"LUCÍA Y EL CAZADOR" por "ALTAIS"



Lucía dio un par de pasos tambaleantes antes de entrar a aquel bar, no era un sito demasiado grande, destacaba por su estilo moderno. Caminó todavía sin acostumbrarse al objeto que se escondía entre sus piernas, para ser más precisos, dentro de su coño. La rubia menuda llevaba un par de semanas en su trabajo de verano, solía pillar algo de medio tiempo entre vacaciones para tener algo de dinero extra para sus gastos en la universidad y en sus noches se dedicaba a ligar por una web de esas típicas de cachondeo, ahí había contactado con ese personaje. No tenía idea de quien se trataba, solo que con su tono imperativo le hacía mojar las braguitas.

Sin saber cómo, le había sacado bastante de su información personal, así era como un par de días atrás le llegó ese particular paquete. Su rostro se encendió y tuvo que esconderlo para que sus padres no lo vieran. No quería quedar como lo que era, una guarra sin remedio.

“Úsalo hoy en el bar, estaré allí sobre las 17 horas” rezaba un pequeño papel con una letra pulcra y segura. La joven no lo dudo demasiado, después de esas intensas sesiones masturbatorias de mano de “Cazador01”, con cuidado introdujo el huevo vibrador, ajustando la extensión a su clítoris, no necesitó ni una gota de lubricante. Estaba tan caliente que su propia humedad facilitó la maniobra.

La tarde transcurrió sin mayores sobresaltos, cada tanto miraba la hora en el reloj de la pared. Seis eran los individuos que a las 17:10 ocupaban un espacio a lo largo del bar. Una vibración inesperada casi le hizo tambalearse, fue intensa, corta, tuvo que morderse el cachete para no soltar un gemido.

Barrió con la mirada a los presentes, buscando el artífice de tan morbosa situación. Difícil, las seis personas tecleaban en sus móviles como si nada. ¿Sería la morena sentada en la barra? ¿El friki de lentes de pasta en el fondo? ¿El gitano que torcía el gesto mientras leía algo en la pantalla? ¿El cachas de chupa de cuero? ¿El maduro de traje? O ¿la rubia oxigenada de leggins casi transparentes?



Tuvo que respirar profundo y seguir aparentando que nada sucedía, aunque el rubor en su rostro delataba que algo sucedía. Las vibraciones sucedían en un período regular, pulsación, 2 minutos, pulsación nuevamente. Su corazón parecía querer salirse del pecho. Su coño babeante jugaba en su contra. Tal era su grado de excitación que pudo sentir la humedad traspasando la tela.

El Cazador01 seguía jugando con ella, con su voluntad y con su deseo. Activó el momento mientras le llevaba una birra al maduro de traje provocando un pequeño desastre. Por suerte no salpicó al cliente, pero recibió una mirada amonestadora por parte del dueño del bar.

Una vibración diferente la sacó de idilio erótico, una notificación del móvil. Con discreción desvió la mirada, para su sorpresa un mensaje del chat donde solía hablar con esa intrigante persona, para quien se bajaba las bragas casi todas las noches “Al baño, ya.”

Se excusó torpemente con su jefe, alegando un malestar de “chicas”, el sexagenario le indicó que fuera, pero rápido. Corrió, pero casi se tropezó al sentir una nueva descarga del aparato. Entró en el baño de chicas, en el primer apartado libre, y en ese instante tuvo que sujetarse porque el huevo comenzó a vibrar con la mayor intensidad sin darle tregua. “Date la vuelta y cierra los ojos” pudo leer a duras penas. En medio de los espasmos que anunciaban un orgasmo muy próximo, cerró sus ojos y pudo sentir su respiración entrecortada, una serie de pasos se dirigieron mientras sus piernas se doblaban por el intenso orgasmo que explotaba en su interior.

Luchó contra el deseo de abrir sus ojos, una fuerte y gran mano cubrió sus ojos privándola de la visión, pudo sentir como un cuerpo, evidentemente masculino se pegaba a ella. Una descarada erección se apoyó entre sus nalgas. La otra mano no perdió tiempo, bajó sibilinamente colándose en el pantalón. Unos dedos toscos apretaron su coño provocándole nuevos espasmos.

Esos agiles dedos sacaron el juguete provocándole un gemido que no pudo disimular. Como pudo, esa mano liberó su intimidad de cualquier vestigio de tela, sintió como la bragueta del hombre también liberaba el miembro masculino. Era grande, grande y grueso y se paseó impunemente por su culo.

El grueso pene la abrió sin contemplación, hundiéndose lentamente hasta el fondo de su intimidad, las paredes de su sexo se ensancharon recibiendo al misterioso invitado. Luego sintió como se retiraba para dejarse ir con más fuerza.

Fue una monta intensa, dura. Si alguien entraba sería testigo de la follada a la que la chica se veía sometida. El cipote la abría como nunca había sentido, la mano libre magreaba sus tetas de una forma dura, pellizcando sus pezones y haciéndole llevar al delirio máximo.

La mano del hombre bajó a su boca al intensificar la follada, sentía los gruñidos de su amante furtivo, su respiración excitada. No pudo evitar soltar un gran gemido, amortiguado por aquella mano que servía de mordaza. El sujeto aceleró sus embestidas y ese par de huevos que se golpeaban con sus nalgas se tensaron descargando en su interior una gran cantidad de semen. Sus cuerpos quedaron laxos, todavía unido por sus sexos.

– Esta noche cerramos tarde, zorrita. Veremos si tu boca es tan buena como tu coño.

Lucía abrió mucho los ojos para encontrarse con la mirada lasciva de su jefe.

– Sí, don Pepe –musitó al ver como el maduro se guardaba el miembro morcillón en sus pantalones dejándola perpleja y, sobre todo, excitada ante las nuevas perspectivas que se planteaban en su horizonte.

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