"UNA FIESTA FAMILIAR DESINHIBIDA" por VERONICCA

 Hacía ya varios años que no veíamos a mi hermana, su marido y sus dos hijas, porque se habían marchado a vivir al extranjero al poco de casarse, precisamente porque mi hermana se había quedado embarazada. 

La última vez que nos habíamos visto, las niñas eran todavía muy pequeñas igual que nuestro hijo, que era de la misma edad que su hija mayor, por lo que aprovechando una celebración familiar, los invitamos a nuestra casa a pasar unos días, dejándoles para dormir la habitación de nuestro hijo, que tenía dos camas y él dormiría con nosotros esos días.

Cuando llegaron, nos sorprendió agradablemente ver a sus hijas convertidas en dos preciosas adolescentes, con la pequeña entrando en esa maravillosa época, cruzándose durante los saludos las primeras miradas,  diciéndome mi hermana también que vaya hijo más guapo que tenía, mientras que los ojos de mi marido no podían apartarse de las niñas mostrando un evidente nerviosismo ante la cortita faldita de la pequeña y el short corto y ajustado de la mayor con unas desenfadadas camisetas resaltando más su belleza.

Les enseñamos la habitación para que dejaran las maletas, y la madre les dijo a las niñas que se cambiaran mientras nosotros hablábamos en el salón, pero al poco rato apareció la hija pequeña en el salón vestida únicamente con un tanga preguntando a su madre por una camiseta para ponerse. Creo que en ese momento a mi marido casi le da un infarto al verla, porque a la cría estaban empezándole a crecer los pechos, coronados en unos pezones puntiagudos que parecían querer explotar, quedándose él prácticamente sin habla en ese instante, mientras su madre atendía a la niña:

—Pero hija, como vienes así, que no estás en tu casa, ven conmigo que te doy la camiseta.

Yo intenté disculparla diciendo:

—No te preocupes mujer, los niños son así y no se dan cuenta.

—Pues que vaya aprendiendo, porque ésta ya no es tan niña y ya ves cómo se ha quedado su primo mirándola —sin atreverse a decir que mi marido la había mirado igual o más que mi hijo.

Cuando volvieron las dos niñas ya cambiadas de ropa para sentarnos a comer, la pequeña venía con una camiseta un poco larga y con ese mismo tanga sin nada más por encima y su hermana mayor se había puesto una camiseta de tirantes, con bastante escote y sin sujetador por lo que al moverse podían vérsele los pechos perfectamente, llevando debajo un tanga parecido al de su hermana, diciendo su madre:

—Éstas están acostumbradas a estar en casa prácticamente desnudas y como están más cómodas es así.

—Nosotros también, así que no hay problema. Mi hijo está todo el día en calzoncillos y hay veces que hasta le sobran, porque se le pone dura y se le sale fuera la pollita, jaja.

A mi hijo no le hizo nada de gracia mi broma y se puso todo rojo por decir eso delante de sus primas, que sonrieron al oírlo, al igual que mi hermana, que me dijo en tono pícaro:

—Qué suerte tienes. Será un gustazo verle así, porque la pollita ya tendrá un buen tamaño; yo en cambio, con estas dos, el que se recrea es su padre, jajaja, que se pasa el día viendo rajitas…..

—Entonces el que tiene suerte es tu marido, con lo cariñosas que suelen ser las nenas con los papás —dijo mi marido.

—Sí, demasiado…. —contestó mi hermana, con resignación.

La conversación iba subiendo de tono, mientras mi sobrina pequeña se había puesto encima de su padre que con una mano acariciaba los muslos de su otra hija, que también estaba sentada a su lado, lo que no pasaba desapercibido a los ojos de mi marido que les miraba con evidente envidia, sobre todo en algún momento que mi cuñado prácticamente metía la mano bajo la camiseta para sobarle los pechos a su hija mayor.

Esa noche, ya en la cama, mi marido no pudo evitar comentarme lo caliente que le tenía la situación, preguntándome:

—¿Tú crees que hará algo tu cuñado con sus hijas?

—No sé, mi hermana no me dijo nada, pero con los antecedentes familiares que tenemos y que allí, donde viven ellos ahora hay más libertad y tienen otras costumbres, todo podría ser.

—Es que sólo de pensarlo me pongo malo. Las dos crías están muy ricas, pero la pequeña es demasiado, con esos pezones que tiene. Me los metería en la boca enteros. Además, ya me fijé en como mira tu hermana a nuestro hijo y ella al tener sólo hijas, seguro que estará deseando tener algo con él. Podrías hablar con ella y proponerle una especie de cambio.

—¿Pero qué estás diciendo? ¿Te has vuelto loco? ¿Cómo voy a decirle eso? ¿Quieres que piensen que somos unos pervertidos? Nosotros no sabemos cómo piensan ellos.

—Pues viendo como las soba su padre sin esconderse, y que tu hermana no le diga nada, te lo puedes imaginar. Seguro que tu hermana es una cachonda perdida, con lo que me contaste de como ella se dejaba montar por vuestro padre desde bien pequeña, cuando te veía a ti con él, y no creo que se escandalice porque le digas eso.

—Bueno, ya veremos. A ti mientras tanto, que no se te vaya la mano con las niñas, que a lo mejor no son tan putitas como te piensas y tengamos un problema.

—Intentaré aguantarme, pero si siguen andando por casa con esos tanguitas las dos, no voy a poder evitar tocarles el culito.

Al día siguiente, ya tuve tiempo de hablar a solas con mi hermana con más intimidad, preguntándole yo:

—¿Qué tal dormisteis?

—Yo dormí bien en una cama para mi sola, porque las niñas se empeñaron en dormir con su padre, pero no pararon en toda la noche y no pude dormir todo seguido.

—¿Qué les pasa, que son nerviosas y que no duermen bien?

—Sí que duermen bien, pero después de que su padre se las folle a las dos y les haga correrse dejándolas agotadas.

—¿Qué me dices? ¿Qué tiene sexo con ellas?

—Claro, no sé de qué te sorprendes, si nosotras éramos igual con nuestro padre.

—Sí, ya lo sé, todavía me acuerdo de la cara que ponías cuando le veías echado encima de mí, jaja.

—Claro, porque miraba como te metía la polla y yo sabía que a mí me lo iba a hacer también, pero miraba mi rajita y no entendía como me podría caber ahí….

—Éramos así de inocentes, pero eran otros tiempos y vivíamos allí en la aldea, donde todos hacían lo mismo.

—Pues ahora igual ¿Qué te crees? ¿Qué el hombre que tiene una hija en casa, no se aprovecha? Como tú no tienes hijas, no lo has vivido como yo. Además, tú con tu hijo, no me digas que no has sido la primera en sacarle la leche.

—Supongo que tendrás razón y será así y no te voy a mentir con mi hijo, porque ya sabes lo que hacíamos con nuestro hermano pequeño también.

—Por eso; que anda, vaya envidia que me das, que tú puedes disfrutar de él y yo como tengo dos hijas, el que las disfruta es su padre.

—Pues mira, resulta que esta noche mi marido y yo hemos estado hablando de esto precisamente y no me atrevía a comentártelo. Él me decía que hiciéramos un intercambio como esos de parejas, pero de hijos.

—Claro, parece mentira que no me tengas confianza. Por mí no hay inconveniente. Además, con la calentura que tengo desde que vi a tu hijo, iba a acabar proponiéndotelo yo, y con mi marido tampoco hay problema, porque ya lo hemos hablado, que cuando tuviera yo oportunidad de disfrutar de ello, él no se opondría, porque yo también tengo derecho y le encantará verme.

—A mí también me gustaría ver a tus hijas con mi marido, que también se lo debo y tiene derecho a disfrutar un poco. Así que esta noche te llevas a mi hijo a dormir con vosotros y nos traemos a las niñas con nosotros.

—Perfecto, pero antes déjame estar un poco con tu hijo, que no puedo aguantarme hasta la noche.

—Pues aprovecha ahora, que está duchándose. Él estará encantado.

Nos metimos en el baño, donde mi hijo acababa de meterse en la ducha y le dije:

—¿Dejas que tu tía se duche contigo, que tiene un poco de prisa?

—Sí, tía, entra.

Mi hermana se desnudó rápidamente, ante la mirada sorprendida de mi hijo, metiéndose con él en la ducha y aunque estaban un poco apretados seguro que no les importó. Ella enseguida se ofreció para enjabonarle, y poniéndose a su espalda le fue dando jabón por todo el cuerpo, poniendo sus manos en el pecho y bajándolas hasta el pene de mi hijo, que ya mostraba una buena erección, donde se entretuvo especialmente enjabonándolo totalmente junto a los testículos, sin olvidarse de su culo. Luego dándole la vuelta, le aclaró, estando ella agachada a la altura de su polla apuntándole a la cara y ella abriendo la boca, se la metió toda dentro, sacándola por momentos y diciendo algo que apenas se la entendía:

—Que rica la tienes, que cosa más rica, sobrino.

Después de estar un rato saboreándola, mientras mi hijo le sobaba el coño metiéndole  los dedos y poniéndola todavía más caliente, se agarró a la barra de la ducha y abriendo las piernas, puso los muslos alrededor de la cintura de mi hijo, pidiéndole que se la metiera, agarrándola mi hijo por las caderas empezando a follarla moviéndose dentro de ella, arrancándole un gemido tras otro hasta que finalmente alcanzó el orgasmo con un grito más largo y profundo dejándose llevar por las embestidas de esa polla joven.

Quedando satisfecha por el momento, acabaron de ducharse, saliendo del baño mi hermana con una evidente cara de satisfacción, diciéndome:

—Qué ganas tenía de hacer esto. Ya me lo había contado alguna amiga, pero es mucho mejor sentirlo a que te lo cuenten, jajaja. Los que habrás tenido tú de estos, cabrona.

—Sí, la verdad es que es una gozada, de un morbo sin igual, tenerlo ahí entre tus piernas, follándote, pensando en que es tu hijo quien te lo hace, te hace correrte sola, prácticamente.

Cuando se lo conté a mi marido lo que había pasado, casi no podía ni creérselo, esperando ansiosamente la noche para poder gozar de esas niñas que le tenían tan loco. Mi cuñado también le miraba con complicidad, pero sin que mi marido se atreviera a decirle nada, ya que nunca se había visto en una situación así, de que alguien le ofreciera generosamente a sus hijas para disfrutar de ellas, aunque en esta ocasión, fuera a cambio de que su mujer pudiera cumplir su mayor fantasía, lo que también demostraba el gran amor que se tenían entre ellos.

Al llegar la noche y tal como habíamos acordado, las niñas se vinieron con nosotros y mi hijo con su tía. Mi marido se desnudó y las puso una a cada lado, mientras yo les observaba al otro extremo de la cama. Las dos niñas agarraron la polla de mi marido con sus manos masajeándola suavemente dándole besos alternativamente, mientras las manos de mi marido acariciaban sus cuerpos lentamente, pero también con la ansiedad de alguien que está cumpliendo uno de sus mayores sueños, mientras mi excitación también iba en aumento, al ver tan morbosa escena, llamándome la atención que mis sobrinas no eran unas novatas en el tema y se comportaban con evidente soltura, adquirida en sus muchas sesiones familiares.

Cuando las niñas se pusieron a lamer el pene de mi marido a la vez, creo que nunca se lo había visto tan hinchado, pareciendo a punto de estallar, súper excitado por sus lamidas y sobre todo, creo yo, por las caras de viciosas que ponían al hacerlo, disfrutando de lo que estaban haciendo y disputándose el semen que finalmente salía disparado en dirección a sus bocas.

Luego, mi marido mientras se recuperaba de la corrida, se entretuvo chupando las duras tetas de la mayor y degustando los pezones de la pequeña, con los que estaba obsesionado, llegando casi a morderlos, haciendo estremecerse a la cría.

La excitación de mi marido volvía a subir sin control acariciando los coñitos de mis sobrinas introduciéndoles algún dedo, lo que arrancaba sus gemidos y ya no pudiendo aguantar más para penetrarlas, eligió primero a la mayor para ponerse sobre ella y penetrarla con fuerza, sabiendo que aguantaría bien sus embestidas, haciéndola gozar con sus rítmicos movimientos hasta hacerla llegar al orgasmo, sin que él se corriera una segunda vez, a pesar de lo excitado que estaba, porque estaba reservándose para su hermana pequeña, poniéndosela encima para introducirle su miembro, entrando con algo más de dificultad en su coñito que en el de la mayor, pero una vez dentro, ya pudo moverse con facilidad en su interior, facilitándolo mi pequeña sobrina con sus movimientos.

El vaivén de la polla de su tío que la llenaba completamente, sintiendo él el placer de la estrechez de su coñito, lo que le provocó ya irremisiblemente una segunda eyaculación tan abundante como la primera, pareciendo que la niña encadenara un orgasmo tras otro por la forma de sus gemidos, que acabaron excitándome hasta a mí, que no podía parar de masturbarme viendo la escena en uno de los momentos más intensos vividos por mí hasta ahora, sin que participara directamente, diciéndome él:

—¿Has visto lo fácil que le ha entrado la polla a la pequeña? Parece increíble con el coñito tan pequeño que tiene. Su padre debe de estar jodiéndola desde no sé cuándo.

Preguntándole yo a la cría:

—¿Desde cuándo te la mete tu padre, cariño?

—No sé, no me acuerdo.

—Qué bruja eres… Lo sabes bien, pero no nos lo quieres decir, ¿o eras demasiado pequeña para acordarte?, jaja —riéndonos nosotros con su picardía, pero excitándonos más todavía con la situación.

Mi marido parecía que no quería que terminara nunca ese sueño, y a pesar de su agotamiento, no paraba de lamer los pechos de mis sobrinas y sus vaginas en las que alternaba su lengua degustando los deliciosos jugos que derramaban, hasta que acabamos quedándonos dormidos, pero a la mañana siguiente, cuando me desperté, vi como mi marido estaba volviéndose a desahogar sobre la más pequeña mientras le chupaba el coño a la mayor y en ese momento ya no pude evitar sumarme a la orgía familiar, y me puse a chupar las duras y grandes tetas de mis sobrina, pudiendo probar también a lo que sabían unos coños jovencitos, encantándome su sabor, disfrutando a la vez de la polla de mi marido, que en agradecimiento se puso a follarme a mí también para calmar toda la calentura acumulada.

Al levantarnos, la cara de mi hermana era de total satisfacción después de una noche desenfrenada con mi hijo, contándome con detalles todo lo que habían hecho, al igual que yo, lo que habían hecho sus hijas, diciéndome ella, que ya sabía que iban a estar a la altura.

Esa misma tarde, organizamos una pequeña fiesta familiar y ya rotas todas las inhibiciones, nos dedicamos a disfrutar libremente unos de otros, pudiendo nuestros maridos hablar ya libremente, diciéndole el mío a su cuñado:

—Vaya gozada que son tus hijas. No me extraña que te vuelvas loco con ellas…

—Sí, son tremendas. He tenido mucha suerte y disfrutamos mucho juntos.

—¿Cuándo empezaste a gozarlas?

—No sé si decirte que desde siempre, pero sobre todo cuando ellas empezaron a ser más conscientes de todo. Supongo que tu mujer ya te contaría lo que hacían las dos hermanas cuando eran pequeñas y como se lo pasaban con su padre, así que nunca puso problema a que yo las tuviera en la cama.

—Sí, claro, ya fue contándome todo eso y yo no me lo podía ni creer, pero tenía que acabar siempre masturbándome de lo que me calentaba con sus historias.

—Imagínate, yo igual, tampoco estaba acostumbrado a que en mi familia hicieran esas cosas y me quedaba alucinado, así que cuando tuvimos a las niñas, ella misma era la que las ponía a comerme la polla. Era toda una locura.

—¡Buufff! Madre mía, que envidia me das….

—Además, es que ellas iban cogiendo un vicio que no me dejaban en paz. Todos los días a todas horas querían hacerlo y en vez de estar como otras niñas de su edad, jugando a sus cosas, preferían estar en la cama conmigo.

—Bueno, es lo que suele pasar en esos casos, me imagino. A nuestro hijo no había quien le separara de su madre tampoco.

—Claro, empezaría pronto también con él.

—Pues sí, con pocos años ya le chupaba la polla y a él le encantaba aunque todavía no le saliera nada, claro.

—El gusto y el placer se tienen siempre y eso a todos les gusta.

—El verla a ella me envició a mí también y yo también se la empecé a comer y le acostumbré a que me comiera la polla también. A falta de crías…., es lo que pasa.

—Pues claro, hombre, hiciste bien. Ahora que me lo dices, también a mí me dan ganas…, jaja.

—Cuando quieras, ya sabes…..

—Mi mujer también disfruta con las crías, pero ella preferiría hacerlo con uno como el tuyo y le prometí que cuando tuviéramos oportunidad, podría hacerlo, y mira que bien, que nos hemos juntado y podemos cumplirlo —le comentaba nuestro cuñado.

Al escucharles, yo también hablaba con mi hermana para enterarme más de sus relaciones:

—Así que te gusta comerles el coñito a las niñas también….

—Pues…., es lo que dice tu marido. Estás en familia y solo piensas en pasártelo bien, da igual que sean coños o pollas. Igual que hizo tu marido, comiéndose la polla de su hijo.

—Jaja, sí y bien que la disfruta, que casi no me la deja a mí.

—Pues ahora que nos dejen el crío para nosotras y se entretengan entre ellos o con las niñas.

—Yo creo que habrá que animarles un poco, porque no se van a atrever.

—Ya verás que sí.

Y dirigiéndonos a ellos:

—Estábamos hablando entre nosotras que nos gustaría ver como os coméis la polla el uno al otro.

—¿Sí? No me digas, —contestó mi marido.

Y dicho y hecho. Se bajaron los pantalones los dos, enseñándonos sus pollas, a cada cual mejor, empezando a pajearse mutuamente, poniéndose a mamar primero mi marido y luego mi cuñado, para acabar haciendo el 69 más morboso que había visto en mi vida, y más todavía, cuando se corrieron y chuparon su semen golosamente.

Ya totalmente enardecidos, mi marido le ofreció el crío a su cuñado, enseñándole la polla:

—Mira que cosa más rica. Disfrútala todo lo que quieras….

Mi cuñado se la metió en la boca, todavía con restos de semen, mirándole con curiosidad sus hijas, que nunca le habían visto hacer eso, sirviendo para excitarlas de nuevo mientras se dejaban sobar por mi marido, que no paró hasta que tuvo una nueva follada con ambas, interviniendo después su padre, que le dijo:

—Mi hija mayor lleva tiempo queriendo tener una doble penetración, así que si te parece bien, este es el mejor momento.

—Sí, claro. ¿Tú que prefieres, el culo o el coño?

—Te cedo su culo, que creo que no lo has probado todavía.

—Estupendo, ayer me quedé con las ganas, pero como tenía el coño tan rico, no sabía si por ahí lo hacía también.

—Las dos tienen el culo ya bien dilatado. Empecé a joderlas analmente.

—Genial. Tú siéntate y te la pones encima y yo se la meto por detrás.

Y así empezaron a follar a mi sobrina mayor, entre sus gemidos de placer doble, que la hacían correrse una y otra vez, mientras los dos hombres también se derramaban sobre ella, llenándola de semen entre las piernas.

A mi hijo solo se la había mamado su tío, así que le quedaban muchas reservas para satisfacernos a nosotras, dejándonos follar por turno hasta que acabó corriéndose con su tía, cuyo coño le exprimía con más ansia que el mío, ya más acostumbrado a su polla.

Nos hubiera gustado que esa fiesta fuera interminable, pero el cuerpo tiene unos límites y hay que dejarle descansar, lo que aprovechamos para seguir hablando entre nosotros:

—Allí donde vivís, ¿no encontrasteis a otras familias con las que juntaros?

—De momento no, pero la verdad es que la gente es muy liberal y te enteras de situaciones muy curiosas. 

—¡Ah, sí! ¿Cómo cuáles?

—Pues como la de una mujer que conocimos, que resulta que dejaba que su marido se acostara con su madre y con su hermana también.

—No me digas…. ¿Y cómo era eso?

—Pues ella lo contaba como algo normal. Nos decía que cuándo ella no estaba de humor para estar con su marido, no le importaba que se satisficiera con su madre, que vivía con ellos, porque estaba separada. Y que también su hermana pequeña se había entretenido alguna vez con él. Todo muy gracioso, pero un hombre afortunado su marido, desde luego, jaja.

—Qué cosas más raras pasan, aunque bueno, estamos nosotras bien para hablar de “cosas raras”…..

—Sí, no paras de llevarte sorpresas. Y sobre lo que me preguntabas antes, es verdad que alguna vez escuché algo sobre unos lugares donde se reunían familias, pero que eran círculos muy cerrados y es difícil acceder a ellos.

—Ya me imagino. Pues a ver si tenéis suerte y conocéis a alguien que os introduzca. Supongo que ahora que las crías son pequeñas, será más fácil que alguien se fije en vosotros y os lo proponga.

—Sí, nunca faltan hombres morbosos que se han fijado en ellas, pero suelen ser hombres solitarios que solo buscan manosearlas y morbosear con ellas, y aunque alguna vez fue divertido, tampoco es algo que nos interese mucho, normalmente.

—Esos los hay en todos los sitios. Les encantan las crías y andan detrás de ellas.

—Pero a nosotros nos pasó un caso muy curioso. Estábamos en el parque con la mayor y se nos acercó un hombre, que no era tan mayor. Andaría sobre los cuarenta y tantos y nos dijo todo serio que si le dábamos permiso para salir con nuestra hija. Nosotros no entendíamos bien lo que quería decirnos, pero él insistía en que quería ser su novio, salir con ella, llevarla al cine o invitarla a una hamburguesa, jaja.

—Estaría mal de la cabeza ese hombre…..

—No sé qué decirte, pero mi marido le seguía el juego divertido, diciéndole que claro, y que luego se la llevaría a casa para follársela. Y ese hombre, contestándole, bueno, es lo que hacen los novios…., jaja, pero siempre que ella quisiera, haciéndonos reír esa situación tan surrealista.

—¡Madre mía! Cómo está la gente…..

—Ya ves. Entonces le dijimos que primero habría que preguntárselo a nuestra hija si quería ser su novio, lo que él aceptó, esperanzado. Y cuándo mi hija le dijo que no quería ser su novia, porque no le gustaba, él se quedó muy desilusionado, y más cuando ella le dijo, “yo ya tengo novio, es mi papi”.

—Jaja, que graciosa… —haciéndome gracia la contestación de la cría.

—Pero verás. Es que él continúo diciéndole: “pero ese novio que tienes no te puede follar” y la contestación de ella ya le dejó sin palabras y se fue, porque le dijo con cara de pilla, “¡Ay, ay!, sí que puede”.

—Jaja. Habría que ver la cara de ese hombre.

—Sí, el pobre se marchó diciendo…”los hay con suerte”….

—¡Vaya! Qué decepción se llevó…., pero bueno, todos tenemos anécdotas graciosas, como el de una amiga que tengo. Ella es mayor ya y no se casó nunca, pero cada vez que ve a mi hijo, me dice que está enamorada de él, y que si le llega a coger cuando ella era joven que no se le escaparía.

—¡Uuuyyy! Que ésa te está pidiendo que se lo dejes…..

—No sé si de la forma en que te imaginas, porque es de ir mucho a misa, así muy decente ella.

—Sí, como todas esas beatas. Cuando les meten la polla, se olvidan de todo eso. Porque para estar diciéndote esas cosas de tu hijo, es que no lo será tanto y si se lo metes en la cama con ella, lo van a agarrar bien y no te van a decir que no. Le darías la alegría de su vida.

—Supongo que sería así, pero no se ha dado esa situación. Ella es de mucho hablar, pero no sé….. Quién sabe si acabará siendo como tú dices…..

Antes de que se marchara mi hermana con su familia, tuvimos algunos encuentros más, en los que había una libertad total para tener sexo entre todos, en los que yo me follé a mi cuñado y mi hermana a mi marido, con la participación de nuestros hijos, incluidos, pasando uno de los mejores momentos de nuestras vidas, esperando que pudieran repetirse en alguna ocasión más.


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