta
lograrlo. No obstante, sigue sin
conseguir que me corra mientras me monta y es lo que más le enfurece. He
descubierto que no tiene gran aguante, así que son unos dos o tres minutos de
martirio un par de veces al día. Sus polvos son como un jarabe para la tos, un
mal trago que hay que pasar para poder seguir con tu despreciable vida. Tarda
más en correrse cuando me folla la boca, es lo más desagradable, pero de
momento puedo lidiar con ello, aunque el sabor de su semen me da arcadas. Me
dan ganas de arrancarle la polla de un solo bocado. Luego pienso en la criatura
que depende de mí e intento calmarme, ser sumisa y me lo trago todo.
12
de enero.
Cada vez me duele menos cuando me
mete los dedos. Supongo que mi cuerpo es más sabio que yo y prefiere concederle
a mi padre una victoria pírrica a modo de orgasmo mediocre antes que seguir
sufriendo o, lo que es mucho peor, poniendo en peligro la integridad del
feto. Aun así, lo odio, debería
permanecer imperturbable como mi mente y aguantar la tortura sin venirse abajo.
Pienso mucho en Mikel. Espero que no
se haya olvidado de mí. Me mata que no sepa que va a ser padre.
17
de febrero.
Odio que Eneko toque mi vientre. Me
repugna que lo acaricie con esa malsana intención de querer dañar a mi bebé que
irradia su mirada. Me dice cosas muy sucias y guarras mientras me viola,
mientras me fuerza e introduce su mugrienta polla en mí; me parece vomitivo. Lo
peor es que antes lo hacía mirándome a la cara y ahora lo hace con sus sucios
ojos fijos en mi vientre, como si se las dijese a mi pequeña princesa en lugar
de a mí y eso me enferma. Me penetra tan duro que parece querer arrancarla de
ahí antes de hora y se corre muy adentro tal vez queriendo dar de beber a mi
pobre bebe su esencia. Es asqueroso.
Conforme mi barriga crece y crece lo
noto cada vez más excitado. No sé si eso es malo o bueno. Por un lado, temo que
la dañe, pero por otro reduce el tiempo del coito a la mínima expresión, apenas
aguanta una docena de arremetidas antes de derretirse. De un tiempo a esta
parte a Eneko también le ha dado por eyacular en mi abdomen. Me da un asco
tremendo sentir sus manazas extendiendo su simiente por mi barriga dejándola
brillante y con su aroma. Por mucho que me duche varias veces al día no logro
desprender de mí el sucio aroma del incesto no deseado por mi parte.
Ya no me ve como su hija. ¿Alguna
vez lo hizo? Para él soy simplemente un objeto, una muñeca hinchable con la que
satisfacer sus necesidades físicas o, como mucho, un contenedor, un envoltorio,
una caja de cartón que aloja lo que verdaderamente desea. No deja de repetirlo
una y otra vez, que conmigo cometió errores pero que, con la que ha de venir,
no los repetirá.
Se llamará Ainara, sé que ese nombre
le gustará a Mikel, una vez me comentó que era un lindo nombre, así que nuestra
pequeña llevará ese nombre que de alguna manera escogió su padre.
19
de marzo.
Hoy ha sido el día del padre en
España ¿Cómo le estará yendo a Mikel? Pienso mucho en él. Me aferro a su
recuerdo para poder resistir cada uno de estos miserables días en este país
lluvioso y hostil.
Mi pequeña es bastante revoltosa y
no deja de dar patadas cuando papá se acerca, como queriendo defenderse, como
si de verdad supiese lo mala persona que es. Será una luchadora como su padre.
Le irá bien en la vida. Lo sé.
Eneko ha querido que le hiciese un
regalo. Le he gritado que, aparte de que no se lo merecía por ser el padre más
horrible del mundo, no podía comprarle nada teniéndome aquí recluida todo el
tiempo sin salir nada más que al jardín de la parte de atrás de la casa.
Supongo que le avergüenza tener una hija como yo aún a miles de kilómetros de Bilbao;
pasear con una adolescente barriguda y ojerosa por Londres no debe ser plato de
gusto para él.
Mientras se bajaba la cremallera del
pantalón le he hecho ver que los regalos no se piden, que está feo, pero le ha
dado lo mismo: se lo ha cobrado con mi cuerpo en contra de mi voluntad. Ha sido
horrible.
Estas últimas semanas del embarazo
se están haciendo muy duras. Estoy hinchada, no puedo dormir y me duele todo.
El doctor que viene a visitarme todos los días me ha prescrito descanso, pero
ni con esas ese animal ha dejado de follarme. Estoy convencida de que el médico
lo sabe, sabe que mi propio padre me viola y el muy cabrón lo calla. Las libras
que papá le da aplacan su mala conciencia, supongo.
Con el fin de preservar la
integridad de mi pequeña he convencido al monstruo para que deje que sea yo la
que me coloque encima suyo cuando follamos. Esto me da cierta libertad y evita
golpes que podrían resultar funestos para el feto, el médico cómplice dice que
el final de mi embarazo está cerca. Considero que esa postura es menos
arriesgada para mi princesa pese a que le da a ese animal total acceso a mis
cada vez más voluminosos pechos. Me los
estruja con violencia mientras lo monto, siento como que me los arranca, es
tremendamente doloroso. Hay veces que incluso me retuerce los pezones mientras
me llama puta o me escupe a la cara.
Es el mal hecho carne, verme sufrir
le excita, está claro. No es una intuición, es que me lo ha dicho mientras me
azota: cuanto más lloro durante el abuso más dura se le pone y más a gusto me
folla.
Sus palizas y violaciones son
castigos arbitrarios, sin la menor provocación por mi parte y eso me aterra. No
hay una causa, ni siquiera una pauta y eso me hace estar en tensión
constante. A veces se acerca sin más y
hace que se la chupe o me toma del cabello hasta que caigo en el suelo para
después llevarme de aquí para allá tirando de mi corbata escolar como si fuese
una perrita. Intento aguantar todo lo posible para no darle esa satisfacción,
pero llega un momento en el que me ahogo, ya no puedo más de puro dolor y rompo
a llorar. Entonces, en lugar de consolarme como un buen padre, se vuelve loco y
me obliga a cabalgarlo con violencia hasta que se corre, apretando la prenda
que rodea mi cuello hasta casi asfixiarme.
A veces, bastantes, disfruta de mi
cuerpo colocándome a cuatro patas sobre la cama y me penetra vaginalmente. Le
excita levantarme la falda a cuadros y hacer fotos a mi culo expuesto mientras
introduzco mis braguitas en la boca. Después me folla a su gusto y sin contemplaciones.
Mi opinión o mi estado físico no cuentan.
Siguiendo con nuestro pacto se hace
lo que él quiere. Duermo todos los días en su cama, a su lado, en todo momento
a su disposición. Me siento como una puta.
Por lo visto Mamá se ha trasladado a
mi habitación y ha comenzado a decorarla con adornos para la niña. Sigue sin
querer hablar conmigo directamente por teléfono, lo hace a través de mi padre.
Dice que, como he sido una mala hija, está claro que seré una mala madre.
Hoy ha sido distinto, me ha costado
adivinar lo que pretendía. Eneko me sigue obligando a utilizar el uniforme
completo, corbata incluida, cuando me viola a pesar de que hace tiempo que no
puedo abrocharme la camisa. Mi aspecto con la ropa escolar y la barriga
hinchada es grotesco, pero aun así quiere que la utilice. No hay que ser
adivina para saber que eso le excita. Al
principio me instaba a usarla sólo cuando teníamos sexo, ahora quiere que lleve
el uniforme de un colegio al que jamás he asistido todo el tiempo. El muy
cabrón me ha comprado unos cuantos, no deja que me ponga otra cosa ni para
acostarme. Es un enfermo fetichista de los uniformes escolares.
Cuando hoy me ha obligado a ponerme
en esa postura tan poco habitual he notado algo extraño. Suele grabar las
violaciones de forma recurrente, sé que las guarda en el ordenador de la
habitación oculta, pero hoy había un montón de cámaras rodeando la cama. Las
alarmas han saltado cuando me ha atado las muñecas al cabecero, normalmente lo
hace cuando cubre de llagas mi trasero. Le he preguntado varias veces lo que
quería hacerme sin obtener respuesta. No estaba preocupada por mí sino por el
bienestar de mi pequeña pasajera. Cuando
ha comenzado a darme azotes en el culo con la correa del cinturón he pasado
mucho miedo. Ainara no dejaba de moverse, sin duda no le ha gustado cómo me ha
tratado su abuelo, he perdido los papeles y, chillando como nunca, me he orinado
sobre la colcha. Creí que iba a parir en ese momento, que había roto aguas,
pero afortunadamente no ha sido así. Papá no dejaba de reír como un sátiro
mientras me azotaba. Después se ha desnudado del todo colocado tras de mí con
parsimonia. Al principio creía que se había equivocado, que su pito merodeaba
mi entrada trasera por error, magullada y dolorida por los azotes, mas no ha
sido así: papi sabía muy bien lo que hacía. Tras no pocos intentos a cuál más
torpe y doloroso me la ensartado por detrás con nula delicadeza y mucha mala
leche, llevándose por delante la virginidad del tercero de mis agujeros. Ha
sido horrible, parecía que algo se rompía en mi cuerpo y, por si fuera poco, ha
tardado mucho más de lo habitual en correrse en las profundidades de mi
intestino. Las cámaras han grabado todo mi sufrimiento a saber con qué fin. No
entiendo quién puede excitarse viendo algo así.
Para finalizar me ha mostrado lo que
él ha considerado el adorno perfecto: un plug anal, una especie de larga cola
azul, a juego con el uniforme, acabado en una punta de acero que ha terminado
también en el interior de mi orto magullado bajo ráfagas y ráfagas de
fotografías.
Me ha dicho que, como regalo para
él, lo debo llevar al menos una hora todos los días para dilatar mi esfínter
entrenarlo para albergar su polla. Se supone que la sodomía es pecado como
también lo es el incesto, incluso el adulterio. Obviamente eso le da lo mismo
cuando me la mete, está claro.
Después me ha vuelto a violar varias
veces a lo largo de la jornada. Cada vez que recuperaba fuerzas lo tenía
dentro. Ha sido el peor día del padre de mi vida, en cambio a él se le veía muy
satisfecho corriéndose sobre mi cara.
Cabrón hijo de puta.
27
de abril.
Ainara nació el día de ayer, es una
hermosa niña. Tiene una abundante mata de cabello castaño igual al mío. ¡Tiene
los ojos de Mikel! Mi padre dice que es normal que tenga los ojos claros al
nacer, que cambiarán a marrones más adelante, pero yo sé que no será así. Mi
corazón vibra al ver en los ojitos de mi niña los del único ser al que he amado
antes de ella. Casi me muero cuando el monstruo la arrancó de mis manos. No me
quedé tranquila hasta que me la volvió a traer un par de horas después para
darle el pecho.
Papá probó mi leche y se excitó
tanto que me pidió que se la chupase pocas horas después de haber parido, en la
habitación privada del hospital donde estaba ingresada. Él quería hacerlo con
la niña presente con la excusa de que era muy pequeña para darse cuenta de
algo, pero me negué en redondo. Eso no estaba dentro de nuestro despreciable
pacto puede usarme como le venga en gana, pero siempre en privado.
Recuerdo que mi negativa le enojó
bastante. Muy molesto me follo la boca como el animal que es, sin el menor
pudor, sin nada de cuidado. Yo estaba muy nerviosa, podrían habernos
descubierto en plena mamada. Estoy convencida de que eso, en lugar de
disuadirle, todavía le ha puesto más cachondo, le ha salido más esperma que
nunca.
Poco después de aliviarse la
enfermera entró en la habitación y me preguntó que cómo era posible que las
comisuras de mis labios estuviesen manchadas de ese modo tan extraño.
Ruborizada como un tomate me excusé en mi mal nivel de inglés para esquivar la
respuesta.
13
de julio.
Hemos regresado a Bilbao, pensé que
la presencia de mi madre calmaría al monstruo de mi padre. Resumiendo: no ha
sido así. Por el contrario, la ha hecho
partícipe de mi desgracia y cómplice de sus actos: la ha mandado comprar media
docena de uniformes de mi colegio de siempre, los del colegio inglés estaban
tan estirados que hubo que tirarlos.
Han trasladado mis cosas al
dormitorio principal. Ainara dormirá con mi madre en lo que antes era mi
antiguo cuarto. Por lo visto yo ocuparé el puesto de mi madre en el lecho
conyugal. Mi tormento no ha hecho más que comenzar, por lo visto.
En cuanto hemos llegado al
aeropuerto mamá me la ha quitado a Ainara de las manos y se ha puesto a hacerle
mimitos. A mí ni me ha saludado. Al
llegar a casa no han dejado que la viera más allá de lo estrictamente
necesario, para darle el pecho y poco más.
Papá ha vuelto a pegarme y a
follarme antes incluso de abrir las maletas. A su propia hija, en su propia
casa, en su propia cama, con su esposa y nieta bajo el mismo techo… es
terrible.
Odio que tanto el uno como la otra
toquen a mi hija, me consume un oscuro pensamiento que me invade cada vez que
los veo junto a ella: me aterra que quieran hacer con ella lo mismo que
conmigo.
*****
Ainara tuvo que detenerse, tenía los
ojos tan llenos de lágrimas que no le permitían seguir leyendo. Se vio tentada
de salir coger el cuchillo carnicero y enterrarlo en la garganta de Eneko,
quería destruirlo, que sufriera. Decidió saltarse algunas páginas, hasta llegar
a las fechas un poco antes del suicido de su madre.
*****
15
de enero.
Estoy desesperada, no puedo
soportarlo mucho más tiempo. Solo unos meses me separan para obtener nuestra
libertad. He ido sondeando a Lorena, al menos para que me eche un cable al
irme, lo justo para buscar a Mikel. Sé que él aguarda el momento para nuestro
encuentro, ¿Estará al tanto de la existencia de nuestra niña? Ainara es toda
una princesita. Lo más bonito del mundo.
Tengo dudas de Eneko. No creo que
esté dispuesto a cumplir su pacto y permitirnos ir de esta horrible casa.
Papá se ha vuelto más posesivo y
salvaje cuando me viola. Me lo hace muy a menudo, utiliza pastillas para
mantenerse erecto y alargar mi tormento.
Casi agradezco que me lleve a su habitación prohibida para follarme,
allí donde guarda sus juguetes, disfraces, látigos y esa odiosa cámara de fotos
con la que no deja de apuntarme. Prefiero eso a que me lo haga en su habitación
o, lo que es peor, en cualquier otro lugar de la casa, con Ainara ya
correteando de aquí para allá por los pasillos.
La pobrecita descubrió el plug anal de larga cola olvidado bajo una cama
y tuve que buscar una excusa para ocultarle el verdadero uso de tal horrendo
artefacto. Es terrible, tengo que sacarla de este maldito lugar cuanto antes.
*****
14
de febrero.
Hoy ha pasado algo muy alarmante:
mamá ha venido con un uniforme nuevo para mí… y otro muy similar para Ainara.
He notado el abultamiento en la entrepierna del monstruo cuando la ha visto con
eso puesto, es terrible. ¿Es que no va a respetar ni a su propia nieta? Cuento los días que faltan para ser mayor de
edad y alejarla para siempre de su lado. He podido soportar a duras penas todo
lo que ese animal me ha hecho, pero no estoy dispuesta a que mi pequeña pase
por ese infierno. Antes lo mato.
Es el San Valentín más triste de mi
vida, sólo me consuela que será el último que pase lejos de mi amado. Te quiero
Mikel, allá donde estés.
*****
Ainara pasó las páginas
adelantándose un poco al final. A partir
de ese punto las entradas eran más breves; unas cuantas líneas escritas de forma
apresurada, con trazos poco claros, garabatos escritos con prisa. Como no iban
fechadas desconocía el tiempo transcurrido entre unas y otras, pero intuía
estaban escritas poco antes del funesto desenlace.
*****
Algo no va bien… la actitud de Eneko
se ha tornado más agresiva durante sus violaciones. Con el tiempo había llegado
a un punto donde sus vejaciones terminaron siendo tolerables, esto ha dado un
giro, es peor que al principio, su locura va en aumento. Lo noto muy molesto,
cada vez me folla con más saña y ha desarrollado una inquietante parafilia…
asfixiarme con la corbata de mi uniforme escolar hasta que pierdo la
consciencia. Cuando despierto lo veo
encima de mí, penetrándome de forma animal, con la mirada inyectada en sangre y
dándome duro, muy duro, como si desease hacerme daño. No me gusta lo que veo en sus ojos cuando lo
hace y mucho menos el que se le haya escapado el nombre de Ainara varias veces
al follarme. No hay que ser adivina para saber lo que pretende. Jamás lo
permitiré. Le rajaré el cuello si es necesario, pero no tocará a Ainara
mientras yo esté viva.
*****
Hoy noté que el diario no estaba
exactamente como lo dejé. Tal vez me esté volviendo paranoica. Tengo miedo, si Eneko ha llegado a leer lo
que aquí relato… es capaz de cualquier cosa.
Hoy volvió a llevarme a la
habitación prohibida, esa que tiene cerrada a cal y canto y cuya llave pende de
su cuello de forma alocada cuando me destroza por dentro. A veces la miro
fijamente mientras lo hace, cualquier cosa con tal de no ver esos ojos
inyectados en odio y sangre que me taladran. Solo me lleva ahí cuando está
verdaderamente furioso. Habré hecho algo o simplemente tiene un mal día y le
apetece desahogarse conmigo. Está
insonorizada por lo que se emplea a fondo en ella: me hace de todo para que
grite y, muy a mi pesar, lo consigue.
Cada vez que entró ahí quiero
morirme, tiene una pared llena de fotos mías durante sus abusos. Montones de
juguetes sexuales, cámaras, cajas y estantes con material de su pecado; mi ropa
interior llena de su semen, como si se tratase de trofeos y el maldito
ordenador donde almacena los vídeos y fotos que me toma.
Lleva un tiempo que le ha dado por
utilizarme de inodoro cuando estoy ahí adentro, no se puede caer más bajo. A
veces lo hace directamente sobre mi cara o inclusive en mi boca, pero ha
descubierto una nueva manera de torturarme. Utiliza un embudo, un envasador
adaptado para aliviarse y, a la vez, abusar de mí. Yo tengo que arreglármelas
para ir tragando su repugnante orina conforme se va llenando o no me deja
respirar. Le ha salido tanto que he estado a punto de desvanecerme, la dichosa
corbata dificulta mucho la maniobra de tragado. Es agobiante.
No he podido con todo y se ha
derramado sobre el suelo. Se ha cabreado mucho y, para calmarse, ha sacado su
horrible cinturón a pasear. El muy cabrón elige zonas poco visibles para
masacrar mi cuerpo y que nadie lo note. Después me ha hecho unas fotos tirada
en el suelo desnuda, llorando a lágrima viva, rebozada en su orina.
Luego me puso en la boca su pene
para que lo limpiase y después me ha follado en sobre el charco de pipí para,
finalmente, obligarme a lamer con la lengua lo derramado hasta dejar el piso
impoluto mientras él revisaba y guardaba los videos con mis vejaciones. A veces
me obliga a verlos mientras me masturba torpemente, otra hace que se la chupe
arrodillada bajo el escritorio. Puedo
pasar horas ahí abajo, chupando un pellejo fofo e inerte. Es un monstruo. Lo
odio con toda mi alma.
Si tan solo pudiera arrancarle la
llave del cuello… con ella tendría las pruebas que necesito para justificar su
abuso ante las autoridades, sé que sin pruebas es su palabra contra la mía.
Sinceramente no sé si me atrevo a que esos videos salgan a la luz. No podría
mirar a Mikel a los ojos y descubrir su decepción tras ver lo que hago o lo que
digo en esas odiosas películas, no lo soportaría.
*****
Una semana, solo una semana me
separa de mi libertad. Tengo todo planeado, al menos el principio. Luego me las
apañaré. Seré libre y el maldito cerdo de mi padre no podrá tocarme otra vez.
Nunca más podrá poner sus asquerosas manos en mí ni en mi hija. Espero que se
pudra en el infierno, lo odio.
También odio a mi madre por su
silencio cómplice mientras papá me tortura, pero sobre todo por no dejar que me
acerque a mi tesoro. Es como si quisiera suplantarme. Duermen juntas en lo que era mi antigua
habitación y se encarga en todo lo concerniente a Ainara con la excusa de que
yo soy todavía una cría y que no sé hacer esas cosas. Incluso le está enseñando
a la niña a llamarme por mi nombre, como si yo fuera su hermana mayor, una
extraña, o alguien que viene de visita.
Pronto no podrán tocarme, y lo más
importante, alejaré a estos monstruos de Ainara, mi pequeña tendrá una vida muy
diferente a la mía. Sé que Mikel la amará tanto como yo la amo. ¡Mi hermosa
niña será muy feliz con su papi! Deseo tener a Mikel otra vez sobre mí y
purifique mi cuerpo con el suyo, es el único hombre que me ha dado el verdadero
placer. ¡Cómo lo amo!, ¡cómo lo deseo! Eneko no me ha robado ni un solo orgasmo
con su pene en estos años, y no lo hará jamás, porque no es más que un maldito
violador. Quería que yo lo venerase, que lo amase, pero eso jamás sucederá. No es
más que un desgraciado infeliz. ¡Solo unos pocos días! Aguantaré por ti,
Ainara. Mamá te quiere sobre todas las cosas y pronto viviremos las dos felices
junto a tu padre.
*****
Y luego nada… esa era la última
entrada escrita por su madre. Ainara revisó una y otra vez el diario, pero a
partir de ese punto no era más que una sucesión de hojas amarillentas por el
paso del tiempo sin el menor resto de escritura.
Una idea se instaló en su mente como
grabada con un hierro ardiente, algo que llevaba un tiempo sopesando y que, al
leer el diario de su malograda madre, confirmó: Maite Axpe no sé quería
suicidar, por el contrario, quería vivir, luchaba por alcanzar su felicidad
junto a ella y a Mikel. Algo le había pasado poco antes de alcanzar su sueño.
En contra de lo que siempre había
creído por las historias que le contaban sus abuelos descubrió a la mujer
fuerte, valiente, que aguantó como una campeona los embates de su padre
violador. Maite no tenía nada de frágil, era una verdadera guerrera. Ainara
nunca se había sentido tan orgullosa de ser su hija. Nunca antes sintió tanto
odio hacia otras personas como el que profesaba a sus abuelos.
- Estoy segura que no te suicidaste,
mamá. Tranquila, te juro que este crimen no quedará impune. Papá y yo haremos
pagar al hijo de puta de Eneko –murmuró con odio, apretando los puños-, te lo
prometo.
Ainara soltó el diario como si
quemara, cada fibra de su cuerpo se debatía entre el miedo, el asco y una
desconocida sed de venganza. Miró el reloj de la pared; 3:12. Con cuidado
regresó el diario a su escondite. Sabía que en sus manos tenía obtener el arma
definitiva para destruir a Eneko Axpe. Solo tenía que andarse con pies de
plomo. Si se apresuraba, corría el riesgo de terminar igual que su madre. Tenía
que ser paciente y seguir su ejemplo: ser fuerte y aguantar lo que fuese.
Salió de la biblioteca casi en
puntillas, recordando su fallida incursión al ballet en sus primeros años de
vida. Encontró a su abuelo completamente noqueado, roncando en medio de la
alfombra de la sala. Tenía la camisa medio abierta y confirmó lo que Maite
relataba: de su cuello colgaba una llave.
Su primer instinto fue agarrar la
pieza metálica y abalanzarse hacia la puerta cerrada del despacho, cargar el
ordenador y salir de allí huyendo hacia la comisaría más próxima. Pronto
desestimó esa alternativa: dada la postura en la que quedó su abuelo era
inviable hacerse con la llave sin que este se despertase y, si esto sucedía,
todo lo demás carecía de importancia. Pese a la diferencia de edad la ventaja
física del viejo era evidente, ni aun borracho le hubiese sido posible zafarse
de él. Si ya había matado una vez probablemente sería capaz de volver a hacerlo
para preservar su secreto más repulsivo.
La joven optó por ser prudente y
dejarlo para una mejor ocasión. Estaba tan superada por lo leído en el diario
de su madre que no podía pensar con claridad.
Se encerró en su cuarto y trató de serenarse. Después cogió su ordenador
y escribió un correo electrónico, programando su envío para un mes. No pensaba
quedarse de brazos cruzados, este serviría como prueba incriminatoria si algo
llegaba a suceder. Lo programó a todos sus contactos, tendiendo a la tecnología
de su lado al menos si algo pasaba, en esa ocasión Eneko no se iría de rositas.
-
No
sé cómo, pero te prometo que me haré con esos vídeos -le dijo a la foto que
tenía al lado de su cama, de su madre con ella en brazos-. Destruiré a Eneko
Axpe así sea lo último que haga -espetó con determinación-. Te lo juro, mamá.
Están tan bien descritos los maltratos y vejaciones que recibió Maite por parte de su padre Eneko, que me provocan un mal cuerpo y unas ganas enormes de que termine atravesado a todo lo largo por un espeto, haciéndose a fuego lento, para producirle una larga y dolorosa agonía.
ResponderEliminarAhora a esperar cómo se desarrolla la historia. Espero que triunfen Maite, Mikel y Ainara.
Si bien es cierto que la historia es bastante fuerte, no es menos cierto que también está muy bien lograda, te hace sentir rabia e impotencia por lo vivido por Maite. Recomiendo leerlo escuchando Experience, de Ludovico Einaudi, aumenta la experiencia de angustia de la protagonista del relato. Saludos, gracias por la historia
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