"MI NUEVA PAREJA, MI HIJA Y YO" por VERONICCA

             Habían pasado unos meses desde que mi marido me había abandonado, dejándome con una hija entrando en la adolescencia, y aunque quería pasar un tiempo sin saber nada de más hombres,  conocí por azar a un señor que era viudo, unos años mayor que yo, pero que había empezado a llenar el hueco dejado por mi marido en mí y en mi hija, que en esa difícil edad necesitaba un hombre en casa que fuera su referente, así que al poco tiempo decidimos que vivera con nosotras.

Con la marcha de mi marido yo echaba mucho de menos el sexo, porque siempre fui muy activa y mi nueva pareja, a pesar de su edad, me satisfacía plenamente, hasta el punto de que en ocasiones me olvidaba de que mi hija pudiera vernos cuando me dejaba llevar por la pasión y nos poníamos a tener sexo en el salón, o por las noches en mi habitación dejando la puerta abierta pensando que ella estaba dormida.

Él era muy cariñoso con ella y se iba ganando a la niña comprándole cosas y teniendo un trato muy afectuoso con ella, por lo que no era extraño verlos a veces jugar a las cosquillas, haciendo que se peleaban o cualquier clase de juego típico entre un padre y una hija, que por otra parte me recordaban y supongo que a mi hija también, a los juegos que tenía con su padre desde pequeña cuando estaba en casa.

A veces haciéndome sospechar también, que pudieran llegar más allá de unos inocentes juegos padre-hija, atormentada por las insinuaciones de algunas amigas, influenciadas por las experiencias que habían tenido con sus maridos y sus hijas, como si eso fuera lo más normal del mundo, pero ellas me decía que yo quizás fuera demasiado ingenua o que no conocía lo suficiente a los hombres.

 Aunque yo viera, en apariencia esos inocentes juegos con mi hija, si se me había pasado por la cabeza que cuando yo no estuviera presente, mi pareja aprovechando esos momentos, la podría haber toqueteado demasiado hasta llegar a masturbarla, quizás, y quién sabe si algo más, como meterle la polla en la boca o lamer su coño, como me aseguraba una de mis amigas que incluso llegó a presenciarlo en su casa con su marido y su hija, por lo que trataban de convencerme de que mi caso no sería distinto.

Incluso cuando vivía con mi marido, ya me metían esas ideas en la cabeza, pero al separarnos, y hablar sobre ello, yo les preguntaba a ellas:

—Si eso fuera verdad, lo que me contabais que estaba haciendo mi marido con la niña, ¿por qué se fue de casa, si tanto disfrutaba con la cría?

—Porque tenía a otra e iba a seguir durmiendo caliente. Además, los findes que le toca tener a tu hija, la seguirá montando, ahora con más tranquilidad toda la noche —me decía una que nos habían contado, que su padre se le metía en la cama cuando su madre estaba embarazada.

—Que brutas sois. La niña no me dice nada de eso.

—Ya ves tú, te lo va a andar contando. Yo tampoco le decía nada a mi madre cuando se me ponía encima, porque yo creo que era hasta ella misma la que le mandaba venir conmigo.

—¡Qué barbaridad! Yo no sabía que pasaran esas cosas…..

—Pues a lo mejor lo tenías en tu propia casa y no te enterabas……

Posiblemente mis amigas tuvieran razón, pero eso ya era agua pasada, mi exmarido era un desastre como pareja y casi diría como padre, no haciéndose responsable de nada de lo que sucediera en la casa, pero ahora yo tenía una nueva pareja, que aunque no era el padre de mi hija, él hacía como si lo fuera y no pude evitar que esos pensamientos del pasado volvieran a mi mente cuando los veía juntos, así que no se si por esa razón o por mi naturaleza morbosa, empecé a observarlos discretamente, fijándome en lo que hacían cuando ellos pensaban que no les veía.

Precisamente, cuando mi amigas se enteraron de que ese hombre estaba viviendo con nosotras ya me advirtieron que tuviera cuidado con la cría, porque seguramente él intentaría algo con ella, sobre todo por parte de alguna divorciada que había tenido otras parejas posteriores y ya había tenido experiencias de ese tipo.

Yo no quería hacer demasiado caso de esas insinuaciones, porque en cierto modo, no sé si porque estaba enamorada, o porque yo necesitaba a ese hombre en casa para estabilizar mi vida, y esperaba que todo fuera como es debido, pero las dudas siempre las tienes en tu cabeza y cada cosa que veía ya me hacía sospechar, aunque no hubiera motivo para ello.

Así fueron pasando los días hasta que en una ocasión los vi la primera vez en una actitud demasiado cariñosa desde la puerta del salón, sentados en el sofá viendo la televisión. Él tenía abrazada a mi hija y su mano se introducía ligeramente en su escote sin que ella dijera nada, hasta que vi como la mano de mi nueva pareja acariciaba lentamente los pechos de la cría por debajo de la camiseta, cada vez con más descaro e insistencia, provocando que ella inclinara la cabeza hacia atrás escapándosele algún pequeño suspiro que dieron paso a varios gemidos cada vez más continuos.

No sé por qué, mi reacción ante esa escena, fue la de sentirme excitada por lo que estaba viendo, y seguí oculta a ellos para que no me vieran, por lo que cuando él miró hacia la puerta con recelo, no pudo verme, y acto seguido, le bajó la camiseta a la niña, agarrando sus pequeños pechos con ambas manos, acercando su boca hacia ellos para lamerlos suavemente, lo que provocó que sus gemidos se aceleraran, dejándose hacer con agrado todos los manoseos a los que la estaba sometiendo.

Lógicamente mi pareja estaba súper excitado y me imagino los nervios que sentiría por ser descubierto, pero eso no impidió que continuara con sus avances, haciendo que la mano de mi hija acariciara arriba y abajo su erecto pene que ya había dejado a su vista. Pero lo que más me extrañó fue la destreza de mi hija para masturbar a un hombre, lo que me hizo pensar muchas cosas, y tal fue así que él no tardó en correrse sobre su mano, momento en que después de darla un beso, pararon para ir a limpiarse y no dejar pruebas de lo que habían hecho.

Esa misma noche, al irnos a la cama, yo mantenía la excitación por lo que había visto y nada más estar acostados ya me abracé a él buscando su polla para calmar mi húmeda vagina. Él también reaccionó rápidamente y enseguida se puso sobre mí para follarme en un polvo rápido compulsivo, seguramente con la mente de los dos puesta en lo que había pasado esa tarde.

Al día siguiente yo les dije que me iba a la cama a dormir la siesta y que los dejaba a ellos dos solos. Mi plan era continuar con la observación, y pronto se empezó a cumplir cuando sentí que mi pareja abría la puerta de la habitación para comprobar si estaba dormida, lo que yo le hice creer, levantándome acto seguido para observarles. 

Efectivamente, mi pareja ya había empezado con sus toqueteos, teniendo a mi hija prácticamente desnuda sobre él con los pantalones bajados, lamiéndole los pechos y haciéndola ponerse sobre él con las piernas abiertas, oyéndose seguidamente un pequeño grito de la niña, indicando claramente que la polla de su nuevo padre se había introducido en su coñito y empezaban una suave follada en toda regla, comenzando un suave movimiento arriba y abajo que parecía llenarla de placer, por la explícita cara que ponía mientras estaba teniendo sexo con una persona que debería estar prohibida para ella, pero que les llevó al orgasmo de mi hija y a que mi pareja se corriera, aunque no pude ver si le había sacado la polla para correrse fuera.

A estas alturas, yo ya no podía asegurar que ya hubiera perdido la virginidad antes de eso, lo que añadía más morbo a la escena y provocó que yo empezara a acariciarme, y no parar de masturbarme hasta que llegué al orgasmo con mi vista fija en ellos, sin que se percataran de mi presencia.

Eso mismo volvió a repetirse en otras ocasiones hasta que hubo un momento en que todo eso era ya tan evidente que yo le pregunté a mí pareja, sin querer descubrir las cartas del todo:

—¿A ti te atrae la cría?, quiero decir, que si te pone cachondo.

Contestando él balbuceante:

—Pues…¡eeehhhh!...., mujer, que cosas dices…..¿Por qué me preguntas eso?  La niña es muy guapa y está creciendo mucho. Además, ella es muy cariñosa conmigo. Yo creo que echa de menos a su papá y yo trato de suplirlo.

—Sí, yo creo que le estás supliendo bien —le dije con ironía.

A pesar de todo eso, yo tampoco quería perder a ese hombre, y viendo la actitud de mi hija, estaba dispuesta a consentir lo que fuera porque se quedara con nosotras, así que tampoco le dije mucho más, para que él no se sintiera incómodo con mis preguntas, aunque por otra parte, yo misma pensaba que lo quería yo en el fondo era que eso siguiera sucediendo.

Como yo tampoco me atrevía a dar un paso más, todo eso continuó entre ellos ante mi observación oculta, pudiendo presenciar como practicaban todas las variantes del sexo tan conocidas para mí y que mi hija estaba empezando a descubrir de una forma muy rápida y precoz, quedándome cada vez menos dudas sobre si todo esto ya lo habría practicado con su verdadero padre, por la desenvoltura que mostraba, siempre dispuesta a experimentar todo lo que le iban proponiendo, gozando de igual forma cuando se abría de piernas para dejarse lamer su vagina, como cuando ella se introducía la polla adulta en su boquita, cada vez con más maestría, para sentir ya el éxtasis total cuando se montaba sobre ella y cabalgaba de una forma que no tendría nada que envidiar a mí misma.

Por las noches yo intentaba seguir desahogándome con él después de tantas emociones, pero le encontraba cada vez menos receptivo hacia mí, siendo nuestras relaciones cada vez menos pasionales y rutinarias, lo que me empezó a preocupar, aunque rápidamente lo relacioné con el sexo diario que estaba teniendo con mi hija que le colmaba plenamente y cada vez sentía menos interés por mí, por lo que busqué la forma de recuperar todo eso, y no tuve más remedio que comentarlo con mis amigas, reconociéndoles lo que ellas tantas veces me había dicho:

—Ya te lo dijimos, que iba a pasar eso. Los hombres cuando tienen una niña en casa, no sé qué les pasa, que se vuelven locos y nos olvidan completamente. A casi todas les pasa, unas cierran los ojos y no quieren enterarse de nada y otras no tienen más remedio que buscar una solución. Cuando me empezó a pasar a mí, llegó un momento que prácticamente ni me tocaba y yo estaba ya de los nervios, odiando cada vez más a mi hija y llegando a pensar en marcharme de casa y dejarlos a ellos allí solos, porque con cualquier excusa me decía que se quedaba a dormir con la niña, que si tenía pesadillas, que si no dormía bien…… y me dejaba sola toda la noche.

—¿Y cómo lo solucionaste entonces? —le pregunté.

—Pues le dije que trajera a la niña a dormir con nosotros, y así la cuidaríamos entre los dos. Él al principio me decía que no, que estaríamos incómodos los tres juntos, pero después de mucho insistir, y él seguir negándose, tuve que decirle que le dejaría utilizar los métodos que usaba para que se durmiera la cría, y él sorprendido y viéndose descubierto, acabo accediendo. Como podéis imaginar, mi vida cambió totalmente y aunque al principio veía con recelo que yo quisiera participar en sus juegos y que le ayudara a masturbar a nuestra hija, acabamos convirtiéndola en el centro de nuestras relaciones sexuales, que cambiaron como de la noche al día, y créeme que no me arrepiento de esa decisión.

Otra de las amigas presentes, nos dijo:

—Yo tuve que hacer igual que tú, y ¿sabes quién me lo aconsejó?, mi suegra, imagínate, diciéndome que eso era muy común y que no me escandalizara, que ella también había tenido que pasar por ello.

—Sí que es fuerte lo que me contáis, pero creo que yo no voy a tener otro remedio que hacer eso también —les comenté, resignada.

Así que con disimulo, porque yo no me atrevía a proponérselo directamente, fui teniendo conversaciones con mi pareja sobre esas familias que tenían sexo entre ellos, y viendo él mi receptividad en el tema, fue cuando empezó a confesarme ciertas cosas, como que él había llegado a tener sexo con sus dos hijas, de su anterior matrimonio, con el consentimiento de su exmujer y que también habían intimado mucho con otro matrimonio amigo de sus mismas ideas.

Esta confesión me sorprendió bastante y me llenó de curiosidad, por lo que le pedí que me fuera contando más detalles, y así, me fue diciendo algo de cómo eran esas reuniones con la otra familia. Como su exmujer también disfrutaba de hijo del otro matrimonio así como él con su hermana, y naturalmente, como ellos tenían que ceder a sus hijas para que pudieran gozar con ellas, por lo que las morbosas situaciones se sucedían en una orgía sin límites, tras lo cual acabe muy excitada, llevándomelo a la cama para acabar follando como en nuestros inicios, con los mejores orgasmos desde el principio de nuestra relación, y en medio de esto, me atreví a decirle que podía traer a mi hija con nosotros para hacer igual que esas familias.

A él le sorprendió mucho mi petición:

—¿Estás segura….? ¿Te va a excitar ver como monto a tu hija?

—Sí, porque yo creo que la niña ya estaba tocada por su padre y le va a gustar tener tu polla.

—¡Ah, vaya! Eso no lo sabía.

—¿No te has dado cuenta? Seguro que has intentado meterle mano alguna vez —haciéndome yo la tonta sobre todo lo que había visto.

—Bueno, la verdad es que ella es muy cariñosa conmigo y a veces parece como si me buscara…, ya me entiendes….

—Sí, claro, que esta cría ha salido a mí, que somos las dos muy calientes. Si ya la has tocado puedes decírmelo sin miedo, no me voy a enfadar —quería que mi pareja me lo confesara todo y estaba disfrutando morbosamente con esa situación incómoda para él.

—Bueno, la verdad es que la he sobado alguna vez y la he metido el dedo en el coñito, pero ella lo ha disfrutado mucho ¡eh!

—Ya supongo, y le habrás dado la polla también…., porque ya te digo que debió de haber disfrutado de la de su padre muchas veces.

—¡Buufff! No sabía que fueras tan morbosa. Se nota que estás disfrutando con esto…. Tienes el coño todo mojado ya —tocándomelo con los dedos para comprobarlo.

—Pues ya ves. Yo puedo ser como tu exmujer también. Puedes hablarme claramente como hacías con ella… ¿Mi hija te ha pedido que le metas la polla?

—Sí, ya hemos jodido varias veces. Es una delicia, me deja totalmente vacío. Por eso últimamente no lo hacía tanto contigo.

—Claro, ya me lo imagino. Pero todo esto lo podríamos haber arreglado ya antes. Anda, vete a por la cría y tráela aquí.

Ante mi insistencia, fue a buscarla, y cuando entraron, mi hija venía con una cara de sorpresa, quedándose expectante por lo que iba a pasar.

La pusimos en el medio de los dos y empezamos a acariciarla, besarla, y empezando a introducirla los dedos en sus mojados agujeros, volviéndola poco a poco loca de placer, una vez repuesta de la sorpresa de estar en esa situación. 

Sus ojos no podían dejar de mirar con deseo la polla de mi pareja y yo misma le dije que se la metiera en la boca y la chupara toda, lo que hizo al principio tímidamente, para acabar luego metiéndosela completamente en la boca, saboreándola en todo su esplendor, mientras me miraba con cara de agradecimiento por permitirla disfrutar de ese momento, y seguidamente yo misma le acompañé en la lamida y las dos lenguas recorrían arriba y abajo ese miembro cada vez más duro y atrayente, lo que provocó que él nos dijera:

—¡Aaaahhhhh!, me vais a hacer correr entre las dos, no aguanto más.

Y acto seguido empezó a derramar chorros de semen que llenaban nuestras caras, intentando lamerlo todo sin que se perdiera una gota.

La vagina de mi hija estaba toda enrojecida por el frotamiento de nuestros dedos, mostrando un color rosáceo y más rojizo en su interior, toda brillante por los jugos derramados, que era toda una invitación a saborearla por lo que fuimos turnando nuestras lenguas para volverla a hacer gemir con ganas pareciendo que encadenaba un orgasmo con otro, y una vez recuperado mi pareja de la anterior corrida, se la metió, recreándome yo como se deslizaba por la entrada de su vagina toda lubricada hasta que con poca dificultad acabó dentro de ella, empezando un bombeo que hacían gritar sin pausa.

 Yo estaba fuera de mí viendo como mi hija era follada, ahora con mi consentimiento, masturbándome y poniendo mi coño a la altura de la cara de ella para que me lo lamiera, mientras mi pareja seguía follándola hasta que se corrieron los dos.

Mientras él se recuperaba, le pregunté a mi hija si lo había probado por el culo:

—Hace tiempo, papá lo intentó, pero como me dolía me lo hizo por delante, que me gusta más. 

—¡Ah, vaya! ¿Entonces con papá ya hacías de todo también?

—Sí, lo hacíamos cuando tú no estabas.

—Ya me parecía a mí, por eso me lo decían mis amigas Pues mira, ahora lo vas a probar por el culo, te voy a ayudar yo.

Fui a por una crema para lubricarla bien metiéndole el dedo poco a poco, luego dos y al final ya le cabían tres. Ella estaba disfrutándolo cuando le hice una indicación a mi pareja para que le metiera la polla, ya nuevamente empalmado, y enseguida ella notó la diferencia, por el grito que dio, que al poco rato se convirtió en satisfacción, cuando la sentía entrar y salir fácilmente por toda la lubricación anterior, dando un gran placer también a mi pareja, que nuevamente no pudo evitar otra eyaculación que aunque en menor cantidad, llenó todo el ano de la niña, que también lo había disfrutado muchísimo.


Estas sesiones de sexo conjuntas se convirtieron en algo habitual en mi casa y nos habíamos convertido en una familia incestuosa, como la que tenía mi pareja anteriormente, siendo una de las mejores etapas de mi vida. 

Como él mantenía el contacto con alguna de esas familias que había conocido, un día me propuso quedar con una de ellas, advirtiéndome de que sus hijos eran ya mayores, de unos 17 el mayor y 16 su hermana, pero que los padres estarían encantados de conocer a mi hija.

De pronto se me iba a presentar la oportunidad de follar con un chaval de esa edad, por lo que el morbo y la curiosidad no me dejaron decir que no, sin importarme que ese hombre se follara también a mi niña, que igualmente estaría encantada, pero esto ya es otra historia que contaré en alguno de mis otros relatos.

FIN DE LA PRIMERA PARTE

Después de lo acontecido en el anterior relato       , con mi nueva pareja y mi hija, y las expectativas que se nos abrían, que acabaron por cambiar nuestra vida por completo, algo que yo nunca me hubiera imaginado cuando le conocí.

Mi nueva pareja, Paco, me sorprendió contándome todas esas experiencias que había tenido cuando estaba casado con su anterior mujer y esas relaciones que entablaron con otras familias de mente abierta en esas reuniones tan morbosas que disparaban mi imaginación.

Él hacía tiempo, desde que se había quedado viudo, que no frecuentaba esos contactos, pero al estar ahora en pareja conmigo y con mi hija, se le abrían las puertas de nuevo a ese mundo, una vez que nosotras le habíamos dado nuestro consentimiento para conocer a esas familias.

Tal como me había dicho, todavía mantenía el contacto con una de esas familias, que tenían un hijo y una hija, ya más mayores que la mía, pero a mí me causaba mucho morbo conocerlos y empezar a entrar en ese tipo de relaciones, confesándome que cuando les habló de la nena, tuvieron mucho interés en que nos juntáramos para conocernos.

Así que un día nos presentamos en su casa, yo muy nerviosa, por mi parte, y mi hija más expectante por esas nuevas experiencias que iba a tener sin ser todavía muy consciente de ellas.

Paco nos presentó a Alicia y a Pedro, ella era bastante más joven que él, era una mujer muy atractiva y sensual al hablar, mientras que su marido era de una edad parecida a Paco, y por esos tenían más sintonía entre ellos, pero los dos fueron muy amables y cariñosos con nosotras para que estuviéramos cómodas desde el primer momento.

Mientras mi hija Sheila se quedaba con los hijos de este matrimonio,  Cristian y Janina, su madre Alicia se quedó hablando conmigo mientras los hombres también empezaban a hablar de sus cosas, diciéndome ella:

—Me encanta conocer a nuevas familias con esta mentalidad para disfrutar unos de otros sin límites.

—Yo hasta hace poco desconocía completamente que hubiera familias como la vuestra, pero Paco empezó a contarme y casi ni me lo creía.

—Pasamos muy buenos momentos con él en el pasado, pero desde que se quedó viudo, andaba un poco deprimido el pobre, aunque ahora, al conoceros a vosotras ha vuelto a ser el que era, una persona maravillosa y muy cariñosa.

—Sí, mi hija está encantada con él, aunque ella ya tenía sus experiencias con mi exmarido, pero yo lo desconocía por completo.

—¡Qué rica! Empezando pronto a disfrutar ya. Tu hija es un encanto. Se lo va a pasar genial aquí. Las nenas de su edad son la debilidad de mi marido y está muy agradecido a Paco por traeros aquí. Pero dime, tú eres nueva en esto… ¿Qué te atrae especialmente?

—Pues todo, no sé decirte… Me da un poco de vergüenza, pero desde que me lo dijo Paco, me  encantaría estar con tu hijo.

—Claro, mujer, Cristian es muy guapo y está en una edad divina. Disfrutarás un montón con él —llamándole su madre para que se acercara a nosotras.

Cuando llegó, Alicia le bajó el pantalón de chándal que tenía dejando a mi vista su polla totalmente depilada, lo que le daba un toque más morboso todavía:

—Mira que hermosura… Es que te dan ganas de comérsela toda. Yo soy adicta, jaja.

—Sí, ¡uuufff!, una maravilla —atreviéndome a agarrársela con la mano—. Bueno, no te pregunto desde cuando se la comes, porque me imagino….

—Desde pequeño, empecé a metérmela en la boca. Yo creo que le ha crecido tanto por eso, jaja.

—¡Mmmm! Si yo hubiera tenido un hijo, no sé si habría hecho lo mismo que tú. Bueno, hace años supongo que no, pero ahora la tentación sería muy grande.

—No hay que resistirse a las tentaciones, mujer. Eso lo aprendí yo hace mucho tiempo y nunca me arrepentí. Tienes que dejarte llevar y disfrutar de lo que te ofrecen…., así, sin más. Así he educado a mis hijos también.

La polla de Cristian en mi mano ya había alcanzado su total erección, lo que la hacía más irresistible todavía para llevármela a la boca y con la confianza que me había dado su madre, no dudé en hacerlo, un poco para mi sorpresa, por ser tan atrevida, pero las ganas eran más fuertes que mi turbación, así que empecé a degustar esa hermosa polla adolescente que haría las delicias de cualquier mujer, como llevaba tiempo haciendo las de su madre, algo que excitaba mi morbosidad recién explotada por mi nueva pareja.

Mi mamada a ese chico era presenciada por su madre, orgullosa de su hijo y excitada por verme a mí disfrutando de él, de tal forma que mi boca causó sus efectos en ese miembro que empezó a disparar su semen dentro de mí, ofreciéndome ese sabor diferente que tiene el semen de los jovencitos:

—¿Te ha gustado? —me preguntó Alicia.

—Me ha encantado, es delicioso —fíjate que hermosura, mostrando la polla de Cristian a su madre todavía hinchada y brillante por los restos de semen y saliva en su glande todo enrojecido.

Desde luego, el aspecto del chico aniñado, resaltado por su pubis depilado y su delgado cuerpo, en el que destacaba esa jugosa polla que no dejaba de apuntar al cielo, era una imagen para dos mujeres maduras como nosotras y según su madre, era la debilidad de alguna amiga suya con la que lo había compartido en esas reuniones habituales en su casa.

Ante la persistente erección del chaval, le dije a su madre:

—Quiero que me folle ahora…..

—Por supuesto, no te prives de lo que gustes. Túmbate en el sofá o ponte como quieras, que él te la va meter bien rico.

Abriéndome de piernas en el sofá, ofreciéndole a Cristian mi coño abierto para que me follara, se tumbó sobre mí y empezó a bombear, primero con suavidad, pero luego golpeando duramente mi encharcado coño en el que chapoteaba su polla de forma rítmica hasta hacerme llegar a un intenso orgasmo que me hizo gritar, haciendo voltear las miradas del resto de la familia hacia lo que estábamos haciendo.

—¿Te gusta cómo te monta mi hijo? —insistía Alicia, a la que parecía excitarle especialmente ver a su hijo con otras mujeres.

—Siii, me encanta. ¡Qué joya tienes en casa….!

En uno de los sillones del salón de su casa, Pedro tenía sentada en sus piernas a mi hija, hablando con mi pareja mientras él la acariciaba con las manos bajo su vestido:

—Ya te decía yo que era una delicia esta cría —le decía Paco.

—Sí que lo es, está en la edad perfecta para sobarla sin descanso.

—¿Cuánto hace que no tienes a una así encima? —le preguntó mi pareja.

—Una como esta, hace tiempo ya. Mi hija va siendo mayor y ahora ya no nos juntamos con tantas familias como antes, como cuando venías tú con tu mujer, pero sí que tuvimos algo con una pareja joven que tenían una niña, aunque era demasiado pequeña para joderla todavía.

—Como echo de menos esas reuniones, amigo —le decía Paco, con nostalgia.

—Bueno, al menos tienes a esta ricura en casa, y has tenido mucha suerte de que su madre te deje estar con ella.

—Sí, jaja, la he metido el morbo en el cuerpo y creo que nos va a sorprender a todos. Fíjate que viciosa se la ve con tu hijo…

—Ya veo. Bueno, a todas las mujeres de su edad les vuelve locas mi hijo, aunque la verdad es que para mí está muy rico también. Yo le como la polla también con su madre y tiene semen para los dos. ¿Te apetecería a ti?

—La verdad que sí. Hace tiempo que no me como una polla, sobre todo de estos chavales.

—Bueno, a su tiempo, primero vamos a disfrutar de esta criatura que me has traído.

Pedro fue desnudando a mi hija, observándola con detenimiento:

—A ver como tienes el coñito. Cariño.

Abriéndole las piernas, pasó su mano por la vagina mojada de mi hija que ya reaccionaba a tantas caricias, abriéndosela con los dedos:

—¡Qué cosa más tierna! Me encanta. Sujétamela, que se la voy a comer un poco.

Mi pareja sujetó a mi hija con las piernas abiertas para que Pedro empezase a lamer su vagina abierta para él, que ya rezumaba sus jugos, extasiándose con su sabor, mientras se pajeaba al hacerlo, pero mi pareja me sorprendió al verle llevarse a la boca la polla de su amigo y empezar a mamársela con ganas mientras él le comía el coño a mi hija, diciéndole yo a Alicia:

—No sabía que a Paco le gustaran tanto las pollas también.

—Sí, cuando venía por aquí, los dos se daban sus buenos banquetes, jaja —me decía Alicia, divertida.

Todo estaba siendo demasiado morboso para mí, ya que no estaba nada acostumbrada a ese tipo de reuniones familiares, llenas de vicio y de esa depravación que me hubiera parecido todo esto hace prácticamente un año.

—Todos los que participamos en esto solemos ser bisexuales, porque no se pueden desaprovechar todas las oportunidades para disfrutar, y al final el sexo es solo sexo, da igual con quien estés. Por naturaleza, todos somos bisexuales, lo que sucede es que por prejuicios, no dejamos desarrollar en nosotros esas otras facetas de nuestra sexualidad —me aclaraba Alicia.

Yo pensé que ella tenía razón, y una vez metida en este mundo, no veía problema para disfrutar igualmente de un hombre que de una mujer, aunque yo nunca había tenido experiencias con ninguna, pero Alicia ya había empezado a tocarme mientras veíamos la excitante escena que nos estaban proporcionando.

Sus dedos masajeaban mi vagina y chupaban mis tetas hasta llevarme a ese punto en el que yo también empecé a acariciar su cuerpo, poniendo por primera vez mis dedos en el coño de otra mujer, recreándome con su jugosidad y esa carnosidad que me invitaba a degustar para saciar mi curiosidad, así que puse mi cabeza entre sus piernas para empezar a lamer todo eso que tanto gusta a muchos hombres.

Al principio con algo de prevención, por ser algo nuevo para mí, pero poco a poco, ese aroma que desprendía su excitada vagina me fue haciendo meter mi lengua más dentro de su coño, presionando su clítoris con mis labios, haciéndola gemir más intensamente, a la que estaba siendo mi anfitriona en estas nuevas experiencias para mí.

A pesar de ser mi primera vez comiendo un coño, no debí hacerlo tan mal, porque Alicia empezó a orgasmar con mi lengua metida en su coño, lo que a mí me excitó más todavía, volteándome para permitir que ella se amorrara también al mío y dedicarnos un 69 de lo más lúbrico, ofreciendo ahora nosotras ese morboso espectáculo a los demás.

Mientras tanto, mi pareja y Pedro seguían deleitándose con mi hija, a los que se unió su hija Janina para disfrutar de los dos hombres y también de la cría a la que empezó a besar haciéndose un hueco entre ellos y sumando un coño más para degustar por esas lenguas ansiosas de carne fresca, hasta que Janina empezó a acaparar la atención de mi pareja para dejar que su padre tuviera a Sheila a su antojo, primero haciendo que le chupara la polla y luego intentando metérsela en su coño sabiendo que ya había sido follada por mi pareja y que no tendría muchas dificultades para montarla sin muchos miramientos.

Mi pareja empezó a hacer lo mismo con Janina hasta que la experta hija del matrimonio hizo que se corriera antes de lo que hubiera deseado, pero aprovecho ese descanso para ponerse a mamar la polla de Cristian, que también se había sumado a ellos, a la vez que su hermana hacía lo mismo con mi pareja para provocarle una nueva erección con la que repetir la follada con ella o con su madre, ya necesitada de una buena polla después de la sesión de sexo lésbico conmigo.

Así fueron sucediéndose los encuentros entre unos y otros, sin importar sexo ni edades, aunque Pedro seguía follando con entusiasmo a mi hija, aprovechando esa ocasión que hacía tiempo que no se le presentaba.

Luego, su hijo Cristian le tomó el relevo, poniéndose a follar analmente a la cría, sorprendiéndome que ella no pusiera ningún reparo a ello, ya que mi pareja también había disfrutado de ella por ahí y ya tenía su culo dilatado y dispuesto para cualquier penetración.

Al terminar, por puro cansancio, seguimos hablando entre nosotros, invitándonos a una nueva reunión en la que tirarían de viejos contactos para conseguir nuevos invitados:

—Llamaremos a esa pareja joven que conocimos, y que vinieron con esa cría que te decía que en aquella ocasión, todavía era pequeña para joderla, pero ya han pasado dos años de eso y debe ser una ricura ya, experimentada en todo, conociendo a sus padres, y a ver si podemos traer a más gente que os van a sorprender especialmente.

Pasados unos días, mi pareja Paco, me dijo que Pedro y Alicia habían preparado una nueva reunión en su casa y que nos esperaban para el fin de semana.

Yo esperaba que solo hubieran llamado a esa pareja de la que nos hablaron, con su hija, pero al llegar me sorprendió verlo tan concurrido:

—Menuda sorpresa, Alicia —no me esperaba a tanta gente.

—Cuantos más seamos, más se disfruta. Ya lo veréis.

Y nos los fue presentando:

—Estos son la pareja de la que os habíamos hablado, Angélica y Juan Luis y fijaros que ricura de nena, Susi se llama, que ha crecido una barbaridad desde la última vez.

Yo me fijé en lo guapo que era Juan Luis, al igual que su mujer y su hija Susi, que tenía una luz especial y un brillo en los ojos, llamándome la atención la barriga que tenía, aunque no se me pasaba por la cabeza lo que su madre me dijo en voz baja:

—Es que la cría está preñada. Ya sabes cómo son estas cosas, con su padre todo el día jodiéndola, fue inevitable.

Yo quise aparentar la mayor naturalidad posible ante sus palabras, aunque supongo que ella se dio cuenta de mi estupefacción, diciéndome:

—No es tan sorprendente. Cualquier día puede pasarle a la tuya, teniendo a un hombre en casa….

—Bueno, espero que no…. Todavía es muy joven para eso.

—Pues ahora su padre disfruta un montón con ella en este estado. Seguro que tu pareja también desearía preñar a tu hija.

Paco, que estaba escuchándola no se atrevió a decir que le gustaría embarazar a mi hija, pero miraba con ojos de deseo a Susi, intentando salir del paso:

—Eso tendré que hablarlo con ellas, pero de momento voy a probar con Susi, para ver lo que se siente con una cría de esta edad embarazada.

—Te sentirás en el cielo —añadió Juan Luis.

Pedro y Alicia continuaron con las presentaciones, como la de otra pareja de más edad que estaban por allí:

—Estos son Brant y Elba. Son alemanes pero llevan mucho tiempo viviendo aquí. Y este es su encantador hijo Albert. Ya nos conocemos ¡eh! —ironizando Alicia con él, con complicidad.

Con tantas presentaciones, todavía no me había dado tiempo a fijarme en una niña pequeña, que estaba con un señor mayor, un poco apartados del resto, pero a los que nos acercamos, sorprendiéndome nuevamente Alicia:

—Esta preciosidad es Editha, que es hija de Elba y de…., bueno, de su hijo Albert, que preñó a su madre.

—¿Cómooo….? —Exclamé yo, perpleja, sin poderlo evitar.

—Sí, jaja. Ellos lo llevan con naturalidad. Están más acostumbrados a estas cosas que nosotros.

Pero si esta sorpresa ya no era poca cosa, todavía me sorprendí más al ver que el señor que estaba con Editha era un…. Cura, y así me lo presentaron.

—Y aquí está el padre Nicolás, de la Parroquia del barrio, que es un viejo amigo y que no podía faltar en estas reuniones.

La verdad es que yo no era muy asidua a ir a la Parroquia, pero si me sonaba de ver a ese hombre por el barrio, aunque nunca me hubiera imaginado que fuera a conocerlo en ese lugar, saludándome afectuosamente:

—Encantado, hija. Ya me ves, vengo directamente de la Parroquia y no me ha dado  tiempo ni a cambiarme, pero me he fijado que venís con una nena. A mí me encantan los críos y mis buenos amigos Pedro y Alicia siempre me obsequian con algunos “regalitos” —sonriéndome maliciosamente.

Mientras hablaba con nosotros, no soltaba de la mano a la pequeña Editha, a la que estaba sobando a su gusto con su complacencia y la de sus padres, diciéndonos:

—¡Veis! La acabo de conocer y ya somos muy buenos amigos —¿verdad, cariño?

La verdad es que resultaba chocante ver a ese hombre totalmente desinhibido babeando con aquella cría, mostrando su parte más libidinosa y viciosa, pero a la vez nos abría la puerta del morbo más  transgresor que se podía vivir en un lugar así.

Como cada cosa que veía me sorprendía más, Paco quiso aclararme:

—No es tan extraño ver a curas y miembros de la Iglesia en estos lugares. Yo ya me he encontrado a varios, cuando los frecuentaba con mi mujer.

Ahora ya solo faltaba entrar en acción, como decía yo, continuando el padre Nicolás jugueteando con Editha, mi pareja interesándose por el embarazo de Susi y Brant hablando con mi hija, y Alicia y Elba me llevaron con Albert, que ya parecía dispuesto a atendernos a las tres.

Albert era un chico alto y bien formado, para su edad, sin un solo vello en su cuerpo, un auténtico caramelo para mujeres entradas en años y tan viciosas como me estaba convirtiendo yo, que no deseaba otra cosa que empezar a comerle la polla, aunque mi pudor me impedía lanzarme impulsivamente y siguiendo el juego morboso de las otras dos más experimentadas que yo, empezamos a besarle y acariciarle, metiendo nuestras manos bajo sus ropas, que le fuimos quitando, hasta que yo metí mi mano en su pantalón y me encontré con una polla dura que no lograba abarcar con la mano:

—¡Uuufff!, ¿Qué tienes aquí?

Al bajarle el pantalón, me encontré con una hermosa polla que no podía creerme que tuviera aquel chaval, mirando a su madre con incredulidad, que me dijo:

—Está fantástica, ¡eh!

—Desde luego. Ya me imagino lo que disfrutarás con ella…..

—Sí, siempre la tuvo de buen tamaño. Alicia lo sabe bien, jaja.

Yo estaba como loca por probar eso…

—Tú no te prives, todo tuyo —me dijo su madre.

Se la empecé a pajear, probándola con mi lengua y apreciando ese calor que desprendía y la sensación en mi boca de esa carnosidad que la llenaba, mientras el gusto empezaba a recorrer mi cuerpo, empezando a ser acariciado por Juan Luis, que había dejado a su hija con Paco, y ahora quería cobrarse el intercambio con ese morbo que mostraba en cada cosa que decía:

—¿Quieres que te monte el chaval?

—Sí, estoy chorreando ya.

—Pues ponte ahí, abierta como una perra, para que te joda —añadió, muy excitado.

Yo me tumbé en el sofá y Albert se puso sobre mí, poniendo su polla en mi coño y empezando a follarme a fuerte ritmo, con esa fogosidad de su edad, que a mí me arrancaba mis primeros gemidos, cada vez más fuertes y continuados hasta que llegó mi primer orgasmo antes de que él se corriera abundantemente en mi interior.

Esta sensación de tener a un chaval como él encima de mí jodiéndome me llenó de un morbo y perversión como no había tenido en mi vida, ni incluso con los juegos de mi hija con hombres adultos que ya me habían indicado que yo era una mujer mucho más perversa de lo que hubiera imaginado, pero ahora estaba claro que había iniciado un camino que me hacía ver que siempre habría algo más que desearía ver o hacer.

La madre de Albert luego compartió conmigo los retos de semen que seguían saliendo de la polla de su hijo, mostrándose orgullosa de que yo lo hubiera disfrutado tanto como ella lo había hecho a lo largo de su vida, transmitiéndome ese vicio por lo prohibido que tantas satisfacciones nos podía dar si nos atrevíamos a transgredir ciertas normas sociales.

En eso eran unos maestros este matrimonio alemán, acostumbrados toda su vida a vivir al margen de estas imposiciones o normas morales que nos imponían, y que por su tradición familiar, no había tenido ni siquiera que dar ese paso de liberarse de ellas, ya que siempre lo vieron como algo normal transmitido ya por sus padres.

Ante mi asombro, Brant y Elba me contaron sucesos de su vida que me dejaban la boca abierta, diciéndome ella:

—Mira, en nuestro país es normal que los padres dejen tener sexo a sus hijos con sus novios o novias, ya desde niños casi, y como nosotros nos conocemos desde que íbamos al Colegio, nos hicimos novios y cuando él venía a mi casa, nos metíamos en la habitación para follar.

—¡Vaya! Mira que bien. La verdad es que es mejor así, que no andar por ahí buscando sitio para hacerlo, ¿no?

—Claro. Nosotros lo vemos así. Además Brant ya sabía que mi padre me follaba también y a él no le importaba. Incluso alguna vez me lo hacían juntos, ya ves. Aunque bueno, mi madre también se encaprichó de Brant, jaja, y al final, acabábamos todos con todos…..

—Me encanta esa forma de pensar y de ver la vida. Aquí debería ser así también.

—Bueno, se va avanzando aquí también. Míranos aquí a nosotros, todos juntos….. —me decía Elba.

—Es verdad, pero es muy minoritario todavía.

—Ya, pero por lo menos vamos a disfrutarlo, ¿no?

—Pues sí, mira al Cura con tu hija, como se lo pasa… Si parece que hasta quiere meterle la polla…

—Jaja, sí, a la cría le encanta una buena sobada en su coñito, pero eso ya lo hemos hablado con él, que de momento haga lo que quiera con ella, que la sobe, que se caliente y que se corra donde quiera, menos follarla, jaja.

—Sí, se le ve entusiasmado con ella, pero supongo que querrá ser su padre el primero….

—No necesariamente. Lo hará en el momento adecuado, sea con quien sea. Tampoco es algo que tengamos que decir, tal día o con tantos años…. Eso depende de muchas cosas. La verdad es que ella ya tiene ganas, viendo todo lo que ve, pero prefiero yo prefiero esperar un poco más.

—Es normal. A mí me pasaría igual con mi hija, pero yo no podía controlarlo, porque ignoraba lo que pasaba con ella y con su padre, y luego con Paco viviendo en casa con nosotras, pero viéndolo ahora hubiera preferido que todo fuera más abierto, como en vuestra familia.

—Es lo mejor. El sexo es algo natural en todos nosotros y no debería ser algo tan privado, sino más abierto a todos, como otras necesidades que tenemos.

Como Brant nos dejó para irse con la cría embarazada, yo me quedé hablando con Elba de una forma más íntima, si cabe:

—Bueno, es un cambio de mentalidad a la que me voy haciendo, pero a veces cuesta un poco, pero me está encantando hablar contigo y me gustaría que me contaras más sobre todo eso, como por ejemplo, como os dais cuenta o reconocéis que otras familias son como vosotros y que hagan las mismas cosas.

—Pues mira. En Alemania tenemos nuestros Clubs, donde nos reunimos todas las familias que pensamos y disfrutamos de esta manera, pero fuera de ellos, cuando conocemos a alguna familia, hay ciertos detalles o señales que nos hacen ver que podríamos relacionarnos entre nosotros, aunque siempre con discreción, porque a veces todo eso no da el resultado buscado.

—Ya te entiendo. Os fijáis en cómo se comportan esos papás con sus hijos.

—Sí, a veces durante la conversación ya nos damos cuenta de ello, pero otras veces reconozco que es difícil hablar de ciertos temas con personas que conoces poco todavía, y es entonces cuando nos fijamos en ese comportamiento. Por ejemplo, hay papás y mamás que besan a sus hijos en la boca, recreándose en sus labios. Pues eso puede ser una señal y un tema para empezar a hablar sobre ello….. Otra señal, es cuando el papá tiene a su hija sentada encima de él, y si vemos que empieza a acariciarla de una forma en la que se nota que la va sobando cada vez más y viendo, sobre todo, la actitud de la cría, pues es otra señal, porque esto pueden hacerlo las mamás con sus hijos también.

—Ya, ya entiendo, pero claro, supongo que todo eso será con cuidado y viendo cómo reacciona la otra familia.

—Sí, claro. Es con eso que llaman “comunicación no verbal”. Si un papá hace eso con su nena delante de otras personas y nota que les incomoda o que le miran raro, pues deja de hacerlo, pero si nota esas caras de complicidad y de morbo en el papá de la otra familia, pues ya es un buen inicio para comentar el tema, aunque sea sin comprometerse demasiado, pero ya se notan esas caras de vicio. Nosotros hemos tenido anécdotas muy llamativas.

—¡Ah, sí! Cuenta….

—Pues hace unos meses. Estábamos charlando con la familia de una compañera del cole de Editha en la terraza de un bar. Los hombres estaban un poco apartados, y Brant tenía a la cría sentada en sus piernas mientras charlaba con el padre de la otra nena, que se llamaba Sofi y él cuando la tiene así, no puede evitar ponerse a acariciarle las piernas sobándola toda por debajo de la ropa, sin darse cuenta de que alguien le puede ver hacer eso y pensar mal.

—Claro, pero es muy frecuente eso, aunque lo hagan con discreción.

—Así es, se hace de una forma instintiva, pero a Editha eso le encanta y se pone cariñosa con su padre empezando a darle besos, y claro, el otro padre ya estaba malo viendo todo ese manoseo, pero él no decía nada, solo miraba con cara de vicio, y eso lo nota muy bien mi marido, que para provocarle le preguntó si su hija era así de pesada y de cariñosa con él y el pobre le dijo que a veces se ponía también así.

—Yo creo que todas son así con los papás.

—No todas, las hay que son más despegadas o no están tan sexualizadas, pero hay que seguir sus ritmos y no forzarlas tampoco.

—Es lógico, pero vosotros tuvisteis suerte con la vuestra.

—Sí, verás. Entonces Brant le preguntó si quería tenerla él encima un poco, que él tenía que ir al baño, respondiendo el otro sorprendido, que sí, que no tenía problema y cuando volvió, antes de llegar, se quedó mirando un rato como el otro hombre estaba sobando a la cría todo entusiasmado sin que ella dijera nada.

—Se estaría aprovechando bien….

—Sí. Además como estaba anocheciendo no había mucha luz y podía hacerlo tranquilamente, pero al llegar mi marido, dejó de hacerlo, claro, aunque se le notaba que ya estaba empalmado y cuando quiso devolver la cría a Brant, él le dijo que no pasaba nada, que se quedara con ella y este hombre, poco a poco, yo creo que no se aguantaba ya, volvió a acariciarla otra vez viendo que mi marido no le decía nada.

—¿Buuffff! Menuda situación más morbosa, ¡no?

—Ya ves…. El otro estaba totalmente excitado y Brant le preguntó si la suya se dejaba sobar de esa manera también, a lo que el otro asintió, diciéndole también que su mujer se lo consentía y le dejaba hacer…. Y bueno, así empezaron a hacerse confidencias, mientras mi marido le decía que le metiera el dedo en la vagina y la masturbara, y ahí empezó a hacérselo, sacando el dedo de vez en cuando para chupárselo y mi hija, imagínate, ahí toda abierta, dejándose hacer y retorciéndose de gusto.

—¡Madre mía! Iríais después a un sitio más discreto.

—Sí, claro, nos llevaron a su casa, y allí ya te puedes imaginar…..Otra familia más con la que nos reunimos a veces.

Mientras tanto, el Padre Nicolás, aunque parecía que tenía acaparada a Editha, iba siguiendo con la mirada a Cristián y a Albert, ya que al parecer, chupar las pollas de estos chavales era otro de sus vicios ocultos y aprovechando que Cristian se había quedado libre, le llamó, añadiéndole a los juegos con la pequeña cría. Se veía que era un auténtico pervertidor y le encantaba fomentar el vicio de la jodienda entre los chavales, así que ahí Cristian le dio verga al cura, que le mamaba esperando que todavía le quedara algo de leche para él.

En la otra parte del Salón, Susi, la cría embarazada, estaba rodeada por los hombres que se turnaban para follarla por todos sus agujeros mientras ella disfrutaba de todas esas pollas a su disposición con auténtica lujuria, siendo ofrecida con orgullo por su padre, al que envidiaban los demás hombres por tener en su casa a esa criatura tan maravillosa para poder gozarla siempre que quisiera a lo largo de ese estado mágico del embarazo.

La casa de nuestros nuevos amigos se había convertido en una pequeña parte de esos sueños libidinosos que todos y todas tenemos alguna vez, pero que pocos pueden llegar a cumplir, algo que yo he descubierto ya a una edad avanzada, pero mi hija va a tener toda la vida por delante para disfrutar de ello en este nuevo mundo que mi nueva pareja nos ha abierto.


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