Arco Iris
Por Kamataruk
Nota: Este relato es totalmente inventado, sus protagonistas no existen ni existieron nunca.
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La adolescente se despertó sobresaltada. Apenas habían pasado unas horas desde que su primera “actuación especial” terminó. Varias convulsiones en su estómago le anunciaron que la excesiva ingesta de alcohol, drogas y esperma durante la fiesta de despedida de soltero iba a tener consecuencias inmediatas. Apartó de su pecho la mano de su último amante adulto que, desnudo y ajeno a su malestar, dormía la mona a su lado. Abandonó la cama pasando por encima del otro desconocido con el que compartía lecho y salió dando tumbos de la habitación de la casa rural perdida en el Valle del Roncal en busca del cuarto de baño, esquivando varios juguetes sexuales desparramados por el suelo. Todo le daba vueltas y el ojete le ardía a rabiar, efectos secundarios propios de su primera experiencia con las drogas y el sexo anal.
Uno de los espejos del pasillo le devolvió su imagen, una muy alejada de la habitual, impropia de una adolescente. Su estado era deplorable. Tenía todo el cuerpo pegajoso, restos de semen trufaban su cara, cabellos, pechos y muslos y en su boca permanecía el regusto a varios fluidos corporales que no eran suyos. Una de sus fosas nasales se presentaba empolvada con algún tipo de sustancia pulverulenta y blanca. Se sentía fatal. No pudo examinarse demasiado, tuvo el tiempo justo para alcanzar la taza, arrodillarse frente a ella y echarlo todo.
Tras las primeras arcadas Jana se encontró algo mejor. Carecía de la experiencia en las actuaciones especiales de las otras integrantes del grupo y no toleraba los excesos como ellas. Le zumbaba tanto la cabeza que no escuchó al tipo que se situó tras ella. Sólo se dio cuenta de su presencia cuando una mano poderosa agarró su cadera, alzándola por el abdomen, y notó cierta presión en el esfínter anal. Intentó resistirse, lo último que deseaba en ese momento era sexo y mucho menos por ese dolorido agujero.
¡No… no me apetece, por favor! No me encuentro bien. ¡Déjame!
El tipo no encajó bien la negativa. Tanto él como el resto de la manada habían pagado un dineral por la “actuación especial” del grupo musical juvenil. El mánager les había asegurado que podían disponer de ellas a su voluntad y todavía faltaba algo de tiempo para que expirara el plazo. Cirujano de éxito acostumbrado a ordenar y ser obedecido, simplemente quería lo suyo, ni más ni menos.
No te hagas la estrecha ahora, putita. Creo que mi polla es la última que falta por entrar ahí detrás.
¡No, no quiero! - Chilló Jana.
Me da lo mismo, yo sí
El tipo, todavía enajenado por el efecto de las drogas, se comportó como un animal. Verga en mano, sodomizó a la cría valiéndose de su superioridad física sin importarle lo más mínimo sus protestas y llantos.
Apoyada en la taza con ambas manos, Jana chillaba tras cada embestida. Gritó pidiendo socorro conforme su culo se iba dilatando y asimilando centímetro tras centímetro de carne dura y extraña. El tipo lo dio todo y no dejó de empujar hasta que el acople fue completo. Las contorsiones y gritos de dolor de la adolescente, lejos de adormecer el instinto del macho, alimentaron su lujuria y todavía la empotró con más fuerza. El inodoro actuó como improvisado altavoz para los lamentos de la nínfula cuyo orto comenzó a sangrar.
Los gritos de Jana eran desgarradores y molestos para alguien con resaca, tanto que él quiso acallarlos hundiendo la cabellera de la rubia hasta el fondo de la taza. Como no consiguió lo que buscaba, pulsó el botón que accionaba el mecanismo del agua para sofocar la protesta, manteniéndola ahí mientras la enculaba.
Las consecuencias fueron funestas dado el cóctel de sustancias ingeridas por la joven y la falta de oxígeno. Cuando él explotó lo hizo ya dentro de un cuerpo carente de vida. Completamente ajeno a tal circunstancia no se detuvo hasta que su sed de carne fresca se dio por satisfecha y estalló dentro de Jana, ya cadáver.
La muerte de Jana constituyó un escándalo y destapó un complejo entramado de prostitución juvenil ligado al mundo de los grupos musicales para preadolescentes que hirió de muerte a ese otrora fulgurante negocio de los ochenta y noventa.
Esta es la historia de Jana Hansen, la última y por desgracia más famosa integrante del grupo musical Arco Iris.
*****
Leticia no había tenido suerte en su vida. A principios de 2006 volvió al hogar familiar en la capital del Ebro después de casarse muy joven y vivir en el extranjero tras dejar la carrera de violonchelo en el conservatorio. Su matrimonio con un diplomático noruego, aparentemente idílico pese a la considerable diferencia de edad, fue en realidad traumático. Después de varios años de aguantar innumerables infidelidades y abusos dijo basta y volvió a España. Cuando regresó a la casa paterna no lo hizo sola, la acompañaban un montón de cardenales, cicatrices en la espalda, mucha vergüenza y Jana, su única hija.
Su madre las acogió con agrado pero su padre, católico, apostólico y romano, no llevó nada bien lo del divorcio de su hija. Chapado a la antigua, era firme defensor de que, cuando uno se casa, se casa para siempre y que los maltratos son cosas privadas del matrimonio que no deben airearse, cosas que deben permanecer en el ámbito familiar. Paradojas de la vida, él jamás le pegó a su mujer, lo consideraba una cosa impropia de un hombre de bien.
Leticia se conservaba bien a sus treinta y pocos años pese a lo amargo de su matrimonio. Permanecer ociosa y disponer de servicio doméstico durante ese tiempo le había permitido ir a gimnasios, centros de belleza y cuidarse mucho lo que, junto a su privilegiada genética, le daban una apariencia de MILF bastante apetecible para los hombres. Alta y morena, de mirada penetrante, con un trasero suculento y bastante bien dotada de pecho, seguía siendo el blanco de las calladas miradas de los hombres de todas las edades, como cuando era la adolescente más bonita del barrio.
Jana, por el contrario, era un terremoto rubio de poco más de trece años. Heredó el físico de la familia paterna, todos altos, rubios y con la cara salpicada de pecas, que le daban un aspecto travieso y alocado. Sus padres habían intentado encauzar desde muy niña su hiperactividad con clases de ballet y danza con un éxito relativo. Se le daba muy bien de forma innata, en cambio la constancia requerida para destacar no era una de sus virtudes.
Como no podía ser de otro modo Leticia estaba preocupada por su hija tras el regreso a España. Temía que no se adaptase a su nuevo colegio católico, el de Las Paulas, el mismo al que ella había asistido durante su niñez. Jana entendía a la perfección el idioma, más allá de una o dos palabras sueltas cuyos significados se le escapaban, ese no era el problema. La cuestión es que había perdido su círculo de amistades y ser la nueva no era fácil, más teniendo en cuenta que el curso había comenzado y que los grupos de amistades ya estaban conformados.
Las actividades extraescolares propias del centro educativo estaban completas a esas alturas de año, y más aún las relacionadas con el baile. Jana era extrovertida, no obstante le estaba costando hacer nuevas amigas. Además su cuerpo experimentaba cambios sustanciales, con la llegada de la regla y el crecimiento de sus senos, que sin llegar a ser exagerados, se hacían cada vez más evidentes. Sus caderas en cambio permanecían prácticamente rectas con lo que se marcaban más los perfectos abultamientos que habían brotado en su pecho.
Preocupada, un día la mamá fue a ver a la orientadora del colegio. No le dijo más que vaguedades y consejos inútiles. Recogió a Jana y cuando ya estaban a punto de salir por la puerta vio un cartel con unos logotipos que le eran familiares.
¡Arco iris! ¡Todavía existe, no puedo creerlo!
¿Qué es, mamá?
Era… o por lo visto sigue siendo un grupo musical de chicas del colegio. Actuaban por toda España, hasta en el extranjero. Incluso llegaron a salir bastantes veces en televisión. Recuerdo que hacían audiciones todos los años. Yo estaba loca por ser una de ellas pero tu abuelo no me dejó, decía que no era de chicas decentes. Tenían mucho éxito y todas las niñas queríamos formar parte del grupo. Me parece curioso, creí que ya no existían. ¿Cuánto tiempo hace de todo aquello? Veinte años o incluso más. ¡Madre mía, cómo pasa el tiempo!
¿Y qué hacen?
Pues cantar y bailar canciones infantiles. Repito que creía que habían desaparecido. Aquí dice que pasado mañana es la audición para las nuevas aspirantes. ¿Por qué no te presentas? Bailas genial y cantar no se te da nada mal. Harás amigas e incluso conocerás sitios muy bonitos de toda España. Es posible que viajes al extranjero incluso.
No sé… tal vez no sea tan buena como dices, mami.
¿Buena? Eres increíble. Bailas desde los cuatro años, se te da de miedo hija.
Bueno, no sé. ¿Y qué crees que dirá el abuelo?
Leticia vibró con esa rebeldía adolescente que permanecía aletargada en su interior pero que sacaba de vez en cuando a pasear.
¡Que diga misa!
¡Mamá! ¡Estás loca! ¡Si él te oyera decir eso…!
¡Que le den! No dejaré que ese gruñón malcarado amargue tu vida como hizo con la mía.
*****
¡Venga que llegaremos tarde!
Pero todavía falta media hora.
Seguro que hay muchas chicas, es mejor llegar temprano para pillar a los seleccionadores descansados .
De repente la mujer recordó algo.
¿De qué color llevas la ropa interior?
Jana la miró estupefacta.
¿A qué viene eso, mamá?
Tú contesta.
Blanca, ¿por?
¡Gracias a Dios! Recuerda: jamás lleves ropa interior amarilla durante una actuación. Las cantantes profesionales dicen que trae mala suerte.
La niña rió la ocurrencia.
Lo que tú digas, mamá.
Cuál fue la sorpresa de Leticia al comprobar que solamente ellas se presentaron a la audición, el pasillo del colegio católico estaba desierto.
Supongo que no tienen tanto tirón como antes – murmuró la mujer algo decepcionada -.
La audición en sí consistió en una pequeña entrevista personal, una breve prueba de canto y otra de baile algo más prolongada. Jana las pasó con soltura, una vez que se deshizo de los lógicos nervios. Se valió de su experiencia en el ballet para desenvolverse en el escenario con su desparpajo natural vestida con su uniforme escolar. Al finalizar una bella joven les emplazó a seguir en contacto.
Pasó algo más de un mes. Leticia ni se acordaba de la audición y recibió una llamada telefónica. Le preguntaron si podía acudir ella sola al colegio para hablar del asunto del grupo musical.
Le atendió un hombre que rozaba los sesenta, muy amable y educado llamado Pascual y su hija Mamen, la misma muchacha rubia que había dirigido el casting. Él se presentó como el mánager general del grupo, creador y su “alma mater” y su acompañante como la coreógrafa principal además de ex integrante del mismo. Leticia le echó unos veinte años de edad, era casi tan alta como ella y tenía un cuerpo tan bonito, concretamente su escote, que incluso ella se sintió cautivada. Siempre había sentido una especial atracción por las mujeres generosamente dotadas pero jamás se había decidido a llevar a cabo sus fantasías; su padre la hubiese matado de haberla pillado en la cama con un hombre y no digamos ya con otra mujer.
Tenemos un problema con su hija.
¿Qué sucede? ¿No lo hizo bien?
¿Hacerlo bien? Al contrario, estamos encantados. Fue maravilloso verla actuar. Se nota que tiene experiencia en el baile, además de que maneja el inglés con mucha soltura y eso siempre es un punto importante a su favor.
El asunto – intervino la hija en un tono igual de meloso y amable–, es que el cuadro Junior que le corresponde su hija por su edad lo tenemos todo cubierto. Además su físico está tan desarrollado que parecería la hermana mayor de las otras niñas y eso desentonaría en el grupo.
Entiendo. Veré cómo se lo digo. Ya se había hecho ilusiones… y yo también.
No, no. No me ha entendido. Eso no tiene por qué ser malo…
Deja que lo explique yo, papá. Verás Leticia… puedo tutearte, ¿verdad?
S… sí, claro….
Necesitamos chicas para el grupo de las mayores, las Senior.
¿Las Senior? No entiendo.
No sé si lo sabes pero en realidad el grupo Arco Iris está dividido en dos rangos de edades. Las pequeñas, las Junior, actúan en colegios y barrios única y exclusivamente de Zaragoza. Las mayores o Seniors son las que, además de eso, viajan por toda España e incluso al el extranjero.
Ah… ya lo comprendo. No sabía eso - apuntó Leticia haciendo verdaderos esfuerzos para no detenerse más de la cuenta en el generoso escote de la rubia. Estaba realmente azorada por su cercanía y su perfume fresco -.
Como entenderás ambos grupos están formados por más chicas de las cinco que se ven en el escenario, de forma que pueden cubrirse las sustituciones por enfermedad, vacaciones familiares, estudios y cosas así.
Hubo un tiempo – intervino Pascual - en el que el éxito fue tal que inclusive teníamos varios cuadros Junior y Seniors que nos permitían acudir a distintos eventos el mismo día pero desgraciadamente aquellos tiempos ya pasaron.
Resumiendo y por no entretenerte más: el grupo Junior ya está cubierto. Por desgracia el Senior está incompleto, de hecho la menor de ellas ya ha cumplido los quince y ni siquiera llegamos a las cinco imprescindibles.
Entiendo.
Cuando alcanzan la mayoría de edad las niñas deben abandonar el grupo, así está en nuestros estatutos. Por supuesto que pueden hacerlo antes cuando quieran aunque están tan comprometidas con el grupo que ninguna lo ha hecho antes de tiempo sin tener otra de relevo ya en la recámara. Es la primera vez que nos vemos en esta disyuntiva y estamos muy preocupados.
Si no incorporamos a una nueva miembro pronto tendremos que prescindir de él de momento y eso es un problema: las pequeñas se fijan en ellas como ejemplo y son su motivación para seguir actuando.
Oh… vaya.
Queríamos ofrecerle a Jana incorporarse al grupo de las Seniors. Si me permite la expresión, mataríamos dos pájaros de un tiro: la niña podría actuar y nosotros mantendríamos el cuadro de las chicas mayores. Es el que nos da más publicidad y visibilidad en los medios de comunicación.
Entonces ¿Jana tendría que bailar y cantar con chicas mayores que ella?
Exacto, pero no te preocupes, somos como una pequeña familia, nos ayudamos los unos a los otros. Incluso ellas la ayudarían si lo que te preocupa es que pierda horas de clase por las actuaciones y los ensayos. Además, al ser un grupo del mismo colegio, digamos que el plan de estudios se adapta a nuestras necesidades. No hay problema, nuestras integrantes suelen tener unas notas excepcionales. Tenemos muy claro que la prioridad a estas edades es el estudio.
Leticia dudó.
No sé, la diferencia de edad es considerable.
No crea, dos años apenas se notan. Además Jana está bastante crecidita, me refiero a que se le ve una chica muy desenvuelta y está tan desarrollada que nadie notará la diferencia.
Sí, descaro y atrevimiento no le faltan… - rió la mujer-.
Se ensaya tres días a la semana durante dos horas, algo perfectamente compatible con su jornada escolar, aunque al principio no hará falta que venga a las sesiones de los viernes, son para perfeccionamiento y lo primero es aprender lo básico. Piensalo, por favor. No te arrepentirás.
Los beneficios que se generan van directos al comedor social de la parroquia y siempre caen regalitos como vestidos, bisutería y cosas así para las niñas. Como ves todo son ventajas.
Cierto, parece todo fantástico. Lo hablaré con ella y les contesto, ¿vale?
De acuerdo. Muchas gracias.
Leticia lo consultó con Jana y la balanza se desequilibró hacia el sí de inmediato. La niña, alegre por naturaleza, también había sufrido las consecuencias del divorcio y con todo eso del grupo infantil sus locuaces ojos azules volvieron a fulgurar como antaño. La mamá no podía negarse si eso le hacía feliz a su niña.
Mamen se entusiasmó al conocer la noticia. Leticia lo interpretó como un cumplido. Estuvo tentada de invitar a la rubia a tomar un café con cualquier excusa sin embargo siguió reprimiendo sus impulsos sexuales y no lo hizo. Tal vez más adelante, pensó engañandose a sí misma, intentando infundirse un valor que no tenía.
Jana rebosaba alegría durante los días previos al primer ensayo. Le hicieron llegar un DVD con el repertorio de las canciones más conocidas y las coreografías para que se fuera habituando a ellas. La niña no dejaba de canturrear las letras todo el tiempo, bailaba incluso en la ducha, tanto fue así que se sabía todas las canciones del repertorio antes incluso del primer ensayo.
Cuando Leticia traspasó las puertas del colegio le surgieron dudas pero se recordó a sí misma de adolescente y la frustración que sintió al no haber tenido ni siquiera la opción de pertenecer al grupo musical del colegio y sus reticencias desaparecieron. Antes muerta que parecerse a su padre.
Hola, ¿qué tal estáis? – dijo Mamen recibiendo tanto a la niña como a la madre con una afable sonrisa.
Bien – respondió Jana algo cohibida.
¿Nerviosa?
Un poco.
No te preocupes, verás como todo va bien. Las chicas son fantásticas, te sentirás integrada en el grupo enseguida. Somos una gran familia, una gran familia musical y feliz. “Todas juntas”, ese es nuestro lema.
¡Qué bien!
Me gustaría quedar algún día contigo, Leticia. Ya sabes… para hablar de cosas del grupo y todo eso.
Va… vale…
¿Te parece bien cenar el sábado? Si a tu pareja no le importa, claro.
Mami y papá están divorciados.
Oh, vaya… lo siento…
¿El… sábado? E… está bien. Por mí bien.
Entonces perfecto. Ahora deberás disculparnos, los ensayos son privados.
Claro, claro.
Hasta el sábado, Leticia.
La joven esperó a que la mamá abandonase la sala y se dirigió al grupito de adolescentes que, ajenas a todo, charlaban alegremente sobre el escenario.
¡Chicas, chicas! ¡Venid aquí un momento, por favor! – dijo Mamen.
La primera en acercarse fue Alexia, la más veterana de todas. A sus casi diecisiete años era la lideresa del grupo y principal solista. Su cabello se mostraba inusualmente largo, castaño claro y liso. A Jana sus rasgos faciales le parecieron casi perfectos, como salida de una revista. Compensaba la escasez de volumen de sus pechos con unas piernas largas y fibrosas y, sobre todo, con un bonito culo que no dejaba de mover. Bailaba muy bien y, si bien en general era una buena amiga de sus amigas, a veces resultaba algo diva y dominante con el resto de sus súbditas.
Pegada a ella, como una buena lacaya, se presentó Bea, una adolescente de etnia gitana de su misma edad. Sus rasgos raciales se presentaban en ella en todo su esplendor, con su cabellera negra, ondulada y brillante. Los ojos oscuros resaltaban en su rostro aunque a Jana se le antojó su mirada entre triste y nerviosa, como si quisiera decirle algo y no se atreviera a hacerlo. Con diferencia era la menos habladora del grupo y muy reservada. Sin duda se trataba de la mejor amiga de Alexia y vivía siempre a la sombra de esta. En realidad cantaba y bailaba mucho mejor que su amiga pero no tenía la personalidad suficiente como para salirse de su regazo.
Cristina, la tercera en el escalafón, poseía tal vez el rostro menos agraciado del grupo pero su contundente delantera se meneaba de manera ostentosa durante las coreografías. Pelirroja y algo bajita, con no muy buena voz, a sus dieciséis años tenía problemas para estar en el grupo por sus malas calificaciones. Todos sabían que si aprobaba las asignaturas era por la intercesión del señor Pascual y no por su inteligencia.
El cuarteto, quinteto ya, se completaba con Desi, la hermana pequeña de Alexia. Llevaba unos meses dentro del grupo de las mayores aunque tenía muchos años de experiencia en el de las pequeñas. A sus quince años era muy habladora e infantil. Físicamente era la versión mini de su hermana mayor, con poco de todo, incluso menos pecho que Jana, aunque carecía de su carisma y dotes de mando.
Esta es Jana y va a pertenecer a nuestra pequeña familia a partir de ahora. Sé que es más joven de lo habitual pero os aseguro que va a hacerlo fenomenal, ya lo veréis.
Mamen no se equivocaba. Acostumbrada a las complicadas coreografías de ballet, los bailes infantiles no supusieron ninguna dificultad a la nueva. Bajo la tutela de la coreógrafa y con la ayuda del resto de las muchachas el ensayo transcurrió entre risas y bromas. De la parte del canto se ocupaba el señor Pascual en persona. El ambiente se tornó más serio aunque el hombre fue muy amable con las chicas. Jana tuvo que aplicarse a la hora del canto, más por vergüenza que por falta de capacidad, pero al hacerlo en grupo pronto tomó la confianza para cantar algunas estrofas en solitario y en inglés.
Al acabar el ensayo de canto Mamen se les acercó:
Venga, chicas… todas a la ducha. Cris, tú no; ve al despacho de mi padre primero.
Sí, Mamen.
Las cuatro chicas acompañadas por la adulta se dirigieron a las duchas. Apenas entraron en el vestuario las veteranas comenzaron a desnudarse. Jana se quedó un tanto sorprendida por su total desparpajo y falta de pudor. En su casa siempre se había mantenido un ambiente bastante reservado y la desnudez de sus miembros se mantenía en privado. Se trataba de una ducha conjunta, las mayores fueron entrando en ella. Entre chillidos y protestas por la temperatura del agua Desi las acompañó. Jana se mostró indecisa sin saber qué hacer.
¿Qué te pasa, Jana? - preguntó Mamen.
Nada, no pasa nada.
Pues quítate la ropa y entra. Has sudado mucho, no vayas a resfriarte.
Y sin mayor dilación la adulta se despojó de la ropa y uniéndose a las muchachas. Fue Desi la que salió en busca de la menor del grupo.
¡Venga, ven! No seas tímida.
Jana se desnudó y bastante ruborizada ocupó su lugar en el centro del grupo. No tardó en fijar la mirada en el resto de las chicas. Era la primera vez que veía a otra hembra desnuda así de cerca, a excepción de su madre. Intentó resistirse, pero su naturaleza curiosa le hizo fijarse en los cuerpos que la rodeaban. Se recreó en las oscuras areolas de Bea y en el perfilado trasero de Alexia pero lo que de verdad atrajo su mirada, al igual que a su madre, fueron los contundentes pechos de Mamen. Eran dignos de admirar.
Eres muy bonita - Apuntó Alexia.
¡Vaya tetitas que tienes!
¡Desi! Esa boca. Pero es cierto, tienes unos pechos muy bonitos Jana - sentenció la coreógrafa asintiendo con la mirada.
Gracias - balbuceó la niña nada acostumbrada a los comentarios amables sobre su cuerpo.
Jana descubrió que las otras chicas estaban depiladas. La matita de pelo casi albino que poblaba su sexo estaba fuera de lugar. También Mamen tenía el pubis rasurado. Jana la miró con admiración: tenía unas piernas larguísimas y bien torneadas, un cuerpo fibroso con unos senos muy desarrollados y firmes. Al igual que a su mamá le costó apartar la vista de ellos.
¿No has traído jabón?
No sabía que había que ducharse.
Tranquila, nosotras te ayudamos.
Antes de darle tiempo a protestar las muchachas procedieron a enjabonar el bonito cuerpo de Jana. La atacaron por todos lados, sin malicia, como un juego. Ella se sintió un poco incómoda pero no quiso parecer arisca el primer día en el grupo y se dejó hacer. Alguien le puso jabón en la mano:
Venga, haz lo mismo con nosotras. No tenemos toda la tarde.
Fue la primera vez que tocó el cuerpo de otra chica. Descubrió la turgencia de aquel compendio de senos juveniles, traseros firmes y cuerpos fibrosos y no le disgustó. Abrumada por sus sensaciones no se atrevió a asearles las zonas más íntimas aunque su sexo fue acariciado por todas y cada una de las hembras, en especial Mamen, que se recreó en sus pliegues con la excusa de limpiarla bien. Una vez la adulta comenzó con sus tocamientos no quitó la mano de ahí.
Las mejillas de Jana fueron puro fuego en pocos segundos, le ardían casi tanto como su vulva. La chica conocía su cuerpo, no es que se tocase a diario pero sabía cómo hacerlo gozar aunque aquel día descubrió que se sentía mucho más placer cuando era una persona experta la que la acariciaba. La mujer la estimulaba de forma suave y certera mientras hablaba indiferente con el resto de las muchachas que actuaban entre sí del mismo modo, como si masturbarse mutuamente fuera algo ordinario. A Jana le temblaron las piernas al implosionar, embargándole un ardor primero y un orgasmo después acompañado de un más que audible jadeo que simplemente fue acogido con risas por el público asistente, sin darle más importancia al mismo, ya que fueron varias las muchachas las que terminaron en el mismo estado. Después del orgasmo colectivo el aseo siguió sin más incidencias.
Mientras se secaba Jana se sintió confundida, no sabía muy bien lo que había pasado. Todo había sucedido de forma muy natural y relajada, como si la paja recibida por la coreógrafa formase parte del ritual habitual de la ducha, ni más ni menos. No se sentía ofendida o víctima de un abuso, ni siquiera sucia, ni mucho menos culpable. Lo había disfrutado y a sus trece años no era muy dada a darle muchas vueltas a los asuntos y menos ante la naturalidad con la que el grupo había aceptado lo sucedido.
Cuando todas salieron de la ducha entró Cristina al vestuario relamiéndose los labios. Tenía el uniforme de baile mal abrochado y parecía tan acalorada como contenta.
Limpiate bien la cara en la ducha, la llevas toda manchada – dijo Mamen esbozando una sonrisa.
El resto de las chicas rieron abiertamente, Jana no supo el motivo. Se quedó embelesada viéndole las tetas a la pelirroja cuando se desnudó; en verdad se presentaban generosas, nada tenían que envidiar a los de la adulta. Sus areolas eran enormes y los pezones que las coronaban emergían erectos, presentando algún que otro enrojecimiento, como si hubiesen sido chupados o mordidos poco antes y brillaban como si algún tipo de sustancia se hubiera vertido sobre ellas.
Venga, vuela - le insistió la adulta a la tetona -. Tu padrastro va a venir a buscarte enseguida y supongo que querrás estar lista para él. Y Jana…
¿Sí?
Las normas básicas de las Archis son mantenernos todas siempre unidas y no contar a nadie lo que sucede ni en las actuaciones ni en los ensayos. Fuera de aquí tienes que ser una tumba ¿entendido? - dijo la mujer en tono amable pero firme -. Cúmplelas o serás expulsada del grupo de inmediato. ¿Quieres ser una de nosotras? ¿Quieres ser una Archi? ¿Serás capaz de cumplir estas normas? Recuerda, cuando digo a nadie es a nadie.
¡Sí, sí… claro! - Balbuceó la niña -.
Ni a tu madre.
Por… por supuesto.
Buena chica.
El viaje de vuelta a casa fue todo un monólogo materno. Jana, nerviosa, estuvo tentada por contar con pelos y señales lo acontecido durante el primer ensayo sin embargo no faltó a su palabra.
¿Y de verdad no vas a contarme nada? - Rió Leticia.
Nop.
¿Y eso?
Normas de las Archis.
¡Las Archis! ¡Qué bueno! Hacía mucho tiempo que no escuchaba esa palabra. Veo que estás totalmente integrada en el grupo. Entonces quieres seguir ¿no? A mí me haría mucha ilusión…
¡Siiiii!
A la niña se la veía entusiasmada y Leticia estaba feliz por ello. Aun con todo Jana cumplió a rajatabla la norma del grupo y no contó nada de lo sucedido a su mamá. La dulce sensación dejada por los dedos de Mamen en su sexo se lo impidió.
Capítulo 2:
Leticia, la mamá de Jana, estuvo muy nerviosa durante todo el sábado. Era la primera vez que se escapaba del yugo paterno desde su vuelta a su ciudad natal. El círculo de amistades previo a su matrimonio se había disuelto por diversas causas. No podía culpar a sus amigas: ella había sido la primera en dejar de contestar las llamadas desde el extranjero.
El viejo gruñón torció el gesto cuando la vio salir por la puerta. Nadie excepto una mente corroída por el odio podía considerar poco decoroso el atuendo elegido por su hija. Ciertamente el vestido elegido por la estilizada morena era ceñido y realzaba su bonita figura pero su escote era prácticamente inexistente y el pliegue de la falda no subía más que un par de centímetros sobre las rodillas. Tampoco su maquillaje era exagerado sino más bien sutil y delicado, apenas un poco de color y cremas para ocultar las ojeras. Detalles potenciadores de su belleza natural y del atractivo efecto creado por su largo cabello ondulado color azabache cayendo gracilmente por una espalda, eso sí, algo más descubierta.
¿A dónde vas así vestida? Pareces una zorra barata.
He quedado - repuso haciendo caso omiso del soez comentario paterno -.
Espero que esta vez mantengas las piernas bien cerradas y no traigas un bombo a casa como la última vez.
Leticia se retocó el maquillaje en el ascensor, no quería que Mamen supiera que había estado llorando amargamente en el rellano tras la ofensa. Su padre jamás le había puesto la mano encima, su forma de maltratarla desde niña había sido otra. Como decía su abuela: “La lengua no tiene hueso pero corta lo más grueso”.
Las palabras del viejo tuvieron el efecto contrario al deseado como sucedió tiempo atrás, con la mayoría de edad recién estrenada, cuando Leticia aceptó la propuesta de matrimonio del otro monstruo al quedarse preñada para huir de él. Salió del fuego para caer en las brasas en realidad.
Enrabietada por la ira, y siguiendo una tradición de las hembras nórdicas al venir a España, se deshizo del sostén y las bragas antes de tomar un taxi y entró al restaurante rabiosa, mostrándose extrañamente deshinibida con la voluptuosa rubia que la esperaba. Al principio la conversación durante la cena se limitó a las cuestiones sobre Jana y el grupo musical pero, conforme las copas de gewürztraminer fueron cayendo, surgieron todo tipo de temas, incluidos los personales. Se sintió muy a gusto con Mamen durante la cena, tanto que, al llegar a los postres, no sabía qué le gustaba más de ella: su bonita sonrisa, su tono de voz firme, su manera sensual de acariciarse el lóbulo de la oreja o el más que rotundo par de melones que se adivinaban libres de ataduras bajo su minivestido.
Leticia, perjudicada por el alcohol, amagó con irse después de la cena en un rapto de cordura pero la rubia la tomó de la mano, alejándola del camino de adoquines amarillos que llevaban hasta su casa, arrastrándola hasta lo más recóndito de El Tubo, el casco viejo de la ciudad.
Venga, vamos a tomar algo.
La morena intentó negarse sin embargo el sensual bamboleo de los pechos de su nueva amiga y el candor de una mano en su costado resultaron de lo más persuasivos:
Se hace tarde y creo… - dijo la mamá de Jana balanceándose ligeramente -, creo que estoy un poco mareada. No estoy acostumbrada a beber.
Vamos. La noche es joven. Pasemoslo bien, se nota que hace tiempo que no te diviertes. Una amiga mía tiene un local aquí cerca que es genial. Tomemos al menos una copa antes de que te vayas.
Vale… pero sólo una.
Por supuesto. Una nada más.
Las dos esculturales hembras deambularon por la zona más profunda de El Tubo agarradas por el talle. Entre risas, roces y bromas se plantaron frente a la puerta de un local conocido para una Leticia desbordante de felicidad.
Pero ¿dónde me has traído? ¡Esto es un bar de viejos! - rió -. Mi padre me llevaba ahí de niña a tomar el vermú los domingos.
Eso era antes, ahora es uno de los sitios de moda; te va a encantar. ¡Venga, adelante! La noche es joven.
¡Pero si hay chicas de seguridad y todo! ¡Si mi padre lo viese! ¡Hay una cola tremenda!
No pasa nada, conozco a la dueña. Entraremos enseguida. Lo vamos a pasar de lujo.
Sí, pero sólo una…
Que sí, que sí - rió Mamen controlando totalmente la situación-, una y a casita.
El ambiente dentro del bar era muy diferente a lo que Leticia recordaba. Los motivos taurinos y folclóricos casposos habían dado paso a adornos vanguardistas de diseños actuales; los patxaranes, anisados y la vetusta máquina de café a botellas de licores caros, frutas cortadas y útiles de coctelería moderna. Con todo el cambió más reseñable se había producido detrás de la barra. El bigotudo propietario y su oronda señora habían dado paso a un par de jóvenes camareras de amplia sonrisa, cuerpos fibrados y uniformes minimalistas. Leticia, desinhibida por el alcohol, repasó sus físicos de manera vehemente. Le gustó lo que vio.
¡Esto está genial!
¡Ya te lo dije!. Vamos a dejar los bolsos en consigna.
¿Y cómo llevamos el dinero?
No hace falta. Está todo pagado.
Leticia alucinaba. La clientela del local había cambiado de forma radical. Ni rastro de los viejos que miraban su culo indisimuladamente siendo una niña mientras ojeaban el periódico, ni del patético ludópata gastándose hasta la última moneda de su sueldo en las máquinas tragaperras, ni de la típica cuadrilla de trabajadores almorzando y hablando de fútbol con el palillo entre los dientes. Allí sólo había mujeres, jóvenes o no tanto, pero únicamente féminas de bastante buen ver en general. Tal circunstancia descolocó en cierta manera a una Leticia poco o más bien nada acostumbrada a lugares como aquel. Sabía de su existencia en algunas ciudades de Noruega pero desconocía que la moda de locales sólo para mujeres hubiese llegado hasta su tradicional y arcaica Zaragoza natal. Incluso pensó que tal vez el vino ingerido en la cena le estaba pasando factura y que todo aquello era debido al “delirium tremens”.
Un par de mojitos bastaron para arrastrarla cerca de la pista de baile, el tercero la hizo zambullirse en ella por completo. Perdió la cuenta de los que llegó a tomar mientras se movía al compás de ritmos de moda. Se sentía eufórica y libre. Mamen no le dio tregua desde el primer momento, no dejaba de acortar la distancia que separaba sus cuerpos y, si bien al principio Leticia rehuía el combate, llegó un momento en el que era ella misma la que buscaba el contacto con el mareante cuerpo de la otra fémina. Ebria de alcohol, sentía cómo sus pezones reaccionaban a las caricias en su cuello y notaba la inquietante humedad lubricando su sexo cuando una mano femenina recorrió su espalda. En un momento dado vio de reojo a unas chicas besándose y se sonrojó. Inconscientemente se separó de su acompañante algo incómoda por la situación ya que, agudizando la vista, se podían ver a varias parejas del mismo sexo haciendo algo similar.
¿Qué pasa? - preguntó la rubia acercándose de nuevo, susurrándole en la oreja.
No, nada.
Estás muy tensa. Hemos venido a pasarlo bien. Tienes que relajarte y dejarte llevar. ¿Sí?
Vale.
La posición permitió a Leticia disfrutar de la maravillosa visión casi íntegra de las soberbias prominencias de su nueva amiga; prietas y apetitosas. Su boca se humedeció. De repente, surgió desde muy adentro de su cuerpo la imperiosa necesidad de besar esos labios tintados de rojo que se acercaban peligrosamente a los suyos, invadiendo su espacio vital. Sintió un deseo irrefrenable de pecar, probar lo prohibido, traspasar la línea. Caliente como una tea, simplemente aceptó el consejo y se lanzó al vacío sin red.
Al principio, lejos de disfrutar el beso, estaba aterrada temiendo una reacción de rechazo; de hecho ya estaba hilvanando una excusa para justificar lo injustificable en caso de que eso ocurriera cuando recibió entre sus labios la aprobación de sus actos en forma de la lengua suave, fresca, dulce y sensual hasta rabiar de su compañera de baile.
A Leticia le pareció que el mundo se detenía. Hacía mucho tiempo que nadie la besaba así. De hecho estaba convencida que jamás alguien lo había hecho de una forma similar a como lo hizo su nueva amiga, ni sus primeros novios ni por supuesto el gorila de su ex marido. A ese cerdo le gustaba introducirle en su boca otro apéndice bastante más grueso, nauseabundo y con sabor al sexo de otra mujer.
Mamen le estaba haciendo vibrar como nunca sólamente utilizando su lengua, sus labios y las yemas de sus dedos en su espalda desnuda. Se mojó ahí mismo gracias al beso y las caricias, delante de una multitud de mujeres que no conocía y a las que parecía darles igual lo que estaban haciendo dos personas del mismo sexo. Sin censuras, reproches ni escándalos, haciendo natural y limpio lo que para otros es extraordinario y sucio.
Envalentonada por el éxito de su primera acción se animó a seguir más allá y, sin dejar de besar, quiso tocar. Si bien no estrujó los melones de la rubia como hizo con ella su primer novio sí que palpó de forma relativamente indiscreta uno de esos enormes senos con los que soñaba desde la primera vez que los vio. Por encima de la tela, lo alzó levemente, comprobando su dureza y peso, corroborando esa turgencia que ya dejaba adivinar el generoso escote que a duras penas lo cubría. Si lo pasó bien palpando, casi se vuelve loca al sentir una mano recorriendo su nalga firmemente. Su cuerpo, necesitado de cariño y, por qué no decirlo, de sexo reaccionó al contacto y se estremeció.
¿No llevas bragas? - le dijo la rubia en voz baja al oído esbozando una sonrisa.
No - confesó ella avergonzada.
Ni sostén.
Leticia no tuvo valor para hablar, simplemente corroboró la información con un gesto de su cabeza.
La noticia pareció dar alas a Mamen que, agarrándola de la muñeca, la condujo hacia lo más profundo del local no sin antes dejarla sin aliento con dos besos muy húmedos y profundos. Deambularon danto tumbos y besándose con pasión hasta llegar a una puerta custodiada por una tipa uniformada con cara de malas pulgas.
¡Ven, vamos! - Chilló Mamen pasando de ella y empujando a la escultural morena hacia el otro lado del dintel
Pe… pero… ¿Qué es esto? ¡Aquí no se ve nada!
¿Y para qué necesitas ver? Ven… Sígueme y déjate llevar. Disfruta y nada más.
Leticia actuó de manera instintiva amparada en el anonimato de la oscuridad. Chupó las tetas de Mamen pero también muchas más. Unas eran pequeñitas y turgentes y otras grandes y rotundas. Lamió coños ligeramente peludos y otros lampiños y jóvenes, muy jóvenes. Atribuyó a los efectos del alcohol que le pareciesen casi infantiles. No pensó nada, se limitó a vivir el momento. Diminutas lenguas en su coño la hicieron llegar a lo más alto una y otra vez. Ella también introdujo dedos en coños ajenos y devoró bocas a cual más lujuriosa hasta no poder más
De repente se abrió la puerta. La “segureta” malcarada bramó:
Chicas, es la hora de vuestra actuación.
Un enjambre de risitas llenó la sala y el coñito que tan a gusto devoraba Leticia se esfumó. No pudo determinar la cantidad de chicas que salieron corriendo grácilmente en la penumbra hacia la puerta, sólo pudo distinguir sus menudas siluetas. Tampoco tuvo mucho tiempo para fijarse, otra hembra anónima se aferró a sus pechos, le plantó el sexo en la cara y comenzó a menearse contra sus labios para darse gusto. La desconocida se corrió entre los labios de una Leticia en punto de ebullición. Siempre había preferido adoptar una actitud sumisa en la cama y aquella vez no fue una excepción. Disfrutó siendo tratada de esa forma tan dominante por otra mujer.
En diez minutos se cerrará la sala - Bramó un altavoz desde la nada.
Lentamente la luz fue ganando a la oscuridad. Leticia descubrió a Mamen moviendo la cadera sobre su cara, dándole de beber sus últimas gotas de esencia. También a un grupo de mujeres, el alcohol no le permitía precisar el número. Todas iban desnudas y, tras un momento de desconcierto, entre risas, comenzaron a intercambiar vestidos, zapatos y miradas cómplices. A Leticia todo le daba vueltas pero era tremendamente feliz. Ya llegaría el día siguiente, con sus viejos amigos resaca y remordimiento, en ese momento estaba eufórica.
Espérame aquí. ¿estás bien?
Creo que sí.
Voy a despedirme de la dueña y nos vamos. ¿Vale?
Vale.
Se demoró más de lo previsto. Leticia se moría por ir al baño.
No puedo más.
Leticia al volver del baño dejó a varios reservados a los lados. Las puertas estaban cerradas. De repente escuchó una canción que le era familiar. La tenía medio olvidada pero había vuelto a su memoria desde hacía unos días. De repente algo en su mente se le iluminó.
¡Qué curioso…! - murmuró llevando la mano hacia el pomo de la puerta.
Ya estaba a punto de entrar cuando Mamen apareció de la nada, agarrándola del talle y la alejó de allí.
¡Eh! No puedes entrar ahí …
¿Esa no es una de vuestras canciones? Qué raro que suene aquí…
Venga. Vayamos a mi casa.
Pero qué dirá tu padre.
Nada. Hace tiempo que sabe que me gustan las mujeres bonitas.
Aun así me da apuro.
Entonces nos quedaremos aquí.
Mamen intervino agarrando a la morena por el talle y le estampó un beso lúbrico, aprisionándola contra la pared. Leticia se sorprendió bastante por la reacción y se olvidó de la música, de su padre, de Jana y hasta de respirar. La rubia la llevó hacia otra de esas puertas y la empujó dentro de una sala mucho más discreta que la anterior, un nidito de amor para ellas solas.
Las ropas sobraban y pronto cayeron dispersadas por el deseo. Se devoraron vivas la una a la otra, se abrió de piernas y mucho para hacer la tijera con mamen. Comió, lamió y chupó todo lo que quiso a la rubia. Mientras su coño era devorado por otra mujer pensó en que su padre estaría satisfecho: juró que no volvería a meterse un rabo en su interior el resto de su vida.
*****
Pero ¿por qué la has llevado ahí?
Tenía que vigilar a las chicas, hay que hacer caja. Tú no dejas de gastar nuestro dinero en el casino, papá.
Contestó malhumorada Mamen mientras se quitaba la ropa.
Pero … ¿y si las hubiera descubierto?
Estaba tan borracha que no hubiera distinguido ni a la putita de su niña entre tanto coño.
Hay que tener cuidado.
Ya, ya. No me sermonees papá, estoy muy cansada. Me zumban los oídos.
Está bien, tú ganas.
Gracias.
Pero… serás una niña buena, ¿verdad?
Sabes que sí. Siempre lo soy.
Y tras ocupar el lugar dejado por su madre en la cama matrimonial buceó bajo las sábanas. Don Pascual se dispuso a disfrutar por enésima vez del sexo oral practicado por su única hija.
Sin duda tú has sido y serás siempre la mejor de las Archis, mi vida - musitó al eyacular entre sus labios de su única hija.
Capítulo 3 El ensayo especial
Los días se sucedían y Jana cada vez estaba más a gusto en el grupo. Notaba cómo el resto de las alumnas la miraban con cierta envidia y sus nuevas amigas hacían que todo fuese más sencillo en el instituto. En los ensayos las cosas iban todavía mejor. Los bailes ya no tenían secretos para ella, y si bien el señor Pascual no era tan efusivo en sus elogios como su hija Mámen, se le notaba bastante satisfecho con sus progresos. De hecho no tardó mucho en debutar con el grupo en un evento del Parque de Atracciones de Zaragoza. La adolescente demostró sus progresos delante de un par de cientos de espectadores entre los que se encontraban sus orgullosas madre y abuela. Como era de esperar el patriarca de la familia no había querido acudir al acto.
Rotatoriamente el resto de las muchachas pasaban por el despacho privado del manager tras los ensayos, lo que seguía siendo un misterio para la joven. Los tocamientos durante las duchas colectivas con las restantes se repetían entre risas. Jana aprendió a darse más placer gracias a las otras chicas que le enseñaron una y mil formas de estimular su coñito con maniobras que ella recreaba en la intimidad de su cuarto o durante su aseo personal. Cada vez se sentía más integrada en el grupo pero por lo visto todavía no lo suficiente como para compartir con ellas el ensayo especial de los viernes y eso le intrigaba. Medio en broma y medio en serio, intentaba descubrir detalles acerca del mismo de manera infructuosa y no terminaba de entender tanto secretismo ya que se suponía que ella era una integrante más del grupo. Tampoco Mamen volvió a compartir ducha con ellas, circunstancia que Jana acusó ya que nadie había conseguido elevarla hasta el cielo como la rubia en su primer día.
Un lunes eso cambió, sólo la adulta la acompañó en el aseo. A Jana le dio un vuelco el corazón al volver a tener a su lado a la escultural hembra desnuda y más todavía cuando esta, apenas comenzó la ducha, le cubrió las manos con jabón en abundancia.
Veamos lo que has aprendido estos días, bonita - le susurró al oído acercando la mano enjabonada a su propio sexo -. Tócame.
Y Jana desplegó todas sus artes con el voluptuoso cuerpo de su maestra, terminando las dos enroscadas en el suelo de la ducha. Tan concentrada estaba circunvalando el clítoris de la adulta con la punta de su lengua que Mamen tuvo que tirar fuerte de su cabello para que dejara de hacerlo y cruzar sus miradas.
¿Qué… qué sucede? ¿Lo hago mal?
Todo lo contrario, ya estás lista.
Lista… ¿para qué?
Contamos contigo para el ensayo del viernes. ¿Qué me dices?
A la rubita se le iluminó la cara.
¿De verdad?
Pues claro.
¡Por supuesto! Allí estaré.
Perfecto. Ahora sigue con lo que estabas haciendo, se te da realmente bien.
Y Jana, extasiada de ilusión, reemprendió la tarea encomendada con mayor ímpetu y ganas. Mamen comprobó lo mucho que había aprendido la adolescente durante esas últimas semanas, la rubita le estaba haciendo una limpieza de bajos más que notable.
Eres incluso mejor que tu madre - murmuró entre dientes -.
¿Qué… qué has dicho? No he podido escucharte.
Nada, nada. Tú, a lo tuyo.
La semana se le hizo eterna. Jana contaba las horas que quedaban para el ensayo especial, ese del que nada sabía. Se aplicó más si cabe en aprender las nuevas coreografías y canturreaba todo el tiempo el repertorio hasta el punto de que la propia Leticia tuvo que reprenderla más de una vez. Estaba tan ilusionada que, cuando el día señalado vio acercarse a Bea por el pasillo del instituto, creía que esta iba a comentarle algo acerca del evento. No se equivocaba aunque no en el sentido que ella esperaba.
No tengo mucho tiempo.
La chica parecía muy nerviosa, no dejaba de mirar de un lado a otro, como si temiese algo.
¿Qué sucede?
Por lo que más quieras no vengas al ensayo de hoy. Ni al de hoy ni a ninguno más. Deja el grupo, tú aún estás a tiempo.
Pero… ¿por qué?
¡No vengas! ¿Me oyes? Ni se te ocurra aparecer por el local hoy. Busca alguna excusa, la que sea, pero no sigas con esto. No tienes ni idea de dónde te estás metiendo, Jana. Olvídate del grupo, hazme caso, por favor…
Me… me estás asustando.
¿Así que estás aquí, Bea? - Bramó la voz de Alexia apareciendo de la nada - No te me duermas, que llegamos tarde a clase.
A la morena le cambió la cara, tornándose lívida en un momento.
Yo… yo… - comenzó a tartamudear.
¡Tú te vienes a clase y punto! Hasta luego Jana, nos vemos esta tarde. ¿No?
Claro - contestó ella muy sorprendida por el extraño comportamiento de sus amigas -.
El comienzo del ensayo fue normal. No le extrañó la presencia de cámaras de video ni que Mamen, cámara en mano, no dejase de hacerles fotos. El señor Pascual solía grabar los ensayos para mostrarles los fallos que cometían durante las coreografías y las fotos teóricamente iban a formar parte del libro que Mamen estaba escribiendo sobre la historia del grupo. Utilizar el vestido de Alicia en el País de las Maravillas de las actuaciones ya no era tan común. Como norma habitual solían utilizar ropa deportiva y calzado cómodo pero Jana se colocó todo tal y como hicieron las otras. Mientras se ajustaba la faldita, intentó buscar con la mirada los ojos de Bea pero la morena la esquivaba constantemente. No solía hablar mucho así que eso no la extraño demasiado y sin embargo la notó bastante más distante que de costumbre.
Súbete un poquito más la falda - le instó Desi dándole un azote amistoso en el trasero -, las canciones son las mismas pero las coreografías no y te molestará.
Entiendo.
Recuerda que todo lo que pasa en los ensayos debe quedar en secreto - apuntó Mamen -.
Por supuesto.
Bien. Pues adelante - les ordenó el adulto.
Espere, espere.
¿Qué sucede, Jana?
Que no sé la nueva coreografía.
Ah, no te preocupes. Haz lo mismo que las demás. Ya le irás cogiendo el punto. Y sobre todo, que no se te olvide sonreír a la cámara que está frente a ti
Vale.
¿Listas?
¡Sí, señor Pascual!
Empezaremos con el baile del sombrero, ¿de acuerdo?
Sí, señor.
Pues a la de tres: una, dos y… tres.
El hecho de conocer la música y que los primeros movimientos alrededor del sombrero de copa fuesen iguales a los que conocía infundió ánimo a la más joven de las muchachas. No tardaron mucho en salirse del guión establecido, tornándose más sensuales y provocativos alrededor del adorno masculino. Alexia marcó la pauta del resto de las muchachas y comenzó a desabrocharse los botones de la camisa frente al objetivo que las enfocaba. El resto de las veteranas la imitaron con el mismo entusiasmo, a excepción de Bea, a la que se le notaba bastante más tensa y torpe que de costumbre.
Jana tragó saliva y, al llegar al tercer botón, ese que ocultaba el inicio de sus pechos, se detuvo. La presidencia del señor Pascual le cohibía. Además las luces parpadeantes de las cámaras le hacían saber que estaban en marcha y no se sentía muy cómoda desvistiéndose frente a ellas. Sabía que aquello no estaba bien.
¡Venga! - Le susurró la pequeña Desi, sin dejar de sonreír ya en tetas - ¡Que te quedas atrás!
Haciendo de tripas corazón, ante el temor de ser rechazada por sus compañeras, la joven las imitó quedando en topless también. Al principio intentaba taparse pero pronto le fue imposible compaginar el recato con los pasos. La intensidad de los focos no le impidió descubrir a Mamen haciéndole fotos a ella casi en exclusiva. El baile prosiguió entre sonrisas, miraditas cómplices y tocamientos más o menos sutiles por todo su cuerpo, lo que consiguió que su sentimiento de culpa se adormeciera. Eso no fue óbice para que Jana, cuando le llegó el turno de quitarse las braguitas justo enfrente de la cámara y depositarlas en el sombrero, estuviese muy ruborizada. A partir de ese momento sólo la escueta faldita azul cubrió su sexo, al menos en parte, ya que la coreografía estaba repleta de saltos y contorsiones en el suelo imitando sin saberlo posturas sexuales que hacían que las partes íntimas de la niña apareciesen y desapareciesen de la vista del objetivo. Durante la segunda parte de la pieza, una Alexia ya sin nada de ropa, iba desnudando una a una al resto de las muchachas y repitieron lo realizado previamente con todavía mayor descaro. Movimientos lascivos, tocamientos de zonas erógenas, y azotes en los culitos se sucedían, entre risas y besos, para acabar las cinco sonriendo, tumbadas en el suelo abriendo completamente sus piernas y sexos delante de la cámara.
Muy bien. Muy bien. Jana, lo has hecho fenomenal. Bea no sé qué te pasa pero hoy no estás. Vestíos de nuevo, volvamos a empezar.
Los bailes del repertorio convencional se repitieron varias veces aunque todos tenían variaciones a lo largo de su desarrollo que hacían que las muchachas realizaran buena parte de las coreografías muy ligeritas de ropa o inclusive desnudas. Las cintas, pelotas, aros y otros adornos convencionales que solían utilizar el resto de la semana fueron sustituidos por fustas, penes de látex y vibradores que despojaban el ambiente de inocencia, tornándolo algo más morboso y pícaro.
Jana estaba nerviosa y feliz al mismo tiempo. Las muchachas no dejaban de animarla para que siguiera adelante a excepción de Bea que, si bien realizaba los ejercicios con la sensualidad y precisión que le caracterizaban, permanecía muda y con la mirada ausente. Jana creyó distinguir la presencia de alguna que otra lágrima en su bello rostro pero lo atribuyó al calor reinante en la sala.
La niña se dejó llevar por la calentura y la excitación hasta el punto de que, como número final, terminó lamiendo el sexo y las tetas de la voluptuosa Cristina sin importarle lo más mínimo la presencia de las cámaras o el señor Pascual.
Muy bien, chicas - gritó Mamen -.Ya es suficiente por hoy. Lo habéis hecho fenomenal. ¿Qué os parece una fiesta de pijamas para el sábado? La temporada de actuaciones se acerca y ya no tendremos tiempo para hacerla. Tenemos firmados un montón de contratos, viajaremos todo el verano de aquí para allá. Lo pasaremos fenomenal este año, ya lo veréis.
¡Bien!
¡Genial!
Fiesta de pijamas, ¿qué es eso? - preguntó extrañada Jana cuando la coreógrafa se separó del grupito de muchachas.
Una fiesta solo de chicas… - empezó a explicar Alexia.
… ya,ya… de chicas… - interrumpió la siempre alegre Desi -.
¡Calla, joder! - Bramó la capitana lanzándole un certero golpe en la nuca a su hermana.
¡Ay, me has hecho daño!
Eso te pasa por bocas. Decía que una fiesta de pijamas es una quedada, una fiesta de chicas. Cenamos pizza, vemos alguna peli, nos conocemos un poco…
Hablamos de chicos…
Sí, también hablamos de chicos. Nos maquillamos y nos probamos la ropa de Mamen.
¿La ropa de Mamen?
Claro, la fiesta siempre es en su casa.
También tiene otro montón de cosas muy interesantes.
¡Te quieres callar, pesada! Va a oírte.
Pero… y el señor Pascual, ¿no dice nada?
¿El viejo? ¡Naa! Se va a jugar al poker en cuanto llegamos y no vuelve hasta el día siguiente con muy mal genio y sin dinero.
Sí, juega fatal.
¿Qué me dices? ¿Te apuntas?
Jana abrió la boca con la clara intención de contestar afirmativamente pero la cara de Bea negando ligeramente con la cabeza la frenó.
Bueno, no sé. No creo que mi mamá me deje…
Pregúntale, lo pasaremos genial.
El grupito se disolvió ante la proximidad de la adulta.
Alexia, ¿puedes pasarte por el despacho de mi padre después de vestirte?
Claro, Mamen.
Lleva contigo a Jana, por favor.
No, mejor iré yo con Alexia- intervino muy nerviosa Bea -.
No, he dicho Alexia y Jana. No me gusta repetir las cosas, ya lo sabes.
Sí, claro - repuso la morena con resignación- . Yo sólo quería…
Tú deberías aplicarte más en lo que de verdad importa y hablar menos.
Lo siento.
Jana estaba excitada. La tarde estaba resultando especial, ya sabía en qué consistían los ensayos de los viernes y por fin iba a averiguar qué es lo que pasaba en el despacho del director antes de la ducha. Le había estado dando muchas vueltas al asunto y tenía varias teorías al respecto, teoría que en unos momentos iban a convertirse en certezas.
Estoy un poquito nerviosa - dijo Jana justo antes de traspasar la puerta.
Tranquila, lo harás genial.
¿Hacer qué?
Tú haz lo que yo y todo irá bien.
El señor Pascual era aparentemente una persona extrovertida y jovial con la gente pero se transformaba en un ser dominante y estricto cuando se encontraba a solas con las Archis. Era parco en palabras y su voluntad era ley. Jana ya lo había comprobado en sus propias carnes cuando la corrigió varias veces en los entrenos de forma poco amable. Por suerte Mamen siempre estaba al quite, suavizando las palabras de su padre, aunque diciendo exactamente lo mismo en el fondo. Ambos se tomaban aquello muy en serio y no toleraban ningún tipo de licencia a las chicas.
La ausencia de la coreógrafa en el pequeño despacho cohibió a Jana que optó por esconderse ligeramente detrás de su capitana. Les esperaba el señor Pascual sentado en su sillón, como siempre, aunque con su cámara de video en la mano enfocando hacia ellas.
Hola chicas. Pasad, por favor. Venid aquí.
Al rodear el escritorio se percató de una ligera diferencia en él. No era muy grande y más bien curva pero el pene permanecía a la vista de las chicas dada la inexistencia de ropa cubriendo la parte inferior del cuerpo del director.
Jana dio un respingo, aquello no entraba en ninguna de sus predicciones pero no dijo nada. Permaneció callada mientras Alexia se arrodillaba frente a él y se metía el pene en la boca a la vez que se deshacía de su camisa. Tras varias inserciones relativamente profundas dejó de chupar y se dirigió a su joven acompañante antes de reemprender la tarea con más ahínco:
Quítate la camisa o terminarás como Cris, siempre con la ropa manchada.
La adolescente no obedeció en un primer momento. Volvía a tener esa sensación de vértigo que sentía cuando era consciente de estar haciendo algo indebido, pero por otra parte no podía dejar de mirar cómo aquel pedazo de carne iba y venía a través de los labios de Alexia, tornándose cada vez más duro, menos flácido. Su boca se estaba humedeciendo y no sabía por qué. Sentía curiosidad y miedo a partes iguales.
¿A qué estás esperando? - Preguntó él visiblemente molesto -. Quítate la ropa, no tenemos todo el día.
¡Sí!
Jana peleó con los botones de su camisa y ganó.
Ven, arrodíllate junto a mí.
Vale.
Los ojos de la adolescente no podían dejar de mirar la punta del cipote, en especial la pequeña ranura que la coronaba. Brillaba gracias a las atenciones recibidas por parte de su compañera.
¿Habías visto alguna polla tan de cerca?
No, realmente no.
¿Ni siquiera la de tu papá?
La rubita negó con la cabeza.
Hace más de un año que no sé de él.
Qué lástima. Agarrala de aquí, como hago yo.
¿Así?
Sí. Muy bien. Ten cuidado con las uñas, no vayas a arañarla.
Vale.
Ahora dale un besito en la punta.
Pero ¿y el pipí que hay ahí?
Eso no es pipí.
¿No es pipí? Entonces, ¿qué es?
Bésala, confía en mí.
La niña obedeció y su dulce gesto vino acompañado de un ligero gemido por parte del agasajado. Impaciente y torpe, el adulto hizo ademán de agarrar a la rubia por la nuca con su mano libre y obligarla a darle placer más intensamente. Alexia estuvo atenta y lo detuvo discretamente, consciente de que Jana todavía no estaba preparada para eso.
¿Qué te ha parecido?
Parece pipí pero no es pipí.
Te lo dije.
¿Es sémen?- preguntó curiosa la más joven recordando sus clases de educación sexual recibidas en Noruega.
No, es un líquido que sale antes. El semen vendrá después, cuando hagas lo mismo que he hecho yo unas cuantas veces.
El macho manifestó su impaciencia con un leve carraspeo. Alexia aceleró las operaciones.
Métela en tu boca despacio y sobre todo no dejes de mirar a la cámara.
Jana acató la orden tal y como le habían indicado. Todo fue bien. Le pareció curiosa la sensación producida al tener el pene atrapado en sus labios.
Ten cuidado con los dientes y haz lo que hacía yo. Rózalo con la lengua solamente.
¡Mmm,mmm! - asintió Jana con el pito entrando y saliendo de su boca.
Muy bien, perfecto. Ahora déjame a mí, no seas acaparadora.
Las dos chicas se fueron turnando a la hora de dar placer oral al director del grupo. Jana no perdía detalle de las evoluciones de la más experta e intentaba imitarla en lo posible. Cada vez su turno se alargaba más hasta llegar a un punto en el que sólo ella daba placer al adulto.
Esto se te da tan bien como cantar y bailar - intervino Alexia sin faltar a la verdad -. Lo haces genial.
¿En serio? - Preguntó Jana sacándose el apéndice de la boca.
Sí. Pero no te detengas. Ahora sigue tu sola hasta el final.
¿El final? ¿Cuándo es el final?
Sigue haciéndolo así de bien y enseguida lo sabrás, bonita. Ahora deja de hablar y no te detengas.
Espoleada por las palabras de aliento de su lideresa se aplicó en la mamada. Inclusive se metió la verga en la boca con mayor ímpetu sin muchos problemas.
La veteranía es un grado y Alexia distinguió algunos detalles el el rostro del señor Pascual que le hicieron saber que la eyaculación era inminente.
Ahora vas a probar el semen de un hombre por primera vez. Notarás los chorros golpeando tu paladar y llenando tu boca. Intenta que no se derrame, ¿entendido? No es fácil, Cris todavía no ha aprendido y lleva un montón haciendo esto.
Jana no pudo ni tan siquiera asentir, de inmediato experimentó lo anunciado. Su boca se llenó de un líquido viscoso y ácido. Su inexperiencia le jugó una mala pasada, no esperaba que aquella cosa tan pequeña pudiese expulsar semejante cantidad de jugo y no pudo contenerlo todo hasta el punto de que buena parte de la corrida se escapó por la comisura de los labios, pringando su delicado mentón y sus tetas. De inmediato, le entraron unas irreprimibles ganas de toser.
¡Eh, cuidado! - Gruñó el señor Pascual con el tiempo justo de zafar su pene antes de ser mutilado.
Lo, lo siento - murmuró Jana con la mirada baja, mirando el chaquito de sustancia blanca que manchaba el parqué y el final de su falda.
Tranquila. Lo hiciste muy bien.
Pero lo estropeé al final.
No importa, es tu primera vez. La próxima lo harás mejor. ¿vale?
¿Cuándo? - Preguntó la jovencita más animada ante la perspectiva de una nueva oportunidad para resarcirse -.
Cuando sea de nuevo tu turno, cada cinco ensayos. Ahora eres una Archie de pleno derecho, ya no hay limitaciones para ti.
¿En serio?
Por supuesto.
Mira a la cámara - interrumpió el hombre yendo a lo suyo -, y lánzale un beso de despedida.
¿Así?
Sí. No, no te limpies. No es necesario, está genial. Antes de que os vayáis voy a haceros algunas fotos más a las dos. Quitaros el resto de la ropa poco a poco.
La chica obedeció y tras una breve sesión de posados acudió desnuda a la ducha conjunta dando saltitos con Alexia cogida de su mano. Fue recibida por el resto de las muchachas en la ducha entre vítores y aplausos. Todas la felicitaron aunque notó cierta ausencia de inmediato.
¿Y Bea?
No se encontraba bien. Mamen la ha llevado a su casa.
Entiendo.
La pequeña Desi había comenzado a jugar con su cuerpo y Jana no era muy dada a pensar demasiado con uno o dos dedos insertos en su coñito.
*****
Ya sé que no me vas a decir nada pero… - rió Leticia media hora después mientras conducía su coche con su única hija sentada en el asiento del copiloto - ¿Qué tiene de especial el ensayo del viernes en relación con el resto?
Es, es prácticamente lo mismo - respondió la siempre jovial Jana -, simplemente al final hay una pequeña merienda.
¿Una merienda? ¿Y para eso tanto misterio?
Sí.
En cualquier caso, es un buen detalle. Me gusta Mamen.
La mujer, consciente de que había hablado de más rápidamente se corrigió:
Me gusta cómo os lleva, quiero decir.
Sí. A mí también, mamá. Por cierto, me han invitado a una fiesta de pijamas con las chicas en casa de Mamen. ¿Me dejas ir?
Sí… sí, claro.
Gracias, mami. Eres la mejor.
Leticia se sintió un poco culpable por haber accedido de una forma tan poco reflexiva pero quería ganar puntos ante la joven rubia de mareantes pechos con la que tan buenos ratos pasaba en la cama.
Capítulo 5: Fiesta de pijamas.
¿Salir las dos el sábado? ¿Y las chicas?
Las chicas lo pasarán estupendamente. No me necesitan a mí para nada. Es su fiesta. Deben intimar y hacerse amigas sin que estemos ni papá ni yo revoloteando por ahí, es lo mejor para el grupo.
Pero ellas solas molestarán a tu padre.
Ah, papá no estará. Saldrá de viaje para firmar algunos contratos que ha cerrado. El verano se plantea movido. Ha sido una suerte poder contar con Jana. Si no es por vosotras el grupo hubiera desaparecido, eso seguro.
No sé. Cinco adolescentes solas en esta casa… toda la noche… me parece poco apropiado.
Digamos que es una especie de tradición entre las Archis. Lo llevamos haciendo desde siempre y jamás hemos tenido ningún problema. Vivimos en una urbanización privada, tú lo has visto; he tenido que dar tu nombre para que pudieras entrar en este bunker.
Sí, en eso tienes razón…
El jefe de seguridad es amigo de papá. De aquí nadie sale sin que Oleg se entere, te lo aseguro, y si papi le dice que las chicas no salgan, no saldrán.
Bueno pero…
Oye, que si vas a estar más tranquila, le digo a mi amiga que no vamos y me quedo con ellas haciendo de niñera.
Leticia se retorció desnuda bajo la sábana. Llevaba tiempo queriendo volver a ese sitio mágico donde tan bien lo habían pasado pero no se atrevía a hacerlo sola, necesitaba la fuerza y el valor que le infundía la presencia de Mamen a su lado para volver a enfrentarse a sus miedos y a la mirada inquisitorial de
su padre al salir de su casa por la noche.
No, no… si tú estás tan segura yo también.
Mamen sonrió para sus adentros, Leticia era un libro abierto para ella, bastaba con tensar un poco la cuerda para que diera su brazo a torcer.
Claro que sí mujer. Ellas lo pasarán bien y nosotras mejor. ¿Confías en mí?
Por supuesto.
¿Seguro?
Seguro al cien por cien.
Vamos a ver si es verdad - dijo la rubia subiéndose encima de su sumisa amante, mostrándole un par de esposas plateadas en una mano y un contundente consolador negro con arnés en la otra -.
¿Qué… qué vas a hacer con eso?
Lo que me dé la gana, zorrita.
Leticia se mojó mordiendo la almohada, esposada a los barrotes de la cama. No fue más que un preludio de todo lo que experimentó aquella cálida tarde de principios de junio con la coreógrafa del grupo musical Arco Iris haciendo magia entre sus piernas.
*****
Con la excusa del buen tiempo reinante el inicio de la fiesta de las Archis se adelantó unas horas. La urbanización donde residía el mánager del grupo disponía de piscina comunitaria por lo que las chicas solían aprovechar dicha circunstancia para tomar el sol y, si la canícula apretaba, también refrescantes baños. No obstante, la instalación no estaba demasiado concurrida en ese momento, las noches todavía eran frescas y, si bien la piscina estaba llena, todavía no estaba a disposición de los usuarios y eso penalizaba la asistencia.
Las chicas formaban un círculo de lo más ruidoso y situadas en la zona más alejada del vaso no dejaban de chillar y canturrear sus canciones todo el tiempo. Jana permanecía en un discreto segundo plano, era Alexia la que llevaba la voz cantante como siempre. Aún así, pasado un buen rato, tomó confianza y se atrevió a romper el hielo.
Y Bea… ¿por qué no ha llegado todavía?
Pffff.
Esa gilipollas no vendrá - espetó Alexia molesta, borrando la sonrisa de su cara -. Dice que le duele la barriga o algo así.
Falta a muchos ensayos últimamente ¿no?.
Sí, pero no te preocupes, Jana. Cuando haya actuación vendrá, sabe lo que le conviene.
¿Qué quieres decir? - Preguntó la más joven -.
¡Ese no deja de mirarte, Alexia! - Interrumpió oportunamente Desi.
Jana giró la cabeza sorprendida por la cercanía de un extraño. Fue entonces cuando descubrió a un chico de unos veinte años bastante alto podando un seto no muy lejos. Se le antojó bastante guapo, más allá del sudor y lo sucio de su atuendo. Antes de entrar en el grupo apenas se fijaba en los muchachos, desde que pertenecía a él eso había cambiado bastante sin duda influenciada por las constantes conversaciones subidas de tono de las Archis.
¿Quién es? - Inquirió Jana.
Nadie. Un imbécil con el que me acosté en la pijamada del año pasado.
¿En serio?
Es bueno en la cama, pero no me gusta repetir con el mismo chico, es muy aburrido. Si lo haces más veces con un mismo tío esos idiotas piensan cosas raras como que quieres salir con ellos y tonterías así.
Entiendo.
Pues no deja de mirar y mirar. Como no tenga cuidado se va a cortar la polla, ¿habéis visto el bulto que tiene? Yo creo que va empalmado.
¡Es verdad!
¡Qué cerdo!
Sí. La tiene bastante grande, eso sí.
Jana miró de reojo hacia esa parte de la anatomía del joven y al corroborar que era cierto, las pequitas de su cara desaparecieron bajo el rubor de sus mejillas.
¡Hagamos algo! - Anunció Alexia, desatada.
¿Qué se te ha ocurrido esta vez?
¡Démosle una lección a ese pervertido!
Cuando la cabecilla presentó su plan, tanto su hermana como Cristina aplaudieron entusiasmadas.
¡Hagámoslo!
¡Eso!
Tú qué dices, Jana ¿Te apuntas?
¡Pues claro que se apunta! - intervino de nuevo la solista -. Ahora es una Archi. Todas juntas, ese es nuestro lema.
Va… vale.
¡Oye tú… como te llames! - Chilló Alexia -, ¿puedes venir aquí?
¿Quién? ¿Yo?
Sí, tú. Queremos preguntarte algo.
¿A mí?
No, a tu padre si te parece. ¡Pues claro!
El chico dejó la herramienta cortante y se les acercó, titubeante.
¿Qué queréis saber?
Queremos que nos digas cuál de las cuatro tiene mejores tetas.
Venga, va… no me tomes el pelo con tonterías. Tengo trabajo.
Es una pregunta muy sencilla, hasta un tonto como tú puede contestarla.
Pues… pues no sé qué decir, todas os veis muy bien. ¿Contenta?
No, tienes que decidirte por una. Te lo pondremos más fácil, no das para más.
Las cuatro muchachas se levantaron al unísono e, imitando una de sus coreografías especiales, se desprendieron de sus sostenes delante de la atónita mirada del jardinero.
Y ahora, ¿lo tienes más claro?
Al principio Jana intentó no exhibirse demasiado pero enseguida, contagiada por la fuerza del grupo, incluso sacó pecho para ensalzar sus atributos. Estaban a años luz de las de las mayores sin embargo poco o nada tenían que envidiar a los de la menuda Desi.
El tipo no sabía dónde mirar. Ante él se presentaban ocho pechos juveniles, turgentes y empitonados de diferentes tamaños a cuál mejor. Cuando por fin la sangre le llegó al cerebro fue tarde, las cuatro jovencitas en tetas salieron disparadas hacia la piscina, tomando la ventaja suficiente como para que el tipo no pudiera impedirles saltar al agua. Las chicas rieron y chapotearon entre risas y chillidos.
Oye, ya es suficiente para una broma, tenéis que salir, está prohibido bañarse todavía.
¿Y por qué no vienes a sacarnos tú?
Tampoco está permitido el top less, ya lo sabes, Alexia.
¿Te acuerdas de mi nombre? Yo olvidé el tuyo.
Salid y poneos algo, por favor.
¡Uff, qué muermo eres, tío!
Si alguien presenta una queja me echarán por vuestra culpa.
Vale, vale. Eres aburrido. Ya salimos, aunque tendrás que hacerme un favor.
Sí, salgamos - protestó una de las chavalas tiritando de frío-. El agua está helada.
Desde luego no valéis para nada chicas. Id delante que ahora os pillo.
¿Qué favor? - preguntó el chaval intrigado.
Ahora te lo cuento.
Jana acompañó a las otras dos muchachas hasta las toallas. Alexia no tardó mucho en acompañarlas.
¿Qué le has pedido? - Preguntó Desi.
¿Y a tí que te importa? ¡Pesada!
Vale, vale. No te enfades.
La cena transcurrió distendida entre bromas y chismorreos. Encargaron pizzas y después se refugiaron en la habitación de Mamen. Si bien al principio la conversación fue de lo más trivial pronto derivó hacia terrenos más íntimos y personales. Sentadas sobre la enorme cama, se maquillaban y pintaban las uñas mutuamente, con las braguitas como única prenda sobre sus cuerpos mientras escuchaban música de moda a todo volumen. También se probaron los vestidos y las caras joyas de la anfitriona. Una de ellas tomó prestada una botella de whisky del mueble bar del señor Pascual y cuatro vasos de chupito. Jana nunca había probado el alcohol, al principio no le gustó la sensación de ardor en la garganta que le produjo pero luego se encontró mejor hasta el punto de no decir nada cuando Alexia apartó a un lado con suavidad su braguita y comenzó a lamerle el sexo delante de las otras. Lejos de protestar, cerró los ojos y empezó a suspirar.
¿A cuántos chicos te has follado, Jana? - Preguntó Cris acariciándole las tetitas.
¿Follar? ¿Yo?
Sí, tú.
La adolescente tragó saliva antes de contestar, le costaba articular palabra.
A… a ninguno.
¡Eres virgen!
¡Qué fuerte!
Pero habrás hecho mamadas y cosas así.
No. Bueno… sí. Al señor Pascual nada más.
¿En serio? ¿sólo al viejo?
Jana se avergonzó de su inexperiencia y torpemente quiso contraatacar mientras una lengua experta le daba placer sin tregua:
¿Y vosotras?
¡Buaj! Con un montón.
Yo lo he hecho con sesenta y tres - sentenció Desi como si tal cosa, comenzando a tocarse -.
La más joven se quedó alucinada con semejante confesión de una muchacha apenas un par de años mayor que ella, tanto que a punto estuvo de cerrar las rodillas de golpe.
¡Eh, relájate o me harás daño! - protestó Alexia.
Pe… perdón.
Separa más las piernas.
Claro.
Eso está mejor.
Las maniobras en su zona erógena hacían mella en Jana, hablaba entre jadeos. Cuando se calló todas supieron que su momento estaba cerca. El orgasmo llegó rápido y el flujo que salió de su vulva fue tragado con deleite por mayor de las Senior que se dirigió hacia el siguiente coño para repetir la maniobra como si nada. El sexo lésbico entre las integrantes del grupo Arco Iris durante las duchas era tan habitual que ninguna se alteraba lo más mínimo por algo tan trivial.
¿Todavía los cuentas? - Preguntó la pelirroja, tomando el relevo de la solista entre las piernas de la más jovencita.
Claro. ¿Tú no, Cris?
Ya no, cuando pasé de doscientos dejé de hacerlo y de eso… hará más de un año.
Yo jamás las he contado pero seguro que más que vosotras dos juntas - declaró Alexia sin más -.
Me… me tomáis el pelo, ¿no? - Jana no daba crédito.
No.
Para nada.
Ser una Archi te permite conocer a gente interesante…
¿Chicos?
Chicos y no tan chicos, je, je, je - rió Cris sacándose de la boca un vello púbico casi albino -.
¡¿Te quieres callar, idiota?! - El enfado de Alexia era más que evidente -.
¿También lo hacéis con hombres mayores? - Jana estaba realmente alarmada.
Sería bueno que te depilaras ahí abajo como el resto de nosotras- intervino Alexia ocupando el interior de las piernas de su hermana, rebajando la tensión y esquivando la pregunta al mismo tiempo -.
No… no lo he hecho nunca.
A los chicos les gustará más follarte así, sin pelos.
Tranquila, para eso estamos nosotras - dijo Alexia dejando a su hermana a medias y entrando en el cuarto de baño adyacente a la habitación.
No tardó ni un minuto en volver con los utensilios de higiene íntima adecuados. Jana distinguió la maquinilla y la espuma de afeitar.
Quítate las braguitas o mejor lo hacemos todas. ¡Repaso general, chicas!
Entre vítores y grititos todas se desprendieron de su exigua lencería. Los efectos del alcohol les hizo ser todavía más desinhibidas que de costumbre así que todas terminaron abiertas de piernas con los aledaños de sus vulvas cubiertos de espuma. Jana temió por su integridad física, sin embargo la veterana demostró su pericia y pronto la matita de pelo que rodeaba su Monte de Venus pasó a la historia. Su sonrosado sexo fue blanco de las miradas de todas.
Tienes un coñito muy bonito, Jana - Sentenció Alexia separando los pequeños e impolutos labios vaginales con la ayuda de sus dedos -.
¿Tú crees?
Pues claro. Pronto los chicos harán cola para entrar aquí, ya lo verás. Serás la más popular de todas las Archis.
Y tras estampar un beso en medio del coñito, la solista del grupo se incorporó de un salto.
¡Caza del tesoro! ¡Caza del tesoro!
Empezó a chillar y el resto de la manada se unió.
¿Qué significa eso? - Preguntó la siempre ingenua Jana.
Es hora de jugar a La Caza del Tesoro.
¿Qué es?
Es muy fácil. Una de nosotras cuenta en alto hasta cien y el resto tiene ese tiempo para salir en busca de algún objeto extraño. Luego tenemos que usarlo, sea lo que sea. Como tú eres la nueva, tú cuentas. Nosotras buscamos ¿Entendido?
No, la verdad es que no.
Tú cuenta. Ya irás aprendiendo sobre la marcha, como en el baile.
Sin todavía haber comprendido la mecánica del juego la adolescente comenzó el conteo. Las otras salieron de la habitación a excepción de Alexia, que se limitó a rebuscar en el último cajón del armario, sacar algo y ocultarlo tras su espalda.
Cierra los ojos. No puedes mirar hasta que estemos todas de vuelta.
Vale, no lo sabía.
No los abras antes de tiempo o dormirás en el jardín desnuda como vas.
Vale, vale.
Jana esperó pacientemente cumpliendo estrictamente las normas. Se sentía un poco mareada por los efectos del alcohol y a la vez intrigada por el juego propuesto.
Ya puedes abrir los ojos.
Mira los tesoros que hemos encontrado.
La siempre alocada Desi tenía entre sus manos un objeto que le era muy familiar. Se trataba de la cámara de fotos digital con la que Mamen documentaba ensayos y actuaciones.
Separa las piernas y mira al objetivo - dijo la improvisada fotógrafa imitando el tono y los gestos de la coreógrafa.
¿No crees que Mamen se enfadará si se entera de que hemos usado su cámara? - preguntó a la vez que obedecía -. Parece cara.
Naa. Jamás se enterará. Borraré las fotos antes de que la bruja regrese, no te preocupes. Es sólo para echarnos unas risas y ver quién de nosotras tiene el coño más bonito. Creo que todas estamos de acuerdo que es el tuyo.
El halago hizo mella en la más joven que separó todavía más sus piernas a la cámara, agradecida.
El tesoro de Cris era algo menos común, algo que no conocía.
¿Qué es eso?
Es una máscara de descanso. Es como un antifaz sin agujeros que se pone sobre los ojos para que no te moleste la luz cuando quieres dormir de día.
¿Y de dónde la has sacado?
La tenía el viejo encima de su mesilla, tampoco me he esforzado mucho.
¡Mira lo que tengo yo!
Las mejillas de Jana echaron fuego al reconocer los últimos objetos. Había aprendido a utilizarlos durante los ensayos especiales. En varios de los bailes con coreografía modificada las esposas y los penes de látex eran los auténticos protagonistas. Las Archis jugaban con ellos. Los últimos se los metían en la boca al ritmo de la música e inclusive por el resto de los agujeros. Jana había hecho sus pinitos en lo relativo a las inserciones anales, apenas llegó a dilatarse un poquito el dintel e introducir uno de esos uno o dos centímetros, nada más. Sin embargo y pese a la insistencia del señor Pascual, se había mantenido reacia a penetrarse vaginalmente, temía hacerse daño al rasgarse el himen, no poder aguantar el dolor y no ser capaz de continuar la coreografía como las otras chicas.
Toma, póntelo.
¿Ponérmelo?
Sí. Yo te ayudo.
Fue entonces cuando la adolescente descubrió que el juguete sexual negro llevaba asociadas unas correas que jamás había visto antes. La voluptuosa Cris se apresuró a colocarlo todo en su sitio.
Parece que tengas pene, Jana - apuntó la siempre locuaz Desi sin dejar de lanzar fotos y más fotos -.
¿Qué tengo que hacer con esto?
¿Tú qué crees? - Preguntó Alexia gateando sobre la cama, poniéndo a disposición de la niña su sexo. Por si quedaba alguna duda utilizó los dedos para separar sus labios íntimos, dándole a la debutante una inmejorable perspectiva de su agujero más secreto.
¿Quieres que yo…?
Sí, mételo muy adentro.
¿Y cómo lo hago?
¿Recuerdas la coreografía especial de “Un monstruo en el armario”?
¿Nuestra canción? Sí, claro.
Pues tienes que hacer lo mismo solo que metiendo esa cosa dentro del coño de Alexia.
Entiendo.
Venga, adelante. Veamos lo bien que lo haces.
Jana, arengada por el coro que entonaba la canción en cuestión, dirigió la punta del cipote sintético hacia la vulva que de forma tan vehemente le ofrecía la otra joven. No es que brillase, literalmente rezumaba flujo, es por esto por lo que apenas tuvo que mover la cadera para ensartarla como una aceituna. Hasta ella misma se sorprendió de la facilidad con la que su compañera asimiló el falo de látex. Eso le hizo dudar, cabía la posibilidad de que las palabras referentes a la experiencia sexual de la más experta de las Archis no fuese una broma.
¡Uhm, qué bueno! - Murmuró entre jadeos la penetrada.
¡Dale más fuerte! No tengas miedo, no vas a romperla.
Tuvieron que pasar varias inserciones para que la niña perdiese el temor a hacer daño a su amiga. Después, todo fue más sencillo. Risas, cantos y flashes acompañaron a la coreografía, hasta endosó un par de sonoras palmadas en el culo a su compañera de juegos, acorde a la rutina del baile que hicieron gritar de gusto a la veterana. Entre convulsiones y espasmos Alexia alcanzó el cénit gracias a las acertadas maniobras de una cada vez más desatada Jana. Cuando todo terminó, ambas cayeron sobre la cama entre vítores y aplausos del resto de las presentes. Alexia le regaló un húmedo beso de tornillo en cuanto se recuperó un poco:
¡Has estado fantástica!
¿De verdad?
¡Espectacular!
¡Ahora probaremos esto! - Chilló Cristina enarbolando el antifaz y las esposas.
La rubita se temió lo peor, que sus amigas iban a cegarla primero y penetrarla después con el pene sintético. No es que se hubiera parado mucho a pensar cómo deseaba que fuese su primera vez, lo que sí que tenía claro es que prefería que su himen lo rompiese una polla de carne y no un juguete de plástico por muy experta que fuese la cantante del grupo manejando esas herramientas. En el fondo, más allá de su alocada hiperactividad, no era más que una niña romántica que quería una primera vez convencional.
Sí, ya es la hora - afirmó Alexia mirando el reloj -, estará a punto de llegar.
La hora… ¿de qué? ¿Quién está a punto de llegar?
Poneos en esa esquina y ni se os ocurra hacer ruido - ordenó la otra abandonando la habitación -. Desi, sube el volumen de la música.
¿Todavía más?
Sí, ponla a todo lo que de.
Meditando estaba acerca de cómo expresar su deseo sin decepcionar al resto de la tropa cuando escuchó ruidos más allá del dintel. La sorpresa la embargó al ver entrar a un mocetón ataviado con el susodicho antifaz y con las manos esposadas a la espalda. Al principio le costó reconocerle, luego lo identificó como el responsable de la piscina. De inmediato fijó su mirada en el generoso bulto que se marcaba en su entrepierna.
¿A qué narices viene tanto misterio, Alexia? - Preguntó él algo molesto -. Si te pasas un pelo conmigo te vas a enterar
Calla y disfruta, joder.
¿Y tus amigas?
Esas aburridas se han dormido.
¿Con este ruido? ¿estás segura?
¿Qué pasa? ¿acaso no tienes suficiente conmigo?
Sí, sí. Por supuesto.
Pues entonces cállate de una puta vez.
Jana abrió la boca, no salía de su asombro, sin embargo un gesto amenazante de Alexia bastó para que permaneciese callada junto a las otras dos.
Totalmente cegado y con la movilidad de manos reducida fue un juego de niños para la chica empujar al espigado jovenzuelo sobre la cama. Cayó como un saco de patatas. De inmediato la chavala se abalanzó sobre él mientras Desi volvía a armarse con la cámara de fotos digital. Jana, por su parte, permaneció expectante sin saber muy bien qué hacer junto a Cris.
¡Eh, ten cuidado, joder! - gruñó él a la vez que reía.
Ya no protestó tanto al ser besado por unos labios juveniles y todavía menos cuando una mano adolescente manipuló su bragueta y sacó su bonita verga de paseo. Desde su rincón Jana no perdía detalle, no pasó por alto la enorme facilidad que tenía su amiga para manipular la virilidad de un hombre. Estaba claro que su pregonada experiencia no era un bulo.
El joven estaba en la gloria. De hecho sólo pudo suspirar durante la mamada que siguió a la paja que recibió a dos manos. Alexia demostró su maestría con una polla entre los labios. Tan pronto daba brillo a la punta con la lengua como buscaba con ahínco el saquito de bolas que la acompañaba y viceversa. Cuando el falo alcanzó todo su apogeo la maestra de ceremonias hizo un gesto a Jana para que se le uniera. Cris la animó empujándola sutilmente.
Dócil como un corderito, la niña se acercó y se metió en la boca el pene que su compañera le ofrecía. Si a la vista era bastante diferente al del señor Pascual, mucho más grande y enhiesto, también lo era al tacto con su lengua, ostensiblemente más duro y viril. Jana desplegó lo mejor del repertorio aprendido durante los ensayos y, por los jadeos y las convulsiones del chaval, supo de inmediato que no lo estaba haciendo nada mal.
¡Uff… eres fantástica, Alexia! - murmuró el agasajado en un rapto de sinceridad.
Esas palabras de elogio agradaron a la jovencita y le hicieron aplicarse mucho más si cabe. Alexia se limitaba a acariciar la espalda de la más joven y procurar apartar los mechones de cabello rubio que separaban de vez en cuando la carita pecosa y la cámara de fotos. Tras un rato contemplando el sexo oral deslizó su mano bajo la entrepierna de Jana y corroboró lo que ya sabía: la vulva de la primeriza estaba preñada de jugos.
Jana estaba tan concentrada en la tarea que a punto estuvo de protestar al verse privada del chupete masculino en el interior de su boca cuando Alexia se lo arrebató.
¡Ponte sobre él! - Le susurró al oído.
Le faltó tiempo a la niña para obedecer. Estaba loca por la música. Todos aquellos estímulos previos habían hecho mella en su libido, las mejillas le ardían, notaba sus pezones especialmente duros y una calentura en el bajo vientre difícil de calmar con otra cosa que no fuese el contundente falo de su compañero de cama. Inexperta, pagó la novatada intentando ensartarse ella misma con nulo éxito. El pene parecía tener vida propia, no lograba enfilarlo hacia el interior de su entraña. Jana estaba frustrada, su primer intento por estrenarse fue un fiasco. Por fortuna para ella fue Alexia la que guió el bonito cipote hasta la entrada de su cueva durante el segundo intento y todo mejoró. Una vez alineados los órganos sexuales ya todo fue más sencillo. Jana simplemente tuvo que dejarse caer y la gravedad hizo el resto. No fue necesaria ningún tipo de lubricación extra, su vulva ardía en deseos de ser iniciada. La rotura de su himen no fue para nada traumática, en contra de sus expectativas apenas notó un leve pinchazo, nada que su enorme excitación no pudiera sofocar con facilidad.
¡Grrr! - Gruñó de gusto al notar al intruso hacerse hueco en su interior, sustituyendo al despreciable dolor por un tremendo placer.
Cristina estuvo presta y le tapó la boca para preservar la identidad de la amazona, no era cuestión de que el chico se pusiera nervioso al saber que estaba teniendo sexo con practicamente una niña y quisiera echarse a tras o, lo que era peor, quitarse el antifaz y descubrir que se había convertirlo sin saberlo en un improvisado actor porno.
¡Jo… joder! ¡Qué bueno! - exclamó el chaval ajeno a cualquier cosa que no fuera su propio disfrute -.
Después de unos primeros momentos de descoordinación el coito se desarrolló plácidamente. El cuerpo de Jana estaba lo suficientemente desarrollado como para albergar en su interior una bonita porción de rabo y él disfrutaba al máximo. Alexia dejó a un lado su afán de protagonismo y, por una vez, se mantuvo en un discreto segundo plano.
Jana actuó según el dictado de su propio cuerpo, fue intensa en unos momentos y delicada en otros, hasta llegar a un punto en el rubor ocultó sus pecas, un hilito de saliva resbaló de entre la comisura de sus labios y sus párpados se cerraron. No fue necesario decir nada, eran signos más que evidentes de que su momento estaba cerca. El orgasmo la sobrevino de improviso, no fue capaz de retrasarlo deteniéndose justo antes de alcanzarlo como hacía cuando se tocaba y lo arrasó todo, Cris casi la deja sin aire intentando ahogar su grito de placer. Un chispazo recorrió toda su médula espinal y su entraña comenzó a constreñir la verga que reptaba en su interior de forma convulsa a la vez que secretaba flujo íntimo a raudales. Casi al mismo tiempo notó cómo esos jugos se mezclaron con los del chico eyaculando dentro de su vagina, multiplicando por mil sus placenteras sensaciones. La jovencita se recreó en su suerte, meciendo su dulce cadera, llenándose de verga, saciando su lujuria hasta que el cipote no dio más de sí.
¡Uff… qué bueno! Alexia, eres una diosa follando - aseveró el muchacho.
Tuvieron que ayudar a la adolescente a desacoplarse. Todavía le temblaban las piernas cuando huyó de la habitación acompañada de Desi y Cristina. Se refugiaron en la cocina, donde se desató la algarabía.
¡Lo has hecho genial!
¡Ya llevas uno, Jana!
Y pronto habrá más. El verano es muy largo, ya lo verás.
¿Qué tal te sientes? ¿te duele?
¡No,no! , todo está bien. ¡Ha sido fantástico!
¿Te lo imaginabas así?
Ha sido mucho mejor de lo que pensaba.
¿A que sí?
Sí, ha sido una pasada.
La primera vez es especial, no se olvida
No para de salir flujo. Siento como si me estuviese orinando todo el tiempo.
Eso es normal. ¡Tomemos un baño todas juntas!
¡Siii! - exclamó Desi dejando salir su parte más infantil - ¡Vamos al jacuzzi del ático!
¿Hay un jacuzzi en el ático?
Un jacuzzi, un billar, un set de modelaje y un montón de cosas más.
¿De dónde saca el señor Pascual el dinero para tener todo esto?
De nosotras.
¿De nosotras?
¡Sí, de ahí! - dijo Cris borrando de un plumazo la sonrisa de su rostro y señalando directamente al sexo de la más joven para después indicar al suyo -, y de aquí y del coño del resto de nosotras.
¿Qué quieres decir?
¡Psss! ¡No hables aquí de eso, las paredes oyen! - rió Desi sacando de la nada el dildo de latex negro que tan buenos ratos les había hecho pasar, cambiando de tema -. ¡Mirad lo que he traído, chicas! Vayamos al ático y pasemoslo bien, todavía queda mucha noche.
Ya… ya lo veo. Yo… yo ya no puedo meterme por aquí abajo nada más.
Tranquila, hay otros lugares donde el juguete sí puede entrar - apuntó Desi lanzándole un azotito al trasero-.
¡No por favor! - Suplicó Jana haciendo una mueca.
De repente paró en seco.
¿Y Alexia?
Alexia tiene tema para rato con ese muchacho, no te preocupes por ella.
¡Venga, vamos! ¡La última que llegue pone el culo!
¡Espera, espera !¿Y las fotos? Dijiste que las borrarías, Desi.
¡Ah, sí! Es verdad. Id subiendo vosotras que ahora voy.
Te tocará poner el culo - rió Cris volviendo a su tono desenfadado habitual -.
No te pases o me vengaré.
Eso espero.
Me dais un poco de miedo, chicas - apuntó Jana haciendo una mueca divertida agarrando a la pelirroja de generosas tetas del talle -.
Y ahogando sus risas para no ser descubiertas por el jardinero se dirigieron hacia la parte superior de la casa.
Desi esperó un tiempo prudencial antes de acompañarlas. No cumplió su promesa, pese a saber que el material pornográfico obtenido esa noche era la condena definitiva para la pequeña Jana. Tampoco habría servido de mucho, sabía por propia experiencia que aquella maldita casa estaba minada de cámaras ocultas que lo grababan todo. La rubita de pelo corto a partir de entonces pasaba a ser una Archie Senior de pleno derecho para lo bueno y, sobre todo, para lo malo. Una vez atrapadas en la rueda, las integrantes del grupo ya no podían salir de él hasta cumplir la mayoría de edad o hasta tener la suerte de que otra desgraciada picase el anzuelo y pasase a ocupar tu lugar.
Desi era consciente de que todavía faltaba mucho tiempo para que llegase el momento de verse liberada de tan dura carga pero no así para su hermana Alexia, sólo necesitaba otro golpe de suerte como el de la pequeña Jana y sería libre. Su hermana se hacía la fuerte pero la escuchaba llorar todas las noches al otro lado del tabique y temía que su pregonada indiferencia sobre lo que acontecía durante las actuaciones especiales no fuese más que fachada.
Desi enjuagó sus lágrimas contemplando la luna llena a través de la ventana. Se sentía mal por Jana, realmente era una buena chica, en realidad todas lo eran. Simplemente eran unas niñas soñadoras, locas por bailar y cantar, que habían tenido la mala suerte de caer en las garras de un desalmado y su maldito grupo musical, como tantas otras antes y probablemente tantas otras después de ellas.
La cámara de fotos llena de imágenes comprometidas se quedó sobre la encimera. Pronto pasarían a formar parte del extenso catálogo de material pornográfico recolectado por el manager del grupo musical Arco Iris a lo largo de los años y con el cual extorsionaba a las niñas, consiguiendo que hicieran cosas inimaginables y muy beneficiosas para él y su hija.
Sin embargo, poco podía imaginar la adolescente lo equivocada que estaba acerca de su nueva compañera de condena. Jana no sería un eslabón más en la cadena: sería el último y el más famoso.
Capítulo seis: La actuación especial.
Tal y como estaba previsto, la actividad del conjunto Arco Iris se preveía frenética durante el verano. Raro era el fin de semana en el que su mánager no había concertado una o varias actuaciones a lo largo y ancho de la geografía española. El pistoletazo de salida lo daría, como cada año, la fiesta fin de curso de un colegio de Burgos. La visita del grupo musical zaragozano siempre era recibida con alegría por los niños y niñas del lugar y esa soleada mañana de junio no fue una excepción. Tras los juegos, diplomas y todo tipo de eventos la chiquillería se disponía a disfrutar de las canciones y bailes de las muchachas en un ambiente de lo más distendido.
Momentos antes de iniciar la actuación Jana no dejaba de moverse de un lado para otro. Entre bambalinas, miraba al numeroso público más allá del telón y se retorcía tanto los dedos como era su costumbre que a punto estuvo de dislocarse el pulgar de puro nervio. De repente, un hombre al que le habían presentado como el director del centro educativo la abordó. Rondaría los cincuenta, con una prominente barriga, y su oronda calva resplandecía por el sudor.
¿Qué tienes, bonita? Te noto nerviosa.
Sí. Hay mucha gente. No me lo esperaba.
Tranquila, lo harás muy bien. No te había visto nunca por aquí, ¿eres nueva?
¡Sí! Es la primera vez que actúo fuera de Zaragoza. Estoy muerta de miedo.
La jovencita estaba tan estresada que no se percató de que el desconocido iba invadiendo poco a poco su espacio vital, acercándose a ella bastante más de lo prudente tratándose de un desconocido.
Seguro que se te da genial - le dijo acariciando su rubio cabello -. Eres muy bonita.
Gra… gracias - balbuceó ella con torpeza, intentando darse espacio.
Tienes un cuerpo precioso - le susurro al oído acariciándole sutilmente la parte baja del costado y el inicio del culo -, esta noche pasaremos un buen rato tú y yo juntos. Me muero de ganas.
¿Qué… qué quiere decir? - preguntó ella separándose algo incómoda.
¡Ah, sí… lo olvidaba! - rió él mostrando su amarillenta dentadura -, de las actuaciones especiales no se habla con extraños. ¿No es eso?
¡Jana! - surgió de la nada la voz salvadora de Bea -.¡Ven aquí, vamos a empezar!
Voy.
El tipo desapareció con la misma discreción con la que había aparecido.
¿Qué quería ese? - Preguntó la veterana visiblemente preocupada - ¿Qué te ha dicho ese baboso?
No le he entendido muy bien, no sé qué de una actuación especial.
Jana notó que a su compañera se le descomponía el rostro. La notaba más ojerosa que de costumbre, durante el viaje habían tenido que detenerse un par de veces para que vomitara.
¿Cuándo?
Habló de esta noche pero ni Mamen ni el Señor Pascual han dicho nada. Él habló con mi madre, le dijo que llegaríamos bastante tarde, nada más.
¡Joder, lo sabía! ¡No deberías haber venido! ¡Tendrías que haberme hecho caso y dejar esto cuando todavía estabas a tiempo!
¿Qué quieres decir? ¡Me estás asustando otra vez, Bea!
La tonada de la canción de presentación empezó a sonar a través de los altavoces. Eso y el griterío generado por la chiquillería les impidió proseguir con la conversación.
¡Chicas, un minuto y empezamos!
Tal y como predijo el desconocido la actuación del grupo fue todo un éxito. Las coreografías y cantos practicados durante los ensayos salieron a la perfección y, al finalizar, el entregado público prorrumpió en aplausos y vítores. Jana estaba muy feliz, casi eufórica, se sentía como una estrella. No fueron pocos los que se acercaron a hacerse fotos con las chicas tras la actuación y los anfitriones las agasajaron con regalos y un almuerzo fantástico que se prolongó hasta bien entrada la tarde.
Después de comer realizaron una visita turística a la ciudad durante la cual Mamen no dejó de acribillarlas a fotografías junto a los monumentos más reseñables de la capital burgalesa.
El día comenzaba a decaer cuando el heterogéneo grupo inició la vuelta a Zaragoza. Jana estaba muy contenta y a la vez tremendamente cansada. El exceso de adrenalina había dado paso al inevitable bajón físico, su corta edad le pasaba factura. Al principio entró en el juego y en las bromas de sus compañeras que, a excepción de la taciturna Bea, no dejaban de hablar y chillar alegremente.
La jornada había comenzado muy pronto, Jana no estaba acostumbrada a viajar tanto en carretera a pesar de que el pequeño autobús conducido por el señor Pascual era bastante cómodo y lo suficientemente amplio como para que las chicas pudieran descansar en él durante el trayecto. El sueño la venció y se quedó dormida hasta que la despertaron los gritos acalorados de Mamen. Al abrir los ojos pudo distinguir que el vehículo había abandonado la autopista antes de llegar a su destino. El sol ya casi había caído pero todavía podían distinguirse los últimos rayos de su luz despuntando en el ocaso. Por lo visto se encontraban en lo que creyó el parking trasero de un bar de carretera. Con algo de esfuerzo le pareció leer la palabra “Club” escrita en un cartel de neón rosa en lo alto de un poste y, si bien había ventanas en la trasera del edificio, estas parecían estar cerradas a cal y canto. Pronto su atención se centró en lo que pasaba dentro del vehículo, la conversación se encrespaba por momentos.
¡Me lo prometiste, papá!
Son negocios. Ya sabes cómo va esto.
¡Me juraste que nunca más volveríamos aquí!
Tengo compromisos que cumplir con esta gente. No hay más que hablar.
¿Compromisos? ¿Qué quieres decir? Volviste a jugar al poker, ¿es eso? ¡Joder, papá! ¡No dejas de gastar todo lo que ganamos!, ¡no podemos repetir esta mierda una y otra vez!
No sé a qué viene esto. Es una actuación más.
¿Una actuación más? ¿Te recuerdo lo que pasó la última vez que vinimos aquí? Casi termino en el hospital.
Fue un accidente. Ya está todo hablado. No volverá a suceder, te lo aseguro.
¡Ya… un accidente! ¡Una mierda! ¿Y qué hay de Jana? Obviamente no está preparada para algo así. ¿Has pensado en eso? Al menos déjala a ella aparte.
Lo siento, eso no es posible. Las coreografías son para cinco componentes…
¿Coreografías? ¿Crees que a esos animales les importan un huevo las coreografías y los bailes? ¡Esos hijos de puta sólo quieren una cosa de las Archis, no te hagas el tonto, joder!
El hombre fulminó a Mamen con la mirada. No soportaba que sus órdenes fuesen cuestionadas por su hija y menos en público. Templó los nervios, apretó los puños y continuó en tono relativamente contenido:
El trato es cinco y cinco serán. Ni una más, ni una menos. Aquí mando yo.
¡Pero papá! – Mamen bajó el tono hasta el punto de que más que un reproche su protesta se transformó en una súplica -. No está lista, y lo sabes. Con cuatro será suficiente. Pueden bailar por parejas…
Cinco. Un trato es un trato.
Papá, por favor… ¡No!
Serán cinco sí o sí. Si no quieres que ella participe, ya sabes lo que tienes que hacer.
La rubia comenzó a temblar, toda su altivez y seguridad se diluyeron como un azucarillo en agua.
Dijiste que cuando hubiese una chica nueva no tendría que volver a hacerlo.
El silencio se hizo en el interior del vehículo.
Jana no sabía a qué atenerse, no obstante estaba segura de que todo aquello le concernía. Intuitivamente supo que le convenía guardar silencio y más cuando varias lágrimas abandonaron los ojos de la coreógrafa.
Papá…
Vega chicas, os están esperando - el Señor Pascual abrió la portezuela del vehículo y prosiguió -. Ya sabéis lo que tenéis que hacer y sobre todo no olvidéis sonreír.
¡Te odio! ¡Ojalá te mueras! - dijo secamente Mamen a su padre, intentando recuperar de manera infructuosa parte del orgullo perdido -.
Jana se sintió muy incómoda y asustada cuando después se le acercó y fue blanco de su mirada vidriosa.
¡Tú quédate aquí! No salgas del autobús por nada del mundo. Siéntate atrás y tápate con lo que sea, es mejor que nadie te vea.
Pero…
¡Prométeme que no saldrás del autobús!
Sí, pero…
¡Prómétemelo, joder! - chilló la mujer zarandeándola por el brazo.
Te… te lo prometo, Mamen.
Jana contempló a través del cristal cómo sus compañeras atravesaban la puerta trasera del local bastante alicaídas. El jolgorio y la algarabía habitual en ellas había desaparecido por completo transformándose en resignación y tristeza. La adolescente no acertaba a imaginar lo que iba a suceder allí dentro aunque, por la cara de Mamen al advertirla, intuía que nada bueno. Prudentemente decidió seguir el consejo y, cobijándose lo que pudo bajo una fina manta de viaje, cayó rendida por el cansancio.
El ruido de un claxon la despertó de improviso. El reloj interior del vehículo le indicó que casi era medianoche. Aturdida, descubrió que el aparcamiento que la rodeaba, lejos de estar desierto como antes, se encontraba ocupado por una cantidad considerable de coches. Desde su atalaya, divisó algunos individuos, todos hombres, siguiendo el mismo camino recorrido por sus compañeras unas horas atrás. A diferencia de ellas, parecían entusiasmados y ansiosos por entrar al local, hablaban entre ellos a gritos y más de uno parecía estar en estado de embriaguez.
Un escalofrío recorrió el espinazo de Jana, se sentía incómoda. Al principio creyó que se debía a la soledad, luego a la postura y finalmente llegó a la conclusión de que su malestar tenía un origen distinto: su vejiga estaba a punto de estallar.
Ante tal circunstancia su primera opción fue buscar algo en el interior del vehículo donde aliviarse. No tuvo suerte, no encontró nada que pudiera serle útil. Apremiada por la urgencia, no se le ocurrió otra alternativa que no fuese desobedecer la orden recibida. Salió del autobús con todo el sigilo que le fue posible. Aprovechó la claridad proporcionada por la luna para buscar un sitio no muy alejado del local donde aliviarse. Tuvo el tiempo justo de agacharse, bajarse las bragas y dejar salir todo lo que tenía dentro en un pequeño alcorque desocupado mientras llegaban a sus oídos ruidos propios de una fiesta.
Después de orinar se sintió mejor. Ya se disponía a desandar lo andado y volver a refugiarse en su improvisado escondite cuando, al mirar al edificio de reojo, descubrió algo que no podía divisarse desde el autobús.
“Ahí se ve una luz” - pensó.
En efecto, una de las ventanas presentaba una falla, apenas una tesela no opaca a través de la cual emergía un tenue haz de color rojizo del interior del local. Jana dudó. Por un lado tenía la firme intención de obedecer a Mamen, por otro se moría de ganas por saber lo que ocurría allí dentro y el origen de tanta algarabía. Su parte inquieta ganó la partida como sucedía casi siempre y cayó en la tentación.
“Sólo un vistazo rápido “- se dijo para convencerse de que lo que hacía no estaba mal - “, al fin y al cabo yo también soy una Archi. No hay secretos entre nosotras. Todas juntas.”
Ágil como una gatita, la rubita se encaramó al alféizar. Con mucho cuidado acercó su cara hacia el hueco. Cuando su iris azul se acostumbró a la luz interior no dio crédito a lo que allí sucedía. La actuación especial estaba en todo su apogeo.
Lo primero que acertó a distinguir fue a Mamen completamente desnuda montando desaforadamente a un tipo tumbado en un colchón sobre el suelo en el centro de una gran sala. El afortunado se aferraba a sus enormes tetas con tal fuerza que parecía querer arrancárselas. La coreógrafa no gritaba, no hubiera podido; su boca alojaba el pene de otro individuo que tenía los ojos en blanco por el tratamiento oral recibido. El tipo marcaba el ritmo de la mamada agarrando a la rubia por el cabello con rudeza, obligándola a profundizar más y más la felación a todas luces excesiva.
Ocupando el colchón paralelo, se encontraba Bea en una situación similar, con la salvedad de que era su culo y no su boca el que estaba siendo penetrado de forma simultánea por una segunda polla. La morena parecía estar pasándolo realmente mal encajada entre los machos. Negaba con la cabeza, apretaba los puños, chillaba y lloraba pero el ruido reinante en el local era tal que, desde afuera, la más jovencita apenas distinguía un tenue quejido a través del ventanal.
Jana dio un respingo y se llevó la mano a la boca. De manera instintiva buscó al resto de sus compañeras. Le impactó sobremanera descubrir a Cris literalmente colgada del techo, hecha un ovillo. La pelirroja en pelotas, amordazada y privada de la visión por un antifaz, pendía de varias tiras de cuero que la alejaban del suelo, atada de forma antinatural y claramente dolorosa por sus rodillas y hombros. De sus contundentes senos colgaban un par de artefactos, pesas que se unían a sus pezones mediante unos apéndices en forma de pinzas; pirañas que tiraban de ellos cruelmente gracias a la gravedad. Pese a la distancia, también pudo distinguir unas ristras de bolas insertas en el coño y ano de su amiga.
Aunque no podía ver la cara de la solista del grupo, Jana intuyó que los pies desnudos que descansaban sobre los hombros de un gigantón que movía frenéticamente la cadera un poco más allá eran los de Alexia siendo follada con fiereza. El tipo meneaba la cadera con fuerza, incluso utilizaba sus manos para elevarse y dar así más impulso a su maniobra percutora.
La pequeña Desi ocupaba la zona más alejada de la sala; sin ropa, abierta y atada boca arriba sobre un mugriento colchón mientras el barrigudo de dientes putrefactos que ya conocía lo daba todo sobre ella, bufando y resoplando en cada arremetida, babeando de gusto como un poseído, disfrutando al máximo la follada. Jana recordó la conversación mantenida con él, se imaginó a sí misma ocupando el lugar de su compañera y comenzó a temblar.
Traumatizada, también distinguió a otros hombres que, lejos de auxiliar a las chicas, contemplaban el espectáculo bebiendo y fumando esperando su turno. También pudo ver al Señor Pascual esnifando un polvo blanco y charlando animadamente con los que esperaban turno sin inmutarse lo más mínimo por lo que estaba ocurriendo. De repente el responsable del grupo fijó la mirada hacia el punto exacto donde ella se encontraba. Jana se apartó rápidamente de la ventana y permaneció inmovil, temiéndose descubierta e intentando procesar lo que había visto.
El ruido de una puerta y unas risas sacaron a la adolescente del trance. Todavía en shock, tuvo el tiempo justo para desaparecer encorvada entre los coches y cubos de basura. Zigzagueó sigilosa por el aparcamiento intentando hacer el menor ruido posible. La proximidad del autobús le hizo bajar la guardia y relajarse. Echó mano a la manecilla de la portezuela y, al abrirla, una sombra salió de la nada y la empujó hacia el interior del vehículo con tal fuerza que la niña tropezó, cayendo después de bruces en el interior del pasillo.
¡Ay! - Chilló al golpearse la frente contra el piso.
Alarmada, se revolvió como una anguila, colocándose boca arriba, cruzando las manos sobre su pecho para protegerse. Sin embargo, sus largas piernas quedaron expuestas al agresor bajo su exigua minifalda. Al reconocer la identidad del desconocido quiso creer que todo aquello no era más que una equivocación. Pensó que lo más probable era que el mánager del grupo la hubiera confundido con un ladrón.
¡Es usted, Señor Pascual! Soy yo, Jana. ¡Qué susto me ha dado…!
La adolescente tendió su mano para que el adulto le ayudara a levantarse. No pasó. Él se limitó a limpiarse el polvo blanco que manchaba su nariz varias veces con el dorso de la mano, mirarla con desdén y sonreír fríamente:
¿De dónde vienes, jovencita?
Jana no sabía qué decir. Intentó salir del atolladero con una media verdad e incorporarse. Él se lo impidió, poniendo el pie sobre su pecho.
¡Contesta!
De hacer pipí.
¿No te dijo Mamen que no salieses?
Sí pero…
No has podido evitarlo, ¿verdad?. Tenías que ir y cotillear. Eres una zorrita muy curiosa. Seguro que te ha gustado lo que has visto, ¿eh?. Te morías por participar. No eres más que una calienta pollas, una putita, una guarra; lo vi muy claro en tus ojos en cuanto te vi la primera vez con la lesbiana reprimida de tu madre.
Yo… yo… yo no…
Tú no eres más que una puta, como todas las demás - sentenció él -.
El adulto aprovechó su corpulencia y su peso, ocupando el espacio disponible entre las piernas de la niña. Ella intentó resistirse empujando con sus brazos: fue inútil.
¡Déjeme! ¿Qué va a hacer? - Exclamó muy asustada.
Jana hizo ademán de empezar a chillar pidiendo ayuda. Una simple frase la paralizó haciéndola enmudecer:
Si no te portas bien conmigo me encargaré personalmente de que tu familia vea todas tus fotos.
El hombre, sabiéndose de antemano vencedor de una partida jugada decenas de veces, manipuló su bragueta sin dejar de hablar.
Y cuando digo todas es que son todas, ya sabes de qué hablo.
Los ojos de Jana se abrieron de par en par.
¿Qué crees que pensaría de tí tu mamá si te viesen bailando en pelotas, chupando una polla o follando con ese imbécil de la piscina, eh?
Yo… yo. No… no, por favor…
¿Te imaginas lo que diría tu abuelo si supiera cómo les comes el coño a tus compañeras? ¿Te imaginas lo que diría tu abuelo si supiera todo lo que haces con ellas? Apuesto a que en el colegio tienen la dirección de tu padre… se las mandaré también. Te mandarán a vivir con él y no volverás a ver a tu mamá jamás.
¡Por favor, por favor…!
Sé una buena chica, sé amable conmigo, y no me toques más los cojones.
El sueño infantil de ser una cantante famosa en el que había vivido la niña hasta entonces saltó hecho pedazos dándose de bruces contra la más cruda realidad. Estaba tan perdida y desolada que apenas notó la mano del adulto apartando sus bragas ni guiando posteriormente un pene hacia su vulva. Con todas esas palabras resonando una y otra vez en su cabeza, permaneció muda e inmóvil con las piernas separadas hasta que la penetración se consumó en su totalidad. Sin un ápice de excitación, apenas lubricada y derrotada, experimentó durante su segundo coito todo el intenso dolor que no sintió en su primera experiencia sexual con un hombre. Aplastada por el peso y las ganas del adulto, Jana fue violada de forma inmisericorde sobre el suelo del microbús compartiendo el mismo destino que el resto de sus compañeras esa noche.
También en eso, todas juntas.
El Señor Pascual no se contuvo, penetró la vagina casi infantil una y otra vez hasta eyacular en lo más profundo del coñito de Jana sin apiadarse, haciendo caso omiso a los llantos y jadeos de la niña. No había razón para reprimirse, ella estaba totalmente en sus manos, pronto aquel agujerito perdería su angostura. Las pollas de pervertidos de toda España entrarían en él una tras otra, proporcionándole ingentes cantidades de dinero. Había repetido la misma estrategia decenas de veces, era su modo de vida. Todas las Archis, tarde o temprano, terminaban del mismo modo. Una vez caían en sus garras las trataba como maquinitas de hacer dinero con una caja registradora entre las piernas, incluida su hija.
Cuando se dio por satisfecho, se incorporó, recomponiendo su ropa y limpiándose el sudor de la frente.
Ni una palabra de esto a nadie, ¿entendido? - apuntó subiéndose la cremallera –. Y cuando digo a nadie es a nadie. Ni a mi hija, ni a ninguna de las chicas… a nadie, que ya sé lo mucho que os gusta ir compartiendo intimidades entre vosotras ¿Entendido, señorita?
¡S… sí! - Balbuceó Jana con un hálito de voz.
¡No te he escuchado, pedazo de puta! - Bramó él dándole un puntapié en la ya dolorida entrepierna.
¡Sí!.
¡Sí… ¿qué?!
¡Sí, Señor Pascual!
Eso está mejor, señorita. Ahora vuelve a tu sitio, no quiero escucharte ni respirar.
Rota de dolor y de vergüenza Jana reptó hasta su lugar y comenzó a llorar amargamente bajo la cobija. Se hizo la dormida incluso cuando el resto de las chicas ocuparon sus respectivos asientos. El ambiente divertido de antaño en el autobús se había evaporado, nadie dijo nada el resto del viaje; un silencio sepulcral reinó hasta llegar al destino, donde sus respectivos padres las esperaban ajenos a todas las circunstancias terribles que afectaban al grupo.
*****
¿Qué te pasa, cariño? - preguntó Leticia mientras conducía su coche en la madrugada.
Nada.
¿No ha ido bien?
Sí, mamá. Ha ido muy bien.
Y entonces… ¿por qué sacas tan mala cara?
Estoy muy cansada, mamá.
Ya, pero…
¡Qué me dejes, joder! -
Vale, vale. No pasa nada.
Esa fue la primera vez que Jana chilló a su mamá. Leticia no le dio más importancia. Su hija estaba creciendo y era normal que los primeros síntomas de la adolescencia se fueran manifestando poco a poco. Ya le preguntaría a Mamen al día siguiente, cuando compartieran café y vibradores a la hora de la siesta.
Capítulo 7: La casa rural.
Quince minutos antes de la hora convenida tres coches todoterreno atravesaron la cancela. De ellos bajaron una docena de hombres que saludaron a la señora de la casa de manera educada. Rondaban la treintena y, en general, mostraban un aspecto cuidado y muy saludable. Vestían elegantes trajes negros a excepción de uno, un tipo larguirucho que portaba una horripilante levita de color mostaza bastante ajada, pantalón esmeralda y un voluminoso sombrero de copa del mismo color, dejando a las claras quién de ellos era el futuro esposo.
Parapetadas tras las cortinas, las chicas no perdían detalle de lo que iba pasando fuera de la casa. A Jana le gustó lo que vió y no fue capaz de disimularlo. Su nerviosismo dio paso a cierto cosquilleo en su entrepierna, hasta el tipo disfrazado le pareció atractivo. Su experiencia con los hombres era todavía escasa aunque no nula, su mente inquieta ya comenzaba a imaginar lo que iba a suceder esa noche. Se quedó con lo acaecido con el chico de la piscina, desterrando lo ocurrido con los puteros del club. Si todo iba bien, su contador de amantes podría alcanzar dobles dígitos gracias a su primera actuación especial, algo impensable para ella apenas unos meses antes, cuando todavía jugaba con muñecas y su experiencia sexual se limitaba a esporádicos tocamientos furtivos.
¡Qué guapos! - Musitó Jana espiando por la ventana junto a sus compañeras.
¿Lo ves? ¡Te lo dije! - Chilló Desi.
Sí, están muy bien.
¿Muy bien? ¡Están súper buenos!
Mirad qué cuerpos…
¡Chicas, chicas! Alejaos de la ventana y preparaos, vamos a empezar - Intervino Alexia -.¡Jana!
¿Sí?
Ven, tómate esto. Sólo faltas tú.
¿Qué es?
Tú tómatelo, te ayudará con los nervios.
La chica no le dio más vueltas y tragó la pastilla que su amiga le ofreció. Con el líquido que le acompañaba tuvo más problemas.
¡Puaj! ¿Qué es?
Es vodka, ¿no lo habías probado nunca?
No.
Pronto te acostumbrarás. Ya sabes lo que tienes que hacer, lo hemos ensayado un montón de veces, ¿sí?
Sí, claro.
Sonríe, sé amable con todos y no nos hagas quedar mal. ¿Todas juntas?
Todas juntas.
Perfecto. Venga, chicas; cuando suene la música salimos.
La conocida tonada junto con la droga tuvieron un efecto euforizante en Jana. Lejos de amedrentarse, esperó a salir a escena muy sonriente tras sus compañeras. Dentro del grupo todo se hacía por estricto orden de antigüedad así que ella fue la última en entrar al salón entre aplausos.
*****
La jornada de la primera actuación especial de Jana no empezó bien. Bea, siempre tan puntual, no apareció en el punto de reunión en la madrugada . El Señor Pascual mostró su malestar jurando y perjurando, cosa que no sucedía nunca. Por si eso fuera poco Mamen tampoco estaba disponible, debía distraer a una cada vez más molesta Leticia. Disponer de rentas familiares para no trabajar le hacían tener mucho tiempo libre a la mamá de Jana y, para rellenarlo, había manifestado su firme intención de acompañar a las chicas durante todas las actuaciones de su gira veraniega. De forma excepcional serían cuatro las Archis que saldrían al escenario ese día. Suspender lo concertado era inviable, había mucho dinero en juego.
La actuación matinal fue un éxito como siempre pese a no estar el cuadro completo y, tras un frugal almuerzo, se dirigieron hacia el Pirineo. A Jana le gustó mucho el paisaje, le recordó a su Noruega natal. Carreteras angostas, rebaños de vacas cortando el paso e incluso un camino de tierra por donde el autobús se las vio y deseó para transitar hasta llegar a su destino a media tarde. El lugar parecía sacado de un cuento, una verja de piedra cubierta de hiedra en un claro del bosque en mitad de la nada.
En el interior de la cancela se alzaba una casa enorme, con estética antigua aunque recientemente reformada, rodeada de un cuidado jardín y una piscina cubierta por una vidriera móvil en él.
La anfitriona les esperaba sobre la escalinata. Se trataba de una mujer de unos cuarenta años algo flaca y de rostro andrógino. A Jana le extrañó bastante su atuendo, le pareció poco apropiado para el entorno, más propio de una noche de fiesta en la ciudad. Tras las presentaciones, le dio un beso al Señor Pascual en los labios, ósculo que se prolongó bastante más que un simple beso de bienvenida. Daba la impresión de estar turbada por la presencia del manager. La niña pensó que el Señor Pascual debía ser un hombre atractivo de joven, jamás había pensado en eso antes. Sintió cierta preocupación al verle abandonar el lugar en el autobús. Era cierto que la había forzado y amenazado pero no menos cierto que, aparte de aquel aislado y grave incidente, siempre había estado pendiente de ellas y que jamás les había dejado solas durante una actuación.
Las chicas ocuparon cada una una habitación cosa que extrañó a Jana, normalmente todas dormían juntas durante las pijamadas. Aun así fueron varias las estancias que se quedaron libres, el establecimiento era enorme. Tras instalarse, les dio tiempo de relajarse e inspeccionar la casa. Todo en ella era lujo y buen gusto. Jana pensó en hacer unos largos en la piscina pero no había traído traje de baño y se cohibió.
A las siete de la tarde comenzaron a prepararse. La actuación especial en sí empezaba a las nueve. La señora les hizo llegar el atuendo a llevar durante la función. Tenían varias opciones a cuál más sexy y provocativa para acompañar sus bailes. Esta vez las adolescentes se mimetizarían con Alicia y su País de las Maravillas aunque con ciertas modificaciones: el tradicional vestido azul por encima de los tobillos sería sustituido por una minifalda tableada de vuelo bastante más sugerente de ese color y solamente un escotado delantal corto y blanco enlazado tras el cuello cubriría la parte superior de sus bonitos cuerpos, dejando su espalda y el inicio de sus senos bajo las axilas al aire. Zapatos negros, diadema, liguero blanco y medias del mismo color completarían el atuendo.
Las chicas parecían estar bastante animadas, a años luz del lúgubre ambiente previo a la actuación en el club de carretera. Jana estaba muy nerviosa y a la vez excitada. Todas le decían que no se preocupara, que todo iba a salir bien y que lo iban a pasar genial así que desterró sus miedos y se dispuso a disfrutar de su primera actuación especial.
Todo va a ir bien - Le dijo Desi ayudándola a abrocharse el liguero -.
¿Me lo prometes?
Te lo prometo.
Vale.
El cuerpo de Cris todavía presentaba restos de moratones bastante feos sobre todo en sus contundentes senos, era imposible ocultarlos bajo tan poca ropa. Jana se abstuvo de hacer comentario alguno al respecto, no quería ponerla en un compromiso, de sobras conocía su origen.
Alexia, apareciendo de la nada, le tendió una braguita, más bien un tanga en realidad. Apenas un triangulito unido a tres finas hebras poco más gruesas que un hilo dental.
Toma, ponte esto.
¿Amarilla? Creí que daba mala suerte - rió, recordando las palabras de su madre meses atrás.
No digas tonterías. No olvides ponerla por encima del liguero.
¡Una vez a Cris se le olvidó hacerlo así y nos meamos de la risa! - intervino Desi siempre jovial.
Casi tuvimos que detener la actuación - repuso la afectada con una sonrisa en los labios -. Se me enredó al quitármela y me caí.
Tendré cuidado y lo haré bien.
Claro que sí.
*****
¡Venga tíos, soltadme! ¿Qué clase de broma es esta? - Gritó el tipo vestido de verde fingiendo enfado.
En medio de la sala, rodeado de ricas viandas y mejores caldos, sentado en una silla, el agasajado intentaba liberarse en vano. Sus teóricos amigos, bebida en mano, hacían grupo junto a él. Le habían despojado de la levita y atado los brazos al asiento aunque el amarre distaba mucho de ser del todo eficaz. No obstante no le habían liberado de la carga de la enorme chistera que descansaba en su cabeza y le lanzaban comentarios de lo más jocosos sobre su aspecto o le llenaban la boca con bebidas espirituosas hasta casi ahogarlo.
Cuando la música sonó, sus amigos se hicieron a un lado y un grupo de cuatro chicas muy jóvenes formaron círculo muy sonrientes a su alrededor.
¿En serio? ¿Un grupo infantil? ¡Sois unos cabrones! ¡Y yo que me esperaba un travelo vestido de policía como en la boda de Cayetano! ¡Esta me la guardo, me la vais a pagar… hijos de puta ¡Je, je,je! ¿Qué culpa tengo yo de que la hija del jefe se haya encoñado de mí y tenga trece años nada más? ¡Envidiosos, que sois unos envidiosos!
El treintañero no dejó de reír cuando las chicas le quitaron el sombrero, lo colocaron frente a él y comenzaron a bailar y cantar. Al principio todo iba bien pero pronto se sorprendió mucho al ver cómo sus movimientos inocentes se iban transformando progresivamente en más sensuales, plagados de tocamientos y besos poco castos. Tragó saliva cuando Alexia se colocó frente a él y, mirándole a los ojos, se quitó el tanga con picardía, se lo pasó por la cara y finalmente lo depositó en el sombrero.
¡Joder! - Exclamó verdaderamente atraído por el acto de la sensual lolita.
En su delirio etílico le había dado la sensación de que la nimia prenda estaba totalmente empapada de jugos íntimos. Se puso como una moto si es que no lo estaba ya.
Todavía se alteró más al ver que el resto de las adolescentes hacían lo mismo sin dejar de sonreír y de lanzarle besitos al aire. Cuando llegó el turno de Jana ya no pudo apartar la mirada de ella. Embriagado por el alcohol y otras sustancias, sus movimientos rítmicos y sus dulces curvas le resultaron de lo más apetecibles. Si protestó fue por puro compromiso, no por falta de deseo hacia ella.
Esa te gusta, ¿eh?
¿De qué va esto, chicos? Esto no está bien.
¡Ahora no nos vengas con esas!
¡Disfruta maricón, que sabemos que te va la carne fresca!
¡Eh! Joder tíos… es… es solo una niña.
¿Te gusta,eh?
Para nada.
Su boca decía una cosa, sus ojos otra y la opresión creada en su pantalón desempataba de modo tan explícito que no dejaba lugar a la duda.
Mentiroso.
¡Asaltacunassss!
¡Ya se te está poniendo dura, cabrón!
Era cierto. El pantalón del Sombrerero mostraba un más que prominente abultamiento causado, sin duda, por las evoluciones de la más tierna de las Archis. Su polla cada vez estaba más dura y por si eso fuera poco, Jana no dejaba de mandarle furibundas miradas a esa parte de su cuerpo, calentándolo todavía más. El tipo la devoró con los ojos, retonciéndose de gusto sobre la silla. Envalentonado por la manada hizo varios amagos de incorporarse y hacerse con ella pero los amarres se lo impidieron.
Tranquilo, semental. Ya habrá tiempo para eso.
Deja que termine, joder. La niña lo está haciendo de puta madre, no va a irse a ningún sitio.
Tienes toda la noche para jugar a los médicos con ella, doctor Mateos.
La última parte de la rutina era de lo más explícita. Durante los últimos acordes de la tonada las Archis evolucionaron gateando por el suelo mientras se masturbaban sin tapujos delante del hombre anonadado, haciendo movimientos explícitos que incitaban a la monta, levantándose la faldita descaradamente, abriéndose el culito e incluso jugueteando con un dedo en los inicios de sus anos. El tío ya no decía nada, ni protestaba, se retorcía cada vez más intranquilo inmovilizado en su asiento sin perder detalle.
Cuando la pieza terminó los espectadores que pudieron hacerlo aplaudieron acaloradamente. Entre vítores y risas mandaban comentarios de admiración hacia el cuerpo de las muchachas que eran recibidos con una sonrisa por todas ellas. Con tanto movimiento, una intrépida tetita amaneció en el escote de Jana, que hizo un amago de cubrirse. Un ligero toquecito de Cris en el culito sirvió para quitarle la idea. Recordó lo ensayado y echó los hombros hacia atrás, exhibiendo así mejor la redondez de su menudo pecho.
Alexia tomó las riendas del asunto. El público estaba caliente y no era el momento de dejar que se enfriara. Llevaba demasiadas actuaciones especiales a sus espaldas como para saber lo que los hombres querían realmente de ellas y no era cantar y bailar precisamente. Al principio todo era desenfreno, venían cargados de tensiones, malos rollos y testosterona acumulados durante sus mediocres vidas; ellas estaban allí para aliviarles. Una vez saciados sus primeros instintos primarios, todo era más sencillo. Practicaban sexo con ellos, por supuesto, sin embargo solían tratarlas con relativo respeto y, salvo traumáticas excepciones, tenían cuidado de no dañarlas e incluso procuraban que disfrutasen ellas también.
Ahora veamos cuál de nosotras es la primera Alicia la que va a complacer a nuestro querido Sombrerero Loco.
Y haciéndose con el voluminoso sombrero lo alzó contoneando las caderas como una experta Ring Girl para después buscar en su interior. La mano de la castaña de larga melena no era precisamente inocente. Lejos de ser un sorteo equitativo buscó descaradamente la ropa interior que más le interesaba. Pronto ondeó una minúscula braguita amarilla a modo de trofeo. Todos supieron quién era la afortunada de inmediato pero siguieron con la chanza.
¿De quién es esto? ¡Que levante la mano la Alicia afortunada!
Con las mejillas rojas como el tomate Jana levantó el dedito muy avergonzada. Estaba tan mareada que no se percató de la trama. Sus compañeras le animaron a seguir, colocándola delante de su primer objetivo.
Tú puedes.
Lo vas ha hacer de miedo.
Estamos contigo.
Todas juntas.
El corazón de Jana iba a mil por hora. No era tonta, sabía de antemano lo que iba a pasar durante ese fin de semana, el asunto es que hubiera preferido tener sexo en un entorno más íntimo en lugar de allí, en medio del salón, frente a sus amigas y a un montón de desconocidos.
Arrebató la copa a uno de los espectadores bebiendo su contenido de un trago. Mientras el calor abrasaba su garganta repasó mentalmente los pasos de la rutina especial con los ojos fijos en el bulto del agasajado. Se armó de valor y miró a Alexia. Con un leve movimiento de cabeza le hizo saber a su capitana que estaba lista. La música volvió a sonar y Jana comenzó a volar.
A Jana le costó un poquito más de la cuenta arrancar. Se sabía la rutina de memoria, la practicaba a diario, no obstante aquella no dejaba de ser su primera vez como única solista y eso le pesó. Con los pies no había problema, en cambio le temblaban tanto las manos que no acertaba a deshacer el lazo formado por los tirantes del delantal detrás de su cuello. Lo logró, respiró con menor dificultad y en cierto modo se relajó: ya no había vuelta atrás. Tras unos giros hizo varios amagos de desprenderse del delantal deteniéndose en el último momento, agarrando las tiras blancas justo antes de que sus areolas pudieran verse, sonriendo pícaramente a todo el mundo. Cuando se detuvo frente al Sombrerero Loco y descubrió el brillo en su mirada la excitación cabalgaba por sus venas y sucumbió. Perdida la vergüenza, ya fuera por las drogas o por otra razón, le excitaba que la mirasen así; no quería parar. Los tirantes ya sueltos no opusieron resistencia: antes de llegar a la mitad de la pieza sus bonitos senos vieron la luz e hizo todo lo posible para que fuesen vistos.
¡Uff, qué tetitas!
¡Si no te gusta me la quedo yo, cabrón!
Durante los últimos acordes de su actuación como solista se desprendió de la faldita con gracia, meneando después su culito, exhibiendo la desnudez de su cuerpo adolescente en su integridad a excepción del liguero, las medias y los zapatos.
Con la gracilidad innata en ella evolucionó alrededor del que iba a ser su tercer amante rozando su pecho, acariciando su cara, muslos e incluso su paquete para, finalmente sentarse pícaramente sobre sus piernas. Amagó con darle un besito varias veces hasta que, finalmente lo abrazó tras la nuca y fundió sus labios con los de él. Vergonzosa, cerró los ojos al hacerlo, abstrayéndose de todo. La lengua del tipo entró en su boca como un misil, cortándole la respiración, como si buscase algo importante olvidado en su interior. A Jana le costó un poco adaptarse al acoso del intruso, acostumbrada como estaba a los dulces besos de sus compañeras. Una vez superado el primer momento de desconcierto se sintió muy receptiva ante el juego propuesto, a gusto con la guerra de lenguas. Después de un par de minutos intercambiando babas el coro que los rodeaba comenzó a aullar, sacándola del trance, incitandola a ir más allá. La niña se incorporó dejando a su nuevo galán con la boca abierta esperando más batalla bucal.
Sin dejar de contonearse al ritmo de la música Jana se arrodilló. Cuando su culo expuesto entró en escena el ambiente se caldeó mucho más. Gateando, quitó los zapatos al sombrerero para, acto seguido, rozar el paquete con su cara, como una gatita mimosa lo que provocó más de un comentario fuera de tono por algunos hombres. Cada vez más caliente y desinhibida, frotó con sus manos el pene todavía preso en toda su longitud. Sin ser el pollón del jardinero, sus dimensiones no eran en absoluto desdeñables. Se sentía mareada y también caliente, la droga que corría por sus venas se encargaba de ambas cosas.
¡Venga Jana, tú puedes! - Jaleó Desi desde su rincón.
Llegados a este punto Jana olvidó la rutina y actuó por puro instinto. No sabía qué le pasaba, no se reconocía, esa no era ella. En su cabeza no había más objetivo que elevar cuanto antes su exiguo número de amantes. Olvidó su vergüenza, fijó su objetivo en la entrepierna del hombre y actuó. Con menor dificultad de la esperada logró deshacerse del pantalón, arrastrando el slip que lo acompañaba con él, lo que ella buscaba se encontraba duro y erecto en su interior. Poco menos que se abalanzó contra el miembro viril, alojandolo en el interior de su boca a toda velocidad y comenzó a mamarlo justo en el momento en el que la música cesó.
¡Joder con la niña!
Te va a dejar los huevos secos como uvas pasas, amigo.
La melenita de Jana iba y venía al ritmo de la mamada. Los jugos que acompañaban al falo, líquidos preseminales y sudor en realidad, lejos de desagradarle, le sabían a gloria. Su vulva palpitaba y los pezones incluso le dolían. Mientras chupaba notaba el pulso en su coño, un ritmo vibrante e intenso que le dictaba al resto de su cuerpo cómo actuar. Jamás había sentido algo así.
La niña se abstrajo de tal modo por el efecto de la droga que se olvidó de todo lo demás que no fuese aquella polla. Su mirada entró en efecto túnel en el que la periferia permanecía borrosa mientras en el centro aparecía de forma nítida aquel trozo de carne enhiesto, duro y palpitante. Se abalanzó contra él. Lo quería dentro y lo quería ya.
¡Joder, tío! ¡Te va a matar!
Tu mujer va a enviudar antes de que te cases con ella.
En efecto, la desinhibida Alicia se colocó a horcajadas sobre el Sombrerero Loco. Frenética, buscó la verga y la dirigió a su entraña. Estaba fuera de sí. Tras uno o dos intentos infructuosos consiguió empalarse. Apenas unos segundos invirtió su joven y elástico cuerpo para acostumbrase al intruso tras lo cual se aferró a él como si la vida le fuese en ello y comenzó a menear la cadera de forma convulsa, empalándose de polla, inmolándose a sí misma, ensartándose de rabo todo lo que le fue posible dado lo incómodo de la postura. El tipo, privado de movilidad en las manos, sólo pudo aguantar el envite y disfrutar. El asiento crujía como si fuera a romperse en cualquier momento y a buen seguro hubiera ocurrido de no ser porque el semental no dio más de sí y desparramó su simiente en el interior de una Jana desatada que ni aun así dejó de cabalgar y buscar el orgasmo. Este llegó de manera escandalosa durante la postrera andanada de semen y tuvo su eco en la garganta de la ninfa que exhaló un tremendo chillido al alcanzar su cénit y correrse como nunca antes.
¡Guau!
¡Tremenda!
¡Menudo polvazo.
Los hombres reían, aplaudían y gritaban como locos. Comentaban entre sí lo ocurrido tildándolo de extraordinario. Cris y Desi quedaron boquiabiertas, Jana había destrozado de un plumazo sus más altas expectativas. Jamás habían visto algo semejante. Ni Mamen, en su punto más álgido, había hecho algo parecido durante una actuación especial. Experimentaron cierta envidia hacia su más joven compañera, estaba claro que todos los machos presentes querrían probar eso que ella ofrecía.
Alexia en cambio, más fría y calculadora, se asustó. Aquello no era normal. Conocía de sobra el efecto que las pastillas tenían en las chicas. Ella misma lo había experimentado muchas veces, incluso se había tomado una como el resto de las Archis antes de la actuación y la excitación que sentía estaba a años luz del furor uterino demostrado por la novata. Pensó que tal vez el cuerpo de Jana era demasiado joven como para procesar la droga de manera correcta y los efectos euforizantes se manifestaban en ella demasiado intensos. Quiso acercarse a ella para comprobar su estado pero el ambiente estaba tan cargado de hormonas que, tras apenas dar un paso, alguien la alzó como una pluma, la apretó contra la pared y comenzó a follarla como al resto de sus compañeras. La orgía estaba en marcha y, por mucho que se empeñase, ya no había manera de pararla así que se dejó llevar.
La noche fue larga, muy larga. Los tipos estaban en forma y se lo demostraron con creces a las chicas. Los polvos se iban sucediendo por todos los rincones de la casa, el jardín e incluso la piscina climatizada donde ya no importó tanto disponer o no de ropa apropiada para el baño.
Jana parecía otra. Desnuda, no dejaba de charlar y parlotear con los hombres. Se dejaba tocar por ellos sin ninguna cortapisa. Apenas comía. En cambio bebía todas y cada una de las copas de champán que le ofrecía al igual que chupaba cada polla que se le acercaba a la boca. En un momento dado alguien la usó como mesa improvisada en la que extender una raya de cocaína y fueron varios los que esnifaron el polvo blanco de sus tetitas y vientre. También ella tomó una que la elevó al infinito y fumó algún que otro porro, puede decirse que probó todo aquella noche.
Cuando el ánimo decaía la anfitriona se encargaba de mantener los ánimos en todo lo alto gracias a la química. Pastillas azules para ellos, rosas para ellas. Jana engulló todo lo que le dieron y, gracias a eso se transformó en un ser insaciable, se lo folló todo. Tampoco tuvo problemas en tener sexo con Cris delante de todos. La casa estaba repleta de artilugios y juguetes sexuales varios, ideales para cumplir la fantasía lésbica del vicioso Sombrerero. Provista de un pene con arnés, penetró a cuatro patas a la joven tetona pelirroja ante el delirio del futuro esposo y no se detuvo hasta que su amiga se derritió de puro gusto rellena de falo sintético.
Llegó un momento en el que, debido a los excesos, todo se tornó nebulosa en la mente de Jana. Cada vez que abría los ojos veía a un tipo diferente sobre ella dándolo todo, penetrándola a placer, corriéndose en su interior, en sus tetas o en su cara. También llegó un momento en el que lo que vio fue la almohada, el césped o el mismo suelo y siempre acompañaba esta visión risas y un molesto dolor en el culo. Su virgo anal fue arrebatado por un adulto al que ni siquiera llegó a ver la cara y luego fueron varios los que recorrieron el camino iniciado en su puerta de atrás. También alguien le ordenó que abriese la boca y orinó en su cara. No es que le disgustara o no, simplemente iba tan colgada que ni se enteró realmente de lo que pasaba.
El último recuerdo de Jana esa noche fue justo antes perder la consciencia mientras era penetrada anal y vaginalmente de forma simultánea en una cama extraña.
Capítulo 8: Epílogo.
La muerte de Jana al principio fue un sock para su familia, sus compañeras de grupo y su entorno, pero conforme las circunstancias de su muerte fueron saliendo a la luz, se convirtió en un asunto nacional, portada de los diarios y, sobre todo, carnaza para la prensa sensacionalista.
El Señor Pascual intentó vestir lo sucedido como un accidente, amenazando a las chicas con difundir todos sus archivos sexuales si se iban de la lengua. Sin embargo su débil coartada saltó por los aires apenas unas horas después de que llegase la policía, en cuanto comenzaron a cruzarse los interrogatorios. Bea, embarazada de cuatro meses, no tuvo el menor reparo en descubrir las mil y una atrocidades cometidas por el mánager y su hija durante su pertenencia al grupo. Incluso esta aceptó testificar contra su padre a condición de que su pena fuera rebajada con la excusa de haber sido una víctima más del empresario musical.
En cuanto la caja de los truenos se destapó, ya nadie pudo pararla. Uno tras otro fueron saliendo testimonios, anónimos o no, de chicas denunciando abusos, extorsiones y violaciones por parte del cerebro de la organización. Un simple registro de su domicilio bastó a las autoridades para hacerse de miles y miles de archivos de contenido ilegal; agendas, contratos y todo tipo de documentación que permitió tirar del hilo y destapar la trama de corrupción de menores y prostitución infantil descubierta en España hasta la fecha.
No sólo proxenetas y puteros de toda la nación fueron detenidos e imputados, también lo hicieron abogados, políticos, gente de la nobleza y algún que otro futbolista famoso. También se juzgó a gente anónima: maestros, comerciantes, empresarios, trabajadores… la mayoría esposos y padres de familia modelo, personas en su mayoría de intachable reputación con una faceta oculta que salió a la luz gracias a la malograda Jana.
Especial conmoción sufrió una de las capitales vascas cuando se supo que una parte del plantel de cirujía de su hospital privado con más renombre no solo estaba implicado en los hechos sino que uno de ellos era el principal sospechoso de ser el causante directo de la muerte de la niña.
Sin duda todo el revuelo se vio maximizado por la repentina muerte del Señor Pascual en la cárcel antes incluso de que se llevara a cabo el juicio. La opinión más extendida fue que la familia de Bea tomó cumplida venganza de lo sucedido con ella. Los más conspiranoicos elucubraron una teoría acerca de que un miembro del gobierno temió ser salpicado por todo aquello. Se especuló mucho al respecto aunque en realidad nada se sabe de eso hoy en día.
Lo que sí que es seguro es que la muerte de Jana Hansen supuso un antes y un después en el devenir de la industria musical infantil de este país. Los pocos grupos musicales similares a Arco Iris se disolvieron poco después de salir el escándalo.
Ningún padre en sus cabales querría poner en peligro a sus hijas.
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