"UN CAMPING NUDISTA MUY FAMILIAR" por VERONICCA

 Después de 26 años de matrimonio, y dos hijos, mi marido me dijo que quería separarse para irse a vivir con una jovencita de 23 años. El mundo se me cayó encima y con mis 49 años, no veía cómo podía iniciar una nueva vida para ser feliz tras entregarme a un matrimonio lleno de rutina y desengaños.

Pasé unos meses muy malos hasta que una amiga que ya llevaba varios años separada, me invitó a irme de vacaciones con ella. Ella solía frecuentar zonas donde se practicaba el nudismo por lo que ya había ido varias veces a playas y campings nudistas. A mí nunca se me hubiera ocurrido ir a un sitio así, pero estaba tan baja de ánimo que me dije que tenía que romper con todo y probar cosas nuevas.

Mi amiga, que se llama Lourdes, me llevó a un camping de la costa francesa, a donde ella ya había ido más veces, en una zona preciosa de playas donde se practicaba el nudismo con total libertad. Al llegar alquilamos una de las cabañas de madera que había en el camping, sorprendiéndome a primera vista el ambiente tan relajante que se respiraba allí, todo lleno de familias con sus hijos y algunos hasta con los abuelos al completo, aparte de parejas jóvenes, maduras y todo tipo de gente, por supuesto todos desnudos deambulando por allí. 

A pesar de que Lourdes ya había estado más veces, y conocía perfectamente lo que pasaba allí, no quería contarme gran cosa ni darme detalles, sólo me decía que me lo iba a pasar muy bien, me iba a olvidar de todos mis males de desengaños amorosos y que me iba a encantar.

Al anochecer, cuando estábamos sentadas en la entrada de nuestra cabaña, pasó un grupo de jovencitos delante de nosotras saludándonos amablemente, aunque fijándose en nuestros cuerpos desnudos sin ningún tipo de disimulo. Lourdes como sabe francés, charló un poco con ellos, pero yo no entendía nada y lo que más me sorprendió es que alguno tenía una total erección mientras hablaban con nosotras, sin que trataran de ocultarla, mientras otros se la tocaban impúdicamente allí delante, a nuestra vista, como invitándonos a que se las tocáramos nosotras, pero por supuesto yo no me atreví, mientras mi amiga seguía hablando y bromeando con ellos.

Cuando se fueron, ella me preguntó directamente:

—¿Que te han parecido los chicos?

 —Parecían muy simpáticos, aunque un poco descarados, pero son unos críos todavía… —intentando disimular que me había excitado por primera vez en los últimos meses, de lo que yo misma me sorprendí. 

Lourdes sonrió como adivinando mis pensamientos:

—¡Anda!, no me digas que no se te ha apetecido alguno. Sí, ya sé que me vas a venir ahora con todas tus reticencias morales y esas cosas, que podrían ser tus hijos, que tal y tal…., pero recuerda lo que te dije al venir aquí. Todo eso no cuenta, bórralo de tu cabeza y déjate llevar…..

—¡Qué cosas dices! Yo no estoy tan acostumbrada a estas cosas como tú.

—Enseguida te acostumbrarás, hazme caso.

Como era tarde ya y estábamos cansadas del viaje, nos fuimos a dormir, pero en mi cabeza seguí dándole vueltas a lo que había pasado con esos chicos.

A la mañana siguiente, dando un paseo por allí, seguí fijándome en más cosas que me llamaron la atención, como la forma en que se comportaba la gente con total desenfado sin importarles que les miraran. En los grupos familiares vi a alguna niña sentada encima de su papá todo empalmado mientras ella jugueteaba con su pene, sin que su madre le diera mayor  importancia, parejas teniendo sexo dentro de las tiendas, e incluso en una zona más apartada me sorprendió ver a una cría chupándosela a otro chico poco mayor que ella, por lo que no pude evitar excitarme otra vez viendo esas escenas, por lo que no pude evitar preguntar a mi amiga:

—¿Todo lo que estamos viendo es normal aquí?

—Claro, ya te dije que te sorprenderías, y todavía te falta mucho por ver, pero no se a ti, pero a mí me parece tremendamente excitante.

—Sí, desde luego. Desde que hemos llegado, no he parado de tener como una picazón en el coño, no sé si porque lo tenía  dormido o qué…..

—Eso es la sangre que te va fluyendo ahí, pero aquí se te van a quitar todas esas telarañas que tienes dentro, jaja….

—Qué bruta eres. Menos mal que aquí no me conoce nadie y se me quita la vergüenza.

Ya por la noche, nos dirigimos a las duchas, antes de acostarnos. Estaban bastante concurridas, con las madres, padres y algunos abuelos ayudando a lavarse a sus hijos, como una señora mayor que estaba ayudando a ducharse a su nieto de unos 13 o 14 años, a la que me quedé mirando cómo le enjabonaba el pene al crío, echándole la piel hacia atrás tirando de ella, mientras otra señora que estaba con ella le dijo:

—Eso se lo hacía yo a mi nieto también.

—Es que esto es bueno para ellos, porque así se les desarrolla más el miembro. Mira ya como tiene éste la polla —dijo la abuela, enseñándosela orgullosa a la otra mujer, que le contestó:

—La tiene hermosa desde luego. Se nota que llevas tiempo haciéndoselo. El mío tiene ahora 15 años y la tiene preciosa. Precisamente pasado mañana le van a traer sus padres para que esté unos días aquí conmigo. Mis amigas le están esperando con ganas, porque la última vez, ya estuvo durmiendo con alguna de ellas y se lo pasaron de maravilla ¿Tú le haces acabar al tuyo?

—Sí, ahora sí, porque a estas edades empiezan a tener mucho semen y se quedan muy tranquilos echándolo. Y luego duermen mejor también. Este está a punto ya —le decía mientras continuaba pajeando a su nieto con el jabón.

—Qué maravilla. La tiene durísima, ¿me dejas hacérselo a mí un poco?

—Si mujer, mira que delicia.

La otra mujer continuó haciéndole la paja al chaval, mientras su abuela continuaba hablándole:

—En estas edades se desarrollan muy rápido de repente, y haciéndoles esto, se les pone la polla como la de un adulto, tan desproporcionada para su cuerpo, que se te pone cara de tonta mirándoselas.

—Desde luego, a mí me encantan los críos de estas edades. Ya te digo que yo disfruto mucho con mi nieto también.

En otra de las duchas estaban un grupo de niñas de varias edades jugando entre ellas mientras se duchaban, a las que llamó la atención lo que hacían estas señoras mayores con el chaval y se quedaron mirando cómo le estaban pajeando, allí delante de todos, hasta que él echó un buen chorro de semen, haciendo exclamar a las niñas:

—¡Buuufff!, cuanto saca…..

El chico se quedó mirándolas todo orgulloso, manteniendo la erección, mientras su abuela les dijo:

—¿Queréis probar vosotras también?

La más decidida de ellas dijo que sí y se la empezó a tocar al chico, iniciando una masturbación en la que mostró su destreza, comentando la amiga de la abuela del chaval.

—¡Oye!, esta niña ya sabe bien como se hace. 

Contestando la cría:

—Es que esto se lo hago muchas veces a mi padre.

Continuando otra de las chicas:

—Y yo a mi hermano y a otros chicos.

La más pequeña del grupo se había quedado detrás de ellas mirando con mucha atención como lo hacían, preguntándole las señoras:

—¿Tú quieres también, verdad? 

Y dirigiéndose a las mayores, les dijo:

—Chicas, dejarle un poco a la pequeña para que aprenda.

La niña agarró el pene con una mano, pero por su inexperiencia se lo empezó a mover muy rápido diciéndole las amigas:

—¡Así no!, más despacio, jajaja….

Así que se pusieron a ayudarla para enseñarla entre las tres, lo que acabó provocando que el chiquillo se corriera de nuevo, llenándolas de semen las manos y salpicándoles a sus cuerpos, por lo que gritaron alborozadas:

—¡Buuaaahhhh!, mira como le sale todo disparado…..

Esas crías se había divertido mucho haciéndole la paja al chaval, algo que se tomarían como una fase más en su aprendizaje como mujeres, por lo que una vez que hubieron  terminado, la abuela se marchó con su nieto despidiéndose de la otra señora y de las niñas que volvieron otra vez a ducharse para limpiarse bien, comentando entre risas lo que acababan de hacer.

Yo casi ni me podía creer lo que había visto, pero me había puesto nerviosísima y con un calentón de los buenos, así que le confesé a mi amiga como me había puesto de cachonda  la escena que habíamos visto, preguntándole si ella había hecho algo así con alguno.

—Sí, claro, anda, ven, a ver si vemos a algún otro por aquí.

Al fondo del pasillo de las duchas estaba uno de los chicos, con los que habíamos hablado el día anterior y nos fuimos hacia él. Lourdes empezó a hablarle otra vez en francés, metiéndonos en el interior de una de las duchas. 

Allí ella empezó a acariciarle el pene invitándome a mí a hacer lo mismo y así nos pusimos las dos a masturbar al chico que nos miraba sonriente. Yo estaba excitadísima e instintivamente me metí en la boca toda su polla bien dura, la que me la comí con mucho  deleite al hacer tanto tiempo que no hacía algo así, y siendo además con un crio de esa edad me estaba poniendo fuera de mí, soltando un grito de satisfacción cuando le hice correrse en mi boca mientras él me sujetaba la cabeza para que no la sacara.

Yo, obviamente, me había quedado con ganas de seguir, pero mi amiga me paró y volvió a hablar con él, tras lo que el chaval se marchó. 

Yo me quedé un poco contrariada por eso, al dejarme con las ganas de continuar, pero ella me tranquilizó:

—No te preocupes, que le vas a tener más tarde para ti sola, y a sus amigos si quieres  también. Le he dicho que por la noche vengan a nuestra cabaña él y los demás chicos.

Así que me quedé expectante, esperando en la cabaña, hasta que poco después aparecieron por allí el chico de la ducha y otros tres amigos, teniendo el más mayor, 17 años, según nos dijo. 

Lourdes les dio a beber un poco de vino para calentar el ambiente, pero yo no quería  perder el tiempo, y al poco rato ya estábamos acariciándonos con ellos, sintiendo como sus manos recorrían mi cuerpo deteniéndose en mis zonas íntimas, mientras tenía un pene en cada mano masturbándolos y metiéndomelos alternativamente en la boca, igual que hacía mi amiga con los otros dos chicos. 

Hacía mucho tiempo que una polla no entraba en mi cuerpo y ya estaba ansiosa por recibir alguna, y más después de lo que habíamos visto y hecho en las duchas, así que me tumbé en una de las camas y pedí a uno de los chicos que se pusiera encima de mí y me follara. Al sentir la penetración, lancé un gemido de satisfacción que debió de oírse desde fuera empezando a disfrutar de las impetuosas embestidas del chiquillo que tenía encima de mí, hasta que sentí como se corría dentro, saliéndose luego para que entrara y me jodiera el otro más jovencito, que parecía más inexperto, pero me dio mucho morbo enseñarle a moverse dentro de mí, aguantando el pobre poco tiempo sin correrse, mientras me decía con gran descaro para su edad:

—¡Buufff, qué coño más bueno tiene usted, señora!

Preguntándole mí amiga:

—¿Es que has probado tú muchos ya?

—No, he empezado este año aquí en el camping, pero el suyo es el mejor.

—Jaja, pues gracias chaval, tu polla es divina también —le dije yo.

Diciendome mí amiga:

—Que simpático es. Me parece a mí que a este en su vida no le van a faltar coños donde meterla, con el desparpajo que tiene.

Mientras, ella estaba al lado cabalgando sobre el mayor de los chicos, que tenía una polla de gran tamaño para su edad, haciéndola disfrutar como una loca a mi amiga Lourdes, a la que provocó dos orgasmo sin que él se corriera, por lo que yo de lo excitada que estaba ya, puse al chico con el que estaba debajo de mí, para empezar a cabalgarlo igualmente, dispuesta a disfrutar como nunca había imaginado que pudiera hacerlo.

 Creo que mi apasionamiento excito tanto al chico que no tardó en correrse abundantemente, mientras Lourdes me decía riéndose, que iba a acabar con todos, de las ganas con las que lo había cogido, provocando las risas de los chicos, que se prestaron voluntariamente a que yo les vaciara del todo con ese coño que tanto les había gustado, mientras yo pensaba en todo el tiempo que mi marido lo había despreciado, pero yo todavía estaba a tiempo  de que otros pudieran disfrutarlo como es debido.

Después de esa noche tan intensa que habíamos tenido en nuestra cabaña, al día siguiente, ya más relajadas, nos esperaban nuevas experiencias. Por la mañana fuimos a la playa a dar un paseo, en el que pudimos ver detrás de las dunas como alguna pareja estaba teniendo sexo, o grupitos de chavales disfrutando a lo grande entre ellos, o como una señora ya mayor, estaba rodeada de varios hombres de todas las edades, a los que masturbaba, y chupaba haciéndoles correrse en su cuerpo, en una especie de gambang, hasta acabar ensartada por dos machos que cubrían sus agujeros

Más adelante, vimos a dos chicos de unos 20 años que se la estaban tocando uno al otro, lo que me llamó la atención porque me dio un morbo especial verlos, diciéndome mi amiga que fuéramos a hablar con ellos, pero a mí me daba mucha vergüenza interrumpirles en ese momento, diciéndola:

—¿Pero es que aquí tú te pones ya a hablar con cualquiera que te guste para tener sexo con él?

—Claro, mujer, si aquí todos están para eso, ya te acostumbrarás. Y no te extrañes cuando algún chaval te vea y te pregunte si quieres follar con él.

—Qué barbaridad, nunca me hubiera imaginado esto, con la educación que tuve yo de jovencita para aguantarme las calenturas cuando se me acercaba algún hombre y ahora a mi edad, el poder estar en un lugar así no me lo hubiera creído nunca.

Mientras nosotras discutíamos sobre si ir o no con ellos, debieron de darse cuenta de nuestra indecisión y nos llamaron para que nos pusiéramos a su lado diciéndonos:

—No se piensen que somos gays, aunque lo pareciera por estar sobándonos la polla, pero nos gusta hacerlo mientras estamos esperando que se nos acerque alguna chica para disfrutar todos juntos. 

—¿Y nosotras os valemos?

—Por supuesto que nos valéis, además, a mí me ponen más las maduritas como vosotras —dijo uno de ellos, el más guapo.

Y así, poco a poco, mientras hablábamos, empezamos a acariciarnos, llevando mi mano a sus pollas erectas, como si me sintiera atraída a tener, una y otra vez, una polla en la mano desde que había llegado a ese lugar, empezando así otra sesión de sexo, en la que se incluyó hasta el sexo anal, al que yo siempre había sido un poco reacia, sin que supiera tampoco  por qué razón, supongo que por convencionalismos morales, pero esta vez, quizás por el lugar donde estábamos, me dejé convencer, ya que estaba dispuesta a probarlo todo, pudiendo disfrutarlo como nunca hubiera pensado, preguntándome el por qué no lo había hecho hasta ahora.

Durante el folleteo con estos dos chicos, pude disfrutar de dos pollas adultas dentro de mí, por primera vez en mi vida, en una doble penetración anal y vaginal, e incluso llegué a experimentar con mi amiga, besándonos y tocándonos mutuamente también, en un añadido más de la lujuria que me estaba invadiendo en esas vacaciones.

Al marcharnos le comenté a Lourdes lo increíble que era este lugar al que me había traído, que nunca hubiera imaginado que existiera, a lo que ella me dijo que todavía no había visto lo mejor, por lo que me quede más intrigada todavía y ansiosa de poder experimentarlo todo.

Por el momento, había comprobado todo lo que podía pasar en una playa de esas, donde los cuerpos se exhiben libremente y lo que conlleva que muchos actos se expresen de forma libre igualmente, sin pensar en quien te está mirando o lo que pueda pensar sobre ello.

Una de las cosas que más me había llamado la atención y lo que más morbo me había dado también, era ver a las familias comportarse como si estuvieran en sus casas, con la privacidad que da el hogar, aunque me costaba pensar que esas cosas se hicieran así en muchas de ellas, ya que al menos en la mía, yo nunca les había tocado la polla a mis hijos, prácticamente desde que ellos ya podían lavarse solos, pero estaba visto que entre muchas de esas familias que había allí, era algo más normal de lo que pudiera parecer.

Lo que yo si pensaba, es que muchos padres eran más proclives a tocar a sus nenas y si lo hacían en la intimidad, allí eso podía verse a la vista de todos, incluso a las crías jugando con las pollas del padre, sin que eso pareciera importarles, aunque era evidente que eso excitaba terriblemente a todos los que podían verlo.

En una tarde que estábamos tomando el sol en una zona donde había varias familias juntas, en la orilla estaban los padres con dos chicos adolescentes y una niña más pequeña, que estaba sentada encima de su padre y me pareció ver que su pene estaba dentro de ella y que la niña se movía encima de él, por lo que le dije a mi amiga:

—Mira, creo que ese se está follando a la niña, ¿cómo es posible?

—Aquí todo es posible. Seguro que no es la primera vez, fíjate que relajada está ella, disfrutando de la polla del padre, supongo que será. Vamos a quedarnos un poco a mirar con disimulo.

La madre, que estaba cerca de nosotras, se dio cuenta de que estábamos mirando como su hija cabalgaba sobre la polla de su padre, metiéndosela entera y nos dijo:

—¿Es morboso, eh? Como se la ve tan pequeña, mucha gente se queda mirándoles, sobre todo los hombres, jajajaja, porque algunos se ponen hasta a pajearse viéndolos, preguntando si pueden participar.

—Se nota que lo disfruta mucho, además sabe cómo moverse; debe llevar tiempo haciéndolo, ¿no? —le pregunté yo.

—Sí, fue bastante precoz, como veía a sus primas que eran mayores que ella, enseguida quiso ella también. Y los chicos, ya los veis, también están acostumbrados a todo sin ningún problema.

En medio de la conversación con esta mujer, Lourdes nos confesó:

—Yo ya he estado también con alguna familia, pero mi amiga es la primera vez que viene y que ve todo esto.

—Pues si queréis, os invitamos esta tarde a nuestra cabaña y lo pasaremos muy bien.

—Estupendo, allí estaremos, hasta la tarde —contestó Lourdes, muy decidida.

Como a mí no me había dejado opinar sobre ello, adivinó mi desconcierto, diciéndome:

—¡Anda!, no te quejes, que ya te vi echar el ojo a los chicos. Además, siempre suele juntarse más gente y se acaban montando unas orgías de lo más morboso.

—Después de la cena, fuimos a la cabaña que nos habían indicado, y efectivamente, al poco rato de estar nosotras allí charlando con ellos, llegó un señor con una niña de edad parecida a la que habíamos visto, diciéndole al padre.

—Mira, te traigo a mi hija Úrsula, como habíamos hablado. Ella ha estado con más gente también y la encanta probar cosas nuevas.

Lourdes me explico que seguramente ya habrían quedado para intercambiarse a las hijas, lo que era muy común allí, para disfrutar de ellas, lo que me dejó con la boca abierta, porque estaba visto que mi capacidad de sorpresa no tenía fin en aquel lugar.

Mientras tanto, el señor que había traído a su hija, ya se había sentado con la hija del anfitrión, poniéndose a juguetear con ella, diciéndola:

—Seguro que tú también eres muy caliente, como mi hija, mira cómo se te abre el coñito nada más tocártelo. Ponte encima de mí, cariño, a ver cómo te entra mi polla.

En la otra silla estaba el padre de esa niña con Úrsula, prácticamente haciendo lo mismo con ella, poniéndole la polla entre las piernas a ver si podía metérsela, lo que finalmente ambos consiguieron, haciendo saltar a las nenas sobre sus pollas, ajenos a los demás que estábamos allí observándolos, como era mi caso,  intercambiándose de esta forma a sus hijas de la forma más morbosa que yo había visto hasta ese momento, mientras otras madres que también habían ido a la cabaña, se entretenían con alguno de los chicos, diciéndonos una de ellas:

—¡Anda!, animaros. ¿Cuál os gusta?

Yo le señalé a su hijo menor, que me ponía especialmente por su aspecto aniñado, aunque bien dotado, y ella misma me lo trajo ya empalmado, por lo que empecé a acariciarle por todos los lados, para que después de besarle profundamente, me puse a chupársela, saboreando cada lamida en su exquisito pene. 

Después de tanto succionarle, enseguida me echó su leche, preguntándole:

—Qué rico está….¿Puedes seguir, cariño?

—Sí, claro, me sale más —me contestó él, orgulloso de poder satisfacerme.

Diciéndome su madre:

—Tú sigue dándole hasta que se canse. Es una maravilla tener a estos chicos siempre dispuestos para hacernos gozar.

Yo no estaba muy segura de si ese crío podría follarme, pero abrí las piernas para recibirle entre ellas en una profunda penetración, mayor de lo que yo esperaba, porque le sentía muy adentro, mientras otro de los chicos me había puesto su polla en la boca, poniéndose la madre del chico que me estaba follando a chuparme las tetas, mientras le decía a su hijo:

—¡Anda, cariño!, métesela bien dentro a la señora, como tú sabes.

El morbo que estaba sintiendo en esa situación, me estaba haciendo echar una cantidad de flujo que ni recordaba tener ya, después de tantos años con el coño reseco. Así que entre todos me hicieron llegar al orgasmo más fuerte de mi vida, a lo que influyó también todas las escenas que tenía a mi alrededor de lo más turbadoras y morbosas, viendo a las niñas como seguían cabalgando sobre la polla del padre de la otra y a mi amiga dejándose dar por detrás por el otro chico, formándose una orgía sólo imaginada en las mentes más perversas.

Después de probar el sexo de todas clases con casi todos los presentes, salimos de allí agotadas pero muy satisfechas, con la impresión de que había descubierto lo que era el sexo de verdad, algo que yo no había tenido hasta ahora en mi vida, con la seguridad de que mi vida había cambiado para siempre y que había encontrado en ese lugar el Paraíso.

-----------

Después de la primera visita al camping nudista con mi amiga Lourdes, no podía quitarme de la cabeza todas las imágenes que había visto y las experiencias que había vivido allí, por lo que al comentarlo con un matrimonio amigo, Luis y Anamari, mostraron su interés en que les acompañara a ese lugar en sus próximas vacaciones, aunque yo lógicamente no les había contado todo, solo por encima, en parte porque supuse que no me creerían y por otro lado, por si se escandalizaban demasiado, porque aunque ellos habían ido en muchas ocasiones a playas nudistas, no tenían nada que ver con ese camping tan liberal, así que preferí dejar que se fueran sorprendiendo de lo que fueran viendo, sin que tuvieran una idea premeditada de lo que allí podrían encontrarse.

Como ellos eran de mayor edad que yo, sus hijos eran ya mayores e independientes, así que podíamos ir libremente los tres sin dar muchas explicaciones. Al llegar nos acomodamos en una de las cabañas de madera, sorprendiéndose ellos al principio de la cantidad de crías y chicos jóvenes que andaban por allí, por lo que les dije:

Este es un lugar ideal para que vengan familias con sus hijos, porque aquí los dejan en libertad sin problemas y los papás están más tranquilos.

Durante el rato que estuvimos sentados en la zona exterior de la cabaña, era un continuo desfile de grupitos de chicas y chicos de todas las edades que tenían absorto al marido de mi amiga, que veía como pasaban delante de él jovencitas de largas piernas, con más culo, con menos, con más pecho o con los pezones incipientes, unas con el pubis rasurado, otras con más pelo, con menos, pero todas preciosas, sin que sus ojos dieran a basto a tanto ir y venir, por lo que su mujer le provocó bromeando:

—¡Como te estás poniendo eh!

—Pues tú no te quedas atrás, que ya me he fijado como miras a los chavales.

—Como para no mirarlos, si algunos van hasta con el pito levantado, jajaja.

Interviniendo yo:

—Ya os dije que esto era una especie de paraíso —Y lo que les faltaba por ver, pensé para mí.

—Bueno, yo me voy a ir a dar una ducha a los vestuarios —dijo mi amiga.

—Te acompaño —añadí—, así dejamos a tu marido aquí para que siga disfrutando más tranquilamente.

Al llegar, en una de las cabinas, estaba un chico con tres chicas jovencitas, y una de ellas se la estaba chupando mientras las otras miraban, lo que sorprendió a mi amiga, que sin poder ocultar una nerviosa sonrisa morbosa, me dijo:

—¿Has visto eso?, pero si son unos críos y mira lo que están haciendo.

—Bueno, mujer, déjalos, son sus primeras experiencias. Lo que pasa es que aquí todo se ve, lo hacen sin importarles que pueda verles.

—Ya veo, me parece que me esperan muchas sorpresas aquí.

Al terminar de ducharnos, nos fuimos, sin que Anamari reparara en otras escenas que se estaban dando en las duchas, que aunque a mí ya me resultaban familiares, a ella, en su inocencia, no había acabado de fijarse en como alguna abuela duchaba a su nieto y en cómo les hacían una masturbación en toda regla. Yo sabía que ella fuera de mente abierta, no estaba acostumbrada a ver esas cosas, ni se imaginaba que pudieran pasar, así que no le dije nada y volvimos a la cabaña.

Cuando llegamos, vimos a su marido en la entrada hablando con otro hombre mayor; nosotras entramos dentro, pero yo puse el oído para intentar escuchar su conversación:

—Que delicia de niñas —le decía a ese hombre, Luis, el marido de mi amiga.

—Algunas no son tan niñas ya. Están en la edad perfecta para tener esos cuerpos tan maravillosos. Fíjate en aquella, con esas tetas en punta y esas piernas interminables, parece una diosa con esos ojos tan azules.

—Son un encanto a estas edades y tienen algo especial. A mí la verdad, que últimamente cada vez me atraen más. Cuando las veo por la calle, con esa ropa tan provocativa, no puedo evitar mirarlas, aunque intento disimular para que mi mujer no se dé cuenta, pero creo que algo debe notar ya, porque hay veces que me quedo mirando como tonto y hasta alguna vez se me ha puesto dura.

—Claro, hombre, eso nos pasa a todos, sobre todo al llegar a nuestra edad, estas nenas nos parecen de una belleza irresistible.

—Desde luego, mira, el otro día iba en el autobús sentado al lado de una de estas criaturas, con una minifaldita cortita y las piernas cruzadas. Iba con una camiseta que dejaba ver unos preciosos pechos, y yo no podía dejar de mirarla. No sé cómo puede aguantarme sin acariciarle esos muslos tan hermosos que daban ganas de comérselos a besos.

—¡Uuuffff!, no me extraña, son toda una tentación, pero no tenías que haberte aguantado y podrías haber intentado algo. Yo sé que muchas se ponen al lado de hombres mayores porque las gusta que las acaricien y les provocan, aunque hay otras, que lo hacen esperando sacar algo también, ya me entiendes. Yo mismo, en alguna ocasión, pude tocarlas bien y manoseárselo todo sin que ellas protestaran ni dijeran nada, pero eso fue hace años, antes de que viniera aquí.

—¿Quieres decir que aquí tienes oportunidad de hacer eso?

—Eso y más, hombre. Se nota que eres nuevo. Ya lo irás viendo. Ven a mi cabaña, te invito a tomar algo allí.

Y allí se fueron los dos, pasando todo esto —según nos enteramos luego.

Se sentaron en la mesa de afuera a beber unos botes de cerveza que sacó su nuevo amigo, estando al lado de su cabaña, una familia extranjera, con la que ese hombre tenía bastante amistad. Al verles, una de las hijas se sentó al lado de ellos, aceptando la invitación de una cerveza que le habían ofrecido, deleitándose Luis con la desnudez del cuerpo de la niña, sin poder dejar de mirar esas piernas de piel morena y brillante de la chiquilla, que cruzadas una sobre la otra, mostraban su máximo esplendor, a pesar de sus 14 años, según había dicho ella, preguntándole él:

—¿A ti te dejan beber cerveza ya?

—No, pero cuando me invitan las bebo porque me gusta.

Diciéndole ese hombre a Luis, al oído:

—(Tú déjala que beba, ya verás que caliente se pone. Dentro de un rato ponte a acariciarla las piernas y métele mano sin miedo)

Luis, muy sorprendido por lo que le decía su nuevo amigo, dudaba si hacerle caso, pero tras cruzar su mirada con la de ella, un poco perdida por los primeros efectos del alcohol, se atrevió a poner su mano sobre esos muslos que tanto deseaba, pasando su mano por ellos ante la sonrisa pícara de la chica, que se dejaba hacer, diciéndole a ella:

—Qué piel más suave tienes.

—Los tiene muy ricos, a mí me encanta sobárselos —le dijo el otro hombre.

Y poniéndose uno a cada lado de la chiquilla, la mandaron abrir las piernas, pudiendo contemplar su preciosa vagina con unos finos pelos circundando la rajita que ya empezaba a abrirse humedecida, lo que termino de hacer Luis pasando los dedos por la abertura, hasta que entraba fácilmente en ella uno de los dedos, por lo que el amigo de Luis les dijo:

—¡Anda!, vamos dentro, que estaremos más tranquilos.

—¿No dirán nada sus padres? —le preguntó Luis a ese hombre, un poco temeroso.

—No, por ellos no hay problema, ya hemos estado todos juntos aquí alguna vez.

Cada cosa que decía ese hombre iba asombrando a Luis, que ya solo se dejaba llevar por los acontecimientos, y ya dentro de la cabaña, la excitación de ellos era máxima, poniéndole Luis su polla erecta en la boca de la chica, quedándose entusiasmado con la forma de mamar de aquella preciosidad, que parecía querer devorársela con cada lametón.

—¡Oh, Dios!, esto nunca me había pasado, no voy a poder aguantarme sin correrme.

—Aguanta un poco, que luego te la tienes que follar —le dijo el otro.

—¿También podré hacer eso?

—Claro, no la vas a dejar a la cría sin disfrutar, después de lo que te está haciendo.

—De acuerdo, pero primero déjame chuparle ese coño que tiene una pinta exquisita.

—Como lo sabes, es un auténtico manjar.

Luis se embriagó pasando la lengua por los rincones más profundos que podía de esa delicia que se le ofrecía sin que hubiera probado algo igual, y cuando ya no pudo más, llegó el glorioso momento de introducir su polla en esa chorreante vagina que parecía abrazar su miembro según se iba introduciendo poco a poco, como con miedo de que su tamaño pudiera hacer daño a la nena, que ya hacía rato que no paraba de gemir, habiendo conseguido ya algún orgasmo con los juegos previos.

Viendo como entraba y salía su polla del coño de la nena, no se podía creer lo que estaba haciendo y estaba disfrutando como nunca en su vida, hasta que no pudo más y acabo corriéndose sin pensar en nada más, pero al momento pareció darse cuenta de que podría embarazarla, mirando con preocupación a su amigo, diciéndole éste:

—No te preocupes, que toman sus medidas para que no haya ningún problema.

—Menos mal, porque no pude aguantarme el correrme dentro, por el placer tan increíble que se siente.

—Pues cuando te folles a su hermana, va a ser lo máximo.

—¡Dios! ¿Pero su hermana también folla?

—Sí, claro, empezó el año pasado y según me dijo ella yo fui el primero, siendo uno de los mejores polvos de mi vida, a pesar de que no aguante casi nada dentro de ella, pero lo volví a repetir y fue maravilloso.

Pues eso será otro día, porque ésta me ha dejado sin nada ya, y mi mujer estará preguntándose donde estoy.

—Está bien, bueno, amigo, ya nos veremos.

Luis regresó a la cabaña donde estaba su mujer, todavía confundido por lo que acababa de pasar, sin saber muy bien que decirla cuando le preguntó al llegar:

—Es que estuve con este con el que estaba hablando y luego me invitó a tomar algo y estoy algo mareado —tapándose con una toalla sus genitales para que su mujer no notara nada raro después de la sesión de sexo.

—Ya te veo. Estás un poco raro.

Por lo que yo, imaginándome lo que había pasado, intenté echarle una mano:

—Déjalo mujer, tiene que irse adaptando a este lugar.

Al día siguiente, después de desayunar, vi pasar a unos de los chicos que había conocido la vez anterior, que me saludo muy efusivamente, lo que entrañó a mi amiga:

—¿Conocías a ese chico?

—Sí, de la vez anterior que estuve aquí.

—¡Ah!, es que como lo vi tan joven, me extrañaba.

—Mira, aquí todo el mundo se relaciona sin importar la edad y sin problemas de ningún tipo.

—Es que era un descarado. Mientras estaba hablando contigo, se estaba tocando mientras me miraba a mí, y se le puso dura ¿te fijaste en eso?

—Jajaja, claro, se estaría acordando de la otra vez y tendrá ganas.....

—¿Qué quieres decir?, ¿tuviste algo con él?

—Sí, te lo voy a confesar, esta es una de las ventajas de este sitio, que puedes liarte con quien quieras sin que nadie te diga nada.

—¿Cómo puede ser eso?, no me lo puedo creer. O sea, que yo también......

—Claro. Si quieres sí, además, no me digas que no tienes ganas, mujer.

—Ganas claro que tengo, pero nunca pude imaginar que pudiera tener la oportunidad.

—Ya verás…., luego vamos a ir tú y yo solas por la playa a dar un paseo, a ver lo que nos encontramos.

Le dijimos a su marido que nos íbamos a dar un paseo por la playa y que luego nos veíamos.

Paseando por la orilla, nuestras miradas se cruzaban con los demás, notando mí amiga que los que más nos miraban eran los más jovencitos, lo que llegó a ponerla un poco nerviosa:

—¡Oye! ¿Por qué todos los críos nos miran así?

—Porque están esperando que les digamos algo. Ellos saben que las maduritas como nosotras les buscan para divertirse un rato. Y a ellos les encantamos también.

—No me puedo creer todo lo que me estás contando, pero me estoy excitando muchísimo.

—Fíjate en aquellos chicos que están allí sentados, vamos a hablar con ellos un rato.

Al acercarnos a ellos, ya clavaron su mirada en nosotras y yo tuve que provocarles un poco:

—¿Os gusta lo que veis?

— Sí, mucho, están muy macizas, señoras.

—Pues vosotros no estáis nada mal tampoco.

Mientras tanto, mi amiga, ya estaba toda avergonzada por la conversación y no sabía que decir, pero al sentarnos al lado de ellos, no podía apartar la mirada de sus pollas en erección que mostraban orgullosos ante nosotras, así que yo me decidí a echar mano de la que tenía más cerca iniciando un suave meneo, e indicando a Anamari que hiciera lo mismo con el otro, pero ella seguía sin terminar de decidirse, mirando alrededor por si alguien nos veía, para finalmente agarrar la polla del otro chico que tenía a su lado, acariciándosela de arriba abajo, notando como aumentaba todavía más de tamaño.

Su excitación ya no tenía marcha atrás y agachándose se la introdujo en la boca, arrancando los primeros gemidos del chico con sus lametones, centrándose ya completamente en lo que estaba haciendo sin importarle que nos pudiera ver alguien.

Allí estábamos las dos, dos mujeres maduras chupando la polla de aquellos chavales, disfrutando como locas y provocando con nuestras lenguas su primera corrida en nuestra boca, que mi amiga se tragó golosa, sorprendiéndome las ganas que había puesto en ello, liberándose de todos sus tabúes.

Pero esos chicos no se iban a conformar con esa felación, así que nos mandaron poner en posición para follarnos. Mi amiga todavía estaba muy caliente por lo que había hecho y se tumbó sobre la arena con las piernas abiertas esperando la penetración del chico que se había puesto encima, mientras yo preferí sentarme sobre el otro para cabalgarle a mi antojo, mientras él masajeaba mis tetas.

Anamari me miró como avergonzada por lo que estaba haciendo, ya que supongo que nunca habría follado de esa forma delante de más gente, pero yo intenté quitarle importancia para que se sintiera cómoda y relajada:

—Tú no te preocupes y disfruta, que ya sé que tenías muchas ganas de esto.

—Creí que nunca iba a poder cumplir esta fantasía secreta, es como un sueño.

—Así es, déjate llevar, que ese chaval te va a hacer correrte como nunca.

Al poco rato, los gritos de mi amiga demostraron el intenso orgasmo que estaba teniendo, aumentando todavía más su morbo, otros dos chicos que se había acercado al vernos y que se pusieron a masturbarse sobre nosotras, echándonos su leche encima, a la que se añadía la descarga de los otros en lo más profundo de nuestros coños.

Al terminar, tuvimos que ir a bañarnos para quitarnos todos los restos de semen y arena, mostrándome mi amiga la preocupación porque su marido se diera cuenta de lo que había hecho:

—Esto es una locura. Nunca le había puesto lo cuernos a mi marido y tengo miedo de que se me note —me decía, mientras se frotaba la piel con el agua.

—No te preocupes, porque me parece que él también debe estar entretenido en otras cosas como para fijarse ahora en ti.

—Tienes razón, igual que lo hicimos nosotras, él también va a tener oportunidad y no le voy a poder decir nada, aunque en realidad me daría morbo estar los dos juntos disfrutando de todo esto.

Durante nuestra ausencia, su marido había aprovechado para volver a visitar a su amigo, con el que había estado antes:

—Buenos días. Mi mujer se ha ido a la playa y tengo un rato libre.

—Pues que bien, porque esta familia se ha ido al supermercado de compras y han dejado a la pequeña sola a mi cuidado.

—¡Ah!, qué bueno. ¿Está dentro?

—Sí, vamos a entrar.

—Hola, pequeña, ¿no vas a la playa hoy? —le preguntó Luis.

—Sí, cuando vuelvan mis padres de la compra nos vamos todos.

—Bueno, mira, este es mi amigo Luis. El otro día te vio y me dijo que le gustabas mucho.

Le nena se quedó mirando con una sonrisa, orgullosa de lo que le habían dicho, abriendo las piernas para mostrarse ante los dos hombres, como solía hacer.

—¿Te das cuenta de lo puta que es? —diciendo el hombre en voz baja a Luis.

Lo que animó al marido de mi amiga para decirle a la cría:

—No te han salido pelitos todavía. Que rica vaginita tienes así.

El otro hombre le hizo un gesto para que se la tocara, haciéndolo ligeramente con los dedos, poniéndose los dos a tocarla después, abriéndosela y dejando ver su rosado interior, notandose ya los jugos que empezaba a destilar:

—La tienes mojadita ya.

—Es que me están dando gusto con los dedos.

—¿Te gustó lo del otro día, lo que hicimos? —la preguntó su vecino de cabaña.

—Sí que me gustó, fue muy rico.

—Toma, agárrasela a mi amigo, mira que gorda la tiene —guiándole la mano hasta la endurecida polla de Luis.

—¿Has tenido ya muchas en la mano como esta? —le preguntó Luis.

—No, sólo cuando vengo al camping, la de los señores que me la dan.

—Madre mía, deben estar todos detrás de ti —le dijo Luis.

Añadiendo el otro señor:

—Sí que lo están, los padres lo saben y por eso la dejan pocas veces sola.

—Pues vaya, que suerte hemos tenido. Toma, chúpala un poco antes de que vengan tus papás. Mmmm, que rico la chupas, que maravilla. Ponte así, bien abierta, que yo también te lo quiero comer a tí —diciéndole los dos hombres a la niña.

Después de un rato chupándose mutuamente, ese hombre aprovechó la ocasión y la posición en la que estaba la niña para empezar a follarla:

—Ya se la has puesto muy jugosa, mira como le entra mi polla —dijo entusiasmado ese hombre a Luis.

—Qué maravilla, como se la estás clavando y se le resbala toda dentro tan ajustadita.

Ese hombre empezó a follarla, primero despacio y luego aumentando el ritmo hasta que acabó corriéndose mientras los gritos de la niña atestiguaban el gozo que estaba teniendo.

—Son los mejores coños, se siente como si te exprimieran la polla. Tómala, póntela tú ahora encima y verás.

Luis se sentó y puso a la chiquilla encima, colocando su polla en su rajita, empezó a moverla a su antojo sintiendo como entraba y salía su pene de la caliente vagina hasta que acabó corriéndose abundantemente desbordándola con su semen y saliendo al exterior entre sus muslos.

—¡Buffff!, menuda corrida, tenías razón, nunca había disfrutado tanto. Cuando me vaya de aquí no sé cómo voy a hacer para poder repetir esto.

—Ese es el problema, si no tienes a ninguna cerca, tendrás que aguantarte hasta el año que viene, como me pasa a mí. Ahora es mejor que salgamos fuera, que estarán al llegar sus padres —dándole un beso los dos a esta preciosidad.

Cuando su mujer y yo volvíamos a la cabaña casi coincidimos con su llegada, haciéndome gracia ver a mis amigos tratando de disimular los dos lo que habían hecho, ya que ni siquiera se atrevieron a preguntarse cómo les había ido a cada uno de ellos. 

Ya por la tarde, estando yo a solas con su marido, pudimos charlar de una forma más sincera, diciéndome él:

—Es un sitio increíble y maravilloso este al que nos has traído, nunca creí que existiera algo así.

—Eso lo estás diciendo tú por algo. Ya te has dado cuenta, ¿no?

—Sí, aunque yo creo que tú ya sabías que pasaban estas cosas y no nos dijiste nada.

—Es que no quise deciros algo que no sabía cómo os lo ibais a tomar, y preferí que lo vierais vosotros mismos porque nunca me habíais contado nada de que buscarais este tipo de cosas.

—Es que todo esto son fantasías que no se pueden contar a los demás, pero ya puedes imaginar que nosotros las teníamos, pero nunca pensamos que podríamos cumplirlas, y ahora creo que hasta nos da vergüenza mirarnos a la cara.

—Te entiendo, Luis, es normal. A mí también me pasaría lo mismo. De hecho me pasó cuando vine la primera vez aquí, pero yo vine sin marido, claro.

—¿Anamari ya ha estado probando contigo….?

—Sí, al igual que tú, y creo que a los dos os ha encantado. Anda, dime lo que has hecho con ese amigo con el que estabas.

—Pues él me llevó con las dos nenas de una familia extranjera que tiene al lado de su cabaña y ha sido increíble como he disfrutado con ellas. Es que verás, una sobre todo, era muy jovencita.

—Serían muy guapas, y seguro que no les faltará experiencia a pesar de ser tan crías. Aquí son todas así. Me alegro de que te haya gustado.

—¡Oye!, dime que cosas ha probado mi mujer. Dime la verdad, que no me importa. Al revés, me daría mucho morbo saberlo.

—Pues verás, hoy en la playa hemos estado con un grupo de chicos jovencitos y ya puedes imaginar cómo nos hemos puesto.

—Vaya, ¿sabes?. Me excita pensar que mi mujer haya gozado con ellos.

—Así fue, y mucho. Se notaba que ella tenía ganas de probar algo así, y al final me lo confesó. Espero que no te parezca mal.

—No, claro que no. Lo entiendo. A mí me pasaba igual cuando íbamos a esas playas nudistas, pero no nos atrevíamos a hablar de estas cosas, claro.

—Mira, ahora creo que lo mejor es que os sinceréis uno con el otro y así podréis disfrutar mucho más. Mañana hay una fiesta que organizan en la carpa principal y suele ir bastante gente del camping para conocerse y pasarlo bien, así que ya te puedes imaginar como suele acabar eso. Así que será una buena oportunidad para que habléis los dos y que podáis disfrutar de todo esto libremente.

—Sí, claro. Qué bueno, Aquí cada día hay una sorpresa. Ya me he excitado sólo de pensarlo.

Al día siguiente fuimos la fiesta y después de presentarnos con alguna gente, nos quedamos charlando con una familia que tenían dos hijas y un hijo, a los que acompañaba una de sus abuelas. El padre tenía sentada sobre él a la más pequeña de sus hijas, con la espalda recostada sobre su pecho y las piernas abiertas a los lados y mientras hablaba con nosotros, con sus dedos masajeaba la vagina de la niña, notando Luis como se le humedecía con los toqueteos de su padre, diciéndole:

—¡Oye!, estás poniendo ya cachonda a la niña.

—Sí, ya ves cómo le gusta, pero de momento sólo tenemos estos juegos con ella.

En ese momento, vemos como su hermano, algo mayor que ella, se agacha delante de ella para chupar la vagina de su hermana, levantándose luego con su polla en erección haciendo intención de como intentándosela meter, pero fue frenado por su padre:

—No, ya te dije que todavía no, que es pequeña. Si tienes ganas vete con tu madre o tu hermana mayor.

—Eso decías también con mi hermana mayor y acabaste metiéndosela tú.

—Eso fue porque vi que ya estaba preparada, y además, porque yo soy su padre.

Interviniendo su abuela:

—Anda, deja tranquila a tu hermana y ven aquí —esperándole con las piernas abiertas y poniéndoselo sobre ella para follárselo.

Nosotros mirábamos atónitos la escena, pero la excitación de Luis era ya evidente y aunque no se decidían a tomar la iniciativa, viendo que cada uno tomaba su posición, una mirada cómplice entre él y su mujer les hizo por fin dar rienda suelta a sus impulsos, buscando cada uno lo que más les atraía, dirigiéndose juntos a una señora con un muchacho adolescente muy guapo y con su hermana, menor que él, que parecían asustados sin querer separarse de su madre, diciéndole Anamari:

—Hola, este es nuestro primer año en venir aquí y todavía no conocemos a mucha gente.

Contestando la madre:

—Pues como nosotros. También es nuestra primera vez. Hace unos meses que me he separado y como me hablaron muy bien de este sitio, me decidí a traer a los niños.

—Es normal que estén un poco asustados, pero aquí pronto te acostumbras a todo esto —diciéndole Anmari, como si ella fuera ya una experta.

—Claro, esto no lo habían visto nunca y es nuevo para ellos, pero me venís muy bien, para que se entretengan un poco con vosotros y así me dejan un poco libre para irme con alguno de estos críos que me encantan.

—Claro mujer, no te preocupes, déjalos con nosotros.

—Gracias, se llaman Adrián y Cristina —diciéndoles ella en confianza, en voz baja— A mi hijo solo le he hecho algunas pajas, pero la cría casi ni le veía la polla a su padre, aunque ahora sí que juega con su hermano.

—Estupendo. Tu hija va a poder disfrutar ahora de una buena polla, como la de mi marido —le dijo Anamari.

Y allí se pusieron mi matrimonio amigo a compartir por primera vez sus secretas fantasías, empezando a acariciar entre los dos a los dos hermanos para que fueran tomando confianza, diciéndole ella al chico:

—No tengas miedo, ya verás que bien lo vas a pasar conmigo. Dame un beso en la boca, que se te va a poner durita enseguida.

Y diciendo su marido a la niña:

—Qué guapa eres, Cristina, con lo rica que estás, ¿nadie te ha metido mano todavía?

—No, sólo los niños quieren tocarme el culo a veces y algún señor por la calle me dice que me lo va a comer todo. Y bueno, ahora a veces con mi hermano estamos juntos en la cama.

—Jajaja, que graciosa. No sé si tu hermano te comerá el coño, pero yo sí que te lo voy a comer todo, ya verás que gusto sientes.

Y así empezó a dar besos a la cría, primero en la boca y luego bajando hacia sus pechos, para continuar hasta su vagina, estando ella tumbada con las piernas abiertas, empezando a gemir más fuerte con las lamidas expertas del hombre que se deleitaba con sus jugos.

También su mujer, a su lado, saboreaba la primera corrida del chico, que no había podido aguantar mucho el tenerla metida hasta su garganta.

Mientras, la madre de ellos, no muy lejos de allí, se estaba dejando montar por un chico de edad parecida a su hijo, diciéndole Anamari a él:

—Mira tu madre como disfruta del chaval. Anda, hazme a mí lo mismo. No me puedo creer que tu madre no te haya catado todavía.

—Sólo me hizo algunas pajas, pero yo tenía ganas de follarla, y ella no me dejaba.

—¡Ay, que tonta! Pues fóllame a mi pensando que soy tu madre. A mí me da mucho morbo también pensar en eso. Mira, ¿así por detrás te gusta?:

—Sí, que bueno, que coño más caliente tiene, señora.

—Dale fuerte, haz que me corra, cariño.

El chaval Inició un mete-saca a un fuerte ritmo, que sólo podría mantener un chico de su edad, haciendo que los orgasmos de mi amiga se encadenaran, llamando la atención del resto de los presentes con sus gritos.

En tanto, su marido Luis, ya tenía dispuesta a su hermana para su primera penetración, intentando tranquilizarla:

—Te lo voy a hacer muy despacio para que no te duela, ¿vale?.

Así fue introduciendo poco a poco su pene, hasta que el glande quedó dentro de ella y el gusto que estaba sintiendo le hacía apretar con más fuerza, no pudiendo hacer caso de las quejas de ella, que él sabía que pronto se convertirían en gritos de placer, y así fue cuando su lubricación permitió la entrada completa de su polla en ese coño virgen, siendo también su primera experiencia en disfrutar de algo así, de follarse a una niña virgen.

Su madre, después de haber follado con dos que la dejaron bien satisfecha, se acordó de sus hijos y se acercó para comprobar si se lo estaban pasando bien, comprobando como su hija gozaba por primera vez de una vigorosa polla en su coño, sintiéndose feliz por ello y por su hijo, al que a partir de ahora le permitiría follarla, pensando en los muchos momentos de placer que tendría con  sus dos hijos a partir de ahora.

Yo también pude gozar como nunca, pero me dio muchísimo morbo ver como este matrimonio amigo iniciaban una nueva etapa en su vida, ya sin secretos y en libertad, esperándoles también grandes momentos juntos, diciéndose entre ellos:

—Cariño, el año que viene tenemos que volver.

—Claro que volveremos, esto es lo mejor que me ha pasado en la vida.

Está visto que mucha gente que desconoce este mundo, una vez que se inicia en él, ya no quiere abandonarlo y tan solo es cuestión de decisión y de dejar muchos prejuicios atrás para disfrutar de él con plenitud, siendo esto lo más cerca que podemos estar de nuestro paraíso perdido.


Comentarios